Dear Insanity (Charlastor-Hazbin Hotel)

18-Mía

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§ Narrador

En una inmensa sala iluminada por una tenue luz rojiza, Charlie se encontraba absorta en la contemplación de una pared que destacaba por ser un inmenso acuario. Dentro del acuario, criaturas infernales con aspecto de tiburones nadaban con una gracia inquietante, sus ojos brillando con un resplandor siniestro que reflejaba la esencia misma del inframundo.

Charlie, con una sonrisa de asombro, pasaba su dedo delicadamente por el vidrio del acuario, siguiendo el movimiento de las criaturas.

De repente, la puerta de la sala se abrió de golpe, resonando con un estruendo que hizo eco en las paredes. El Overlord Vox entró apresurado, sus pasos resonando con urgencia y autoridad. Mientras avanzaba, sus manos temblorosas intentaban en vano arreglar su aspecto, reflejando un nerviosismo inusual en él. Su presencia imponente, casi sofocante, llenó la sala, haciendo que el aire pareciera más denso. Sus ojos estaban fijos únicamente en Charlie. 

-Discúlpame, Charlie (Dijo Vox con una voz que intentaba ocultar su agitación) No me habían informado que estabas aquí, me encargaré que eso no vuelva a suceder ¿Esperaste mucho?

Charlie se giró, sorprendida pero con una risa ligera en sus labios.

- ¡Hola, Box! (Respondió, soltando una risita) No te preocupes, estaba admirando el acuario. Es realmente impresionante.

(Vox tomó asiento en uno de los grandes sofás enfrentados y, con una sonrisa traviesa, añadió) -Ven, siéntate. Deja a esas criaturas en paz, les da hambre verte, ah, ah, ah.

Charlie se rió y se sentó frente a Vox, observando fascinada la pequeña mesa ratona entre ellos, llena de una enorme cantidad de dulces. Sus ojos brillaban con curiosidad y deleite.

Durante los últimos meses, Charlie había estado reuniéndose con Vox para establecer conexiones como futura Gobernante, siguiendo las estrictas instrucciones de su padre. Sin embargo, lo que nadie sabía era que ellos ya se conocían desde hacía mucho tiempo. Vox la había conocido cuando ella era apenas una niña, durante sus visitas a Lucifer por tratos o negocios.

Esos encuentros, aunque breves, habían dejado una huella profunda en ambos. Charlie recordaba la figura imponente de Vox, siempre envuelto en un aura de poder. Para Vox, cada visita a la mansión de Lucifer era una mezcla de negocios y una oportunidad para ver a la pequeña Charlie, cuya inocencia y curiosidad le habían cautivado desde el primer momento.

A lo largo de los años, esos recuerdos se habían convertido en un pequeño secreto compartido, un vínculo silencioso que los unía más allá de las apariencias. Vox aún podía evocar con claridad la imagen de Charlie corriendo por los pasillos, su risa resonando como un eco en su mente. Cada detalle de aquellos encuentros estaba grabado en su memoria, desde la luz tenue de los candelabros hasta el brillo en los ojos de Charlie cuando lo veía llegar.

Ahora, mientras se encontraban en reuniones formales, Vox no podía evitar sentir cariño. Charlie había crecido, se había convertido en una mujer fuerte y decidida, pero para él, siempre era mucho más. Y aunque el mundo no conocía su historia compartida, para Vox, esos recuerdos eran un tesoro que guardaba celosamente en lo más profundo de su ser.

--Flashback—

Vox estaba caminando para salir del palacio, murmurando quejas por lo bajo.

-Maldito Lucifer, es la tercera vez que vengo y no es capaz de atenderme ¿Cómo se atreve? ...desgraciado.