Charlotte Morningstar, la futura gobernante del Infierno, se une a algunos de sus amigos en un intento desesperado por detener el Exterminio que azota su reino periódicamente. El Hotel, creado para redimir a los pecadores, podría ser su última esper...
La ceremonia se acercaba, y Charlie se sumergió en cada pequeño detalle, observando con meticulosidad el trabajo de los sirvientes. Su mirada se movía de un lado a otro, como un halcón acechando a su presa, asegurándose de que cada tarea se llevara a cabo con la perfección que la ocasión merecía. Algunos sirvientes se acercaban tímidamente para hacerle preguntas, pero todo fluía con una gracia casi mágica. La atmósfera estaba impregnada de una anticipación vibrante.
- ¡Querida!
- ¡Manzanita!
El sonido de la voz de su padre y de Rosie resonó a sus espaldas. Al girarse, Charlie se acercó rápidamente a ellos.
- Señorita Rosie, ¡qué bueno volverla a ver!
-Por supuesto, también deseaba verte de nuevo, Charlotte (Respondió Rosie, su voz se tornó suave como la seda, mientras apretaba la mejilla de Lucifer con un cariño palpable. Él, por su parte, se derretía ante ese gesto, sus ojos brillando con una mezcla de adoración y ternura) Al igual que mi brillante y tierno Lu.
Lucifer tomó la mano de Rosie, inclinándose para besarla con un aire de caballerosidad, mientras ella soltaba risitas, disfrutando del momento. Ambos se sumergieron en una burbuja de dulzura y romanticismo, olvidando por un instante la presencia de Charlie. Ella no podía evitar sonreír con cariño, a pesar de la incomodidad de la situación. Era evidente que su padre estaba feliz, y eso la llenaba de calidez.
No obstante, Lucifer sentía un ligero desagrado por el apoyo de Rosie en la pasada confrontación con Alastor. Sin embargo, comprendía que era una situación de la que no podía escapar fácilmente, así que decidió dejar de lado sus reservas y disfrutar del tiempo con Rosie. Cada vez que podían, se reunían, y esos momentos eran un bálsamo para sus almas.
De repente, un tentáculo oscuro surgió del suelo, envolviendo la cintura de Lucifer y empujándolo a un lado con una fuerza inesperada.
- Rosie, querida. ¡Me alegra verte! (Exclamó Alastor, su voz resonando con un entusiasmo casi contagioso, mientras su figura elegante se materializaba entre sombras).
Rosie, cruzando los brazos con una mezcla de desdén y diversión, respondió:
-Eso no era necesario, Alastor.
Lucifer se recompuso, mirando a Alastor con irritación, mientras sacudía su traje con un gesto de desagrado. Charlie, con una sonrisa nerviosa, le alcanzó el sombrero que había volado debido al brusco movimiento. Ignorando a su hija, Lucifer se acercó a Alastor, intentando empujarlo, pero este se deshizo en sombras, haciendo que Lucifer cayera de cara al suelo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
