Capítulo 16:

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De Dioses y mortales.

Alexa Figueroa:

La triste y silenciosa obscuridad acompañaba mi llanto aquella noche, la habitación no se había sentido tan gélida como en aquel momento, mis ojos aún albergaban lágrimas, mientras mis terminaciones nerviosas respondían con temblor al miedo que sentía en aquel momento; no miedo al asesino que en ese momento me abrazaba, susurrando que todo estaría bien, sino el miedo a que me estaba convirtiendo en alguien que no conocía.
Bajo el techo que fui criada y tomando al pie de la letra los valores infundidos por mis padres adoptivos, Alexa Figueroa no sería capaz de matar a una mosca porque muy en su interior quería creer que esta tenía familia y que era un padre luchón intentando mantener a sus hijos.
Los brazos que me envolvía en aquella cama reforzaron su agarre cuando intenté moverme, y la voz dueña de aquel cuerpo habló con pereza.

—Quédate quieta Bambi, debes estar exhausta— afirmó, intentando de alguna manera de dar una caricia gentil en mi cabello.

—Suéltame, Evans.

—Ya te lo he dicho, quédate quieta.

Con el sentimiento de resignación que albergaba ya días atrás, multiplicado por cinco luego de todo lo sucedido esta tarde, opté mejor por hacer lo que me decía sin rechistar.

—Eres bonita cuando eres sumisa— comentó estirando sus brazos, sentándose en la cama un poco lejos de mí.

—Lo que digas —me voltee e ignoré al alto chico que me miraba con aburrimiento.

—¿Sabes que no es mi culpa que pase todo esto?— interrogó.

—Como yo lo veo, Evans Clifton, los cuatro son lo suficientemente culpables.— rió y yo quedé extremadamente descolocada, me incorporé y le miré directamente a los ojos. — ¿De qué cojones te ríes?

Ocultó esta vez su sonrisa con la mano izquierda y sus ojos se iluminaron un poco: — Te pareces mucho a ella.

—¿Ella? ¿Quién es ella?

—Artemisa— me sonrió— era tan hermosa.

— Escucha bien pedazo de estúpido, si hablas de la Diosa griega...

Rió abiertamente mostrando sus dientes: —No, Bambi, Artemisa fue mi primera novia.

Por un instante mis nervios se relajaron dando paso a una profunda curiosidad. -Sí señores, el chisme antes del miedo.

—¿Por qué la mencionas?

—Es que, no sabes cuanto se parecían ella y tú— miró a la nada nostálgico— pero es tonto, ella no está.

—¿Qué pasó con ella?

— Se mudó a otro continente.

—Eres tonto—Suspiré con alivio— pensé que la habías matado o, en el mejor de los casos que hubiera muerto por su cuenta.

Su semblante relajado fue sustituido por una expresión seria, se levantó de su lugar y se acercó a la mesita de utilidades de Jayden. —Nunca sería capaz de asesinar a alguien como Artemisa— aseguró.

Agaché mi cabeza un instante, dándole tiempo a que hablara por su cuenta, sin presiones de algún tipo. Aún no sabía que tan capaz era alguno de los cuatro de hacerme daño, pero por el momento, el que menos aparentaba una amenaza para mí era Evans.
Tras unos minutos en los que comenzó a jugar con la pelota que anteriormente le había visto a Hans, lanzándola una y otra vez contra la pared, haciendo que rebotara en el piso y nuevamente llegara a su mano, lo escuché carraspear su garganta y finalmente comenzar a hablar.

El Rey de la Locura [Insanity #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora