Capítulo 17:

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Una familia sin igual:

Alexa Figueroa:

La tarde caía en el poblado de Winersfield y con ella mis ganas de vivir. Sentada en la única cama del lugar, meditaba sobre las últimas 72 horas de mi vida, me sentía un ser asqueroso, en extrema repugnancia. Las cuatro paredes de madera que me rodeaban se sentían asfixiantes en aquel momento y el repudio que sentía hacia aquel lugar, adornado por una camilla metálica , que realmente no sabía de donde había salido; gran parte del cabello cobrizo que en algún momento perteneció a ella, mi primera víctima. Justo ahora no tenía ninguna clase de moral como para llamar a aquellos cuatro "asesinos"; mi historial, al igual que el de ellos, estaba manchado de rojo con un gran peso de un cuerpo suplicante. Había acabado con mis propias manos con una joven, destrozado una familia que lloraría, como alguna vez lo hice yo, la pérdida de un ser querido.

—Deja de pensar tanto en la vida—escuché a alguien decir y sentí el pequeño microinfarto recorrer mi cuerpo.

—¿Quieres matarme?— cuestiono tocando mi pecho, sintiendo como de a poco iban más lentos mis latidos.

—Créeme, Bambi, si quisiera matarte ya habrías aparecido en la prensa desde tu llegada a Winersfield.— hizo saber quitando su chaqueta.

—No creo que me hagas nada —aseguré— si me parezco tanto a Artemisa como aseguras, entonces estoy a salvo.

—Deja de mencionarla—arrugó el ceño con incomodidad— no te conté esa historia para que te estés mofando de mí así.

—No he dicho nada—rodé los ojos sentándome en la cama.

Nuestra conversación se vió interrumpida por el fuerte portazo, la cerradura cedió ante el golpe certero y por un instante creí que por fin nos había encontrado la policía.

—Me cago en la puta ostia— fue lo primero que se escuchó cuando las tres personas hicieron acto de presencia en el lugar y descarté por completo mi teoría.

—Jayden, cálmate por favor —pedía Hans llegando con una mochila al hombro, detrás de su hermano.

—¿Cómo cojones pides que me calme?— vociferó— nos encontraron y es toda su puta culpa por limpiar mal la escena del crimen.

—Nosotros nos aseguramos de que cada lugar estuviera extremadamente limpio— aseguró nuevamente el menor.

—Quizás fue cuando fuiste a la casa de ese agente, nosotros no podíamos hacer nada.— dijo exaltado Jander y nosotros dos no hacíamos más que mirar la escena como si de una obra teatral se tratase.

—¿Qué está sucediendo?— se atrevió a preguntar Evans esta vez, sin moverse de mi lado al ver la puerta completamente abierta.

—El puto agente de pacotilla entrevistó a Tom ayer.

—El doctor que...

—Sí, el que falsificó mi acta de muerte— explicó y vi por un momento como el chico junto a mí tragaba en seco.

—¿Qué les dijo Lions?— quiso saber Jander.

—Lions hizo todo lo posible por encubrirnos, pero está seguro que no dió mucho resultado.

Con el ceño arrugado que poco a poco se relajaba, Jayden se acercó a mí y por un mísero instante temí por mi vida. Tomó mi mano en un fuerte agarre, me levantó de la cama y con pasos firmes comenzó a caminar con los otros tres pisándole los talones.

—¿Qué estás haciendo?— preguntó el menor.

—¿Traes en esa mochila todo lo que te pedí?

—Sí, aquí está todo.

El Rey de la Locura [Insanity #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora