Charlotte Morningstar, la futura gobernante del Infierno, se une a algunos de sus amigos en un intento desesperado por detener el Exterminio que azota su reino periódicamente. El Hotel, creado para redimir a los pecadores, podría ser su última esper...
Charlie caminó apresurada, dejando atrás a un sorprendido y furioso Alastor. Cuando él salió de su sorpresa, se dirigió a enfrentarla por su osadía y cuestionar su reciente cambio de actitud hacia él. Sin embargo, alguien le ganó de mano y llegó primero a Charlie.
-MANZANITA~ wua~ mi pequeñita (Lloraba Lucifer al ver a su hija tan hermosa).
Lucifer se acercaba, sus ojos brillaban con orgullo y ternura. Extendiendo sus brazos hacia su querida hija.
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No había lugar para dudas de que ese era su padre. Lucifer tenía piel blanca como la nieve y cabellos rubios. Sus ojos amarillos con pupilas rojas, dientes muy afilados y las características mejillas rojas que había heredado a su hija. Llevaba un traje y camisa blancos con terminaciones en rojo, un chaleco rojo con rayas blancas y una corbata negra. También portaba un característico sombrero de copa decorado con una serpiente dorada y una manzana roja. A pesar de ser mucho más bajo que Charlie, pero gracias a su sombrero puede dar un aspecto un ligeramente más alto de lo que es, y en uno de sus dedos aún lucía su anillo de casado.
-Papá...¡¿Papá?! ¡Realmente viniste! (Exclamó Charlie, y ambos se dieron un tierno abrazo).
Alastor, observando la escena desde la distancia, apretó los puños con frustración. No estaba acostumbrado a perder, y mucho menos ante Lucifer. Su sonrisa siniestra se desvaneció momentáneamente, reemplazada por una expresión indescifrable.
El abrazo fue cálido y reconfortante, como si todos los años de separación se desvanecieran en ese momento. Lucifer sostenía a su hija con un inmenso cariño.
La princesa, atrapada entre la emoción de reunirse con su padre y la tensión con Alastor, no pudo evitar mirar al demonio de radio. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, algo pasó entre ellos. Alastor le dedicó una sonrisa burlona, y Charlie sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Alastor se acercó, quedando junto a ellos, mirando la escena con una vena que se formó en su frente y su sonrisa temblaba.
Lucifer, ajeno a la tensión entre su hija y Alastor, continuó abrazándola.
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