Charlotte Morningstar, la futura gobernante del Infierno, se une a algunos de sus amigos en un intento desesperado por detener el Exterminio que azota su reino periódicamente. El Hotel, creado para redimir a los pecadores, podría ser su última esper...
Estaba en la búsqueda de mi buen amigo Alastor, algo me huele raro. Lo conozco como a un hermano, o casi como a un hijo, y a ese cabeza dura sé que algo le ocurre. Lo noté demasiado tenso y alterado, algo inusual en él. Siempre ha controlado sus emociones a la perfección, escondiéndolas detrás de esa máscara de sonrisa durante toda su vida. Y pobre de mí...pero nunca me cuenta nada, es muy reservado en su vida privada. Pero por mis huesos, sé que está involucrado en algo grande. Estuvo cuidando toda la noche a esa joven sin descanso. Noté como siempre sus ojos la buscaban como una atracción magnética.
Después de buscarlo por el Salón, salí a explorar los alrededores. A lo lejos, lo vi escondido, observando algo con gran interés. Fue una sorpresa verlo tan desprevenido, permitiendo que alguien se le acercara sin ser notado. Estaba completamente absorto en un intrigante evento que tenía lugar en el Jardín.
La hija de Lucifer y el joven Von Eldritch estaban tomados de la mano. Parecía que el muchacho estaba a punto de confesarse; sus nervios eran evidentes. "~Ah, el amor de los jóvenes", pensé. Pero cuando vi el rostro de Alastor, mi asombro fue aún mayor. Sus garras apretaban la pared y sus ojos brillaban con un negro intenso. Casi no lo reconocí; jamás lo había visto sucumbir así a sus emociones. ¿Será que finalmente atraparon a mi amigo? Puse mi mano en su hombro.
Se giró rápidamente, listo para atacarme, pero al verme, se calmó y suspiró enojado.
(Susurré) -Qué vista interesante, ah, ah, ah. Escucha a Rosie cuando te habla, mi amigo. Te dije que después de hoy tendríamos un Soberano nuevo.
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§ Narra: Alastor.
Rosie llegó en el peor momento. No debía verme alterado; no podría soportar su lluvia constante de interrogaciones. Tampoco deseaba que me percibiera en mi estado actual; no alcanzaba a controlar mis emociones. Hablamos en susurros para no ser detectados.
- ¿Qué haces aquí, Rosie querida? (Pregunté, conteniendo mi mal humor).
-Buscando entretenimiento... y tal parece que tú también. ¿Qué sucede en esa cabecita tuya, Alastor?
-No sé de qué hablas, querida...
(Rosie, siempre perspicaz, no tardó en hacerme preguntas incisivas) - ¿Desde cuándo espías jóvenes amantes, Alastor?
(mi respuesta fue un susurro apenas audible) -Ellos no son am-
(Rosie se tomó las mejillas y sacó su abanico para tapar su sonrojo) - ¡Espera, espera, espera! (Me interrumpió emocionada) ¡cállate! (Exclamó).
Ambos observamos. Yo deseaba destruir ese maldito jardín, me debatía internamente en interponerme o no. Charlotte y Von Eldritch seguían tomados de la mano, inmersos en su propio mundo. El muchacho parecía a punto de confesarse, y mi corazón, si es que aún tengo uno, latía con una extraña ansiedad. Luchaba por mantener mi compostura.
