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Capítulo 7: Sacar la basura.

—¿Qué pasa aquí? —una tercera voz se hace presente, profunda y firme. Es Lucas, con su cabello oscuro desordenado y una mirada que podría derretir el hielo. Su presencia es imponente, y su sola aparición parece cambiar la atmósfera del lugar.

El rubio, cuyo nombre no conozco, se gira lentamente hacia Lucas. Sus ojos azules destilan desprecio y arrogancia, como si estuviera acostumbrado a salirse con la suya. Como si se creyera mejor que Lucas.

—No pasa nada —responde con indiferencia, su voz está cargada de desdén. —, solo dejaron entrar gentuza al hotel

Lucas frunce el ceño, su mandíbula se tensa. -No digas tonterías, cualquier persona puede entrar aquí, no solo niños malcriados como tú

El rubio se ríe, un sonido seco y sin humor. —Creo que no me estás entendiendo, ella es una... —Antes de que el rubio pueda terminar su frase, intervengo, mi voz firme aunque mi corazón late con fuerza.

—Serás idiota —digo, mi tono desafiante. El chico me mira con sorpresa, como si no esperara que una chica le plantara cara.

Sin previo aviso, lanza el contenido de su vaso hacia mí. El agua fría empapa mi rostro, mi cabello y parte de mi ropa. Ahogo un grito, pero no me muevo, mis ojos fijos en los suyos.

Lucas se interpone entre nosotros en un instante, su cuerpo tenso como un resorte. —Ella tiene razón, eres un idiota... discúlpate —su voz es baja pero cargada de amenaza.

El rubio se acerca a Lucas, sus cuerpos casi pegados. La tensión es palpable, como una cuerda a punto de romperse.

—¿Piensas que soy de las personas que se disculpan? —murmura con desdén, pero Lucas no retrocede ni un centímetro.

—Entonces empaca tu basura y aléjate de mi puta vista. —Su voz es un susurro amenazante, cada palabra cargada de veneno. —Y solo para que lo sepas, ella es la hija del dueño

El rubio parpadea, sorprendido, su arrogancia desmoronándose por un momento. Lucas me toma de la muñeca con firmeza pero sin hacerme daño, y me aleja de ellos, dejándolos perplejos. Me lleva a una mesa vacía, alejada del grupito de jóvenes arrogantes.

Me siento en la mesa, frente a Lucas. Dejo mi celular allí y tomo algunas servilletas para secarme el rostro y el cabello empapados. Lucas me observa con preocupación, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de ira y preocupación.

—¿Qué pasó?, ¿qué le dijiste? —pregunta, su voz baja pero tensa.

Respiro hondo, tratando de calmarme. —Yo no le dije nada, el muy idiota me ofreció dinero por dormir con él —respondo, mi voz temblando ligeramente al recordar el insulto.

Lucas suspira profundamente, sus puños se aprietan con fuerza sobre la mesa, los nudillos blancos por la tensión. Puedo ver la furia contenida en sus ojos, una furia que lucha por mantener bajo control.

—Ahí vienen papá y Vanesa —le aviso, notando a nuestros padres acercándose desde el otro lado del restaurante.

El ambiente en la mesa se tensa aún más mientras Lucas lucha por mantener la calma. Mi padre y Vanesa se acercan, sus rostros mostrando preocupación al ver mi estado.

—No diré nada si así lo prefieres —murmura Lucas, su voz apenas un susurro, pero cargada de promesa.

Asiento agradecida, sintiendo el peso de la situación sobre mis hombros. —Gracias —murmuro.

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