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Capítulo 4: Ratita hambrienta.

Solo me tomó unos minutos más encontrar el comedor. Al llegar, veo a mi padre justo entrando. Él camina con paso firme hasta la esquina y se sienta en la punta de la mesa, el lugar habitual de un padre. Me señala la silla a su lado derecho, y camino hacia allí con cierta timidez. Frente a mí, del otro lado de la mesa, está sentada Vanesa, con su porte elegante y su sonrisa amable. Poco después, llega Lucas y se sienta al lado de su madre. Intento evitar mirar a Lucas a toda costa; no quería enfadarme otra vez, menos ahora que está mi padre presente.

El comedor está decorado con buen gusto, con una gran lámpara de araña colgando del techo y una mesa larga de madera oscura que brilla bajo la luz. Los sirvientes se mueven con eficiencia, colocando platos de comida frente a nosotros. El aroma de los alimentos recién preparados llena el aire, creando una atmósfera cálida y acogedora.

—¿Cómo está tu madre, querida? —pregunta Vanesa con una voz suave y maternal, mientras los sirvientes nos terminan de traer los platos de comida. Su tono es genuino, y sus ojos reflejan un interés sincero.

—Ella está bien, actualmente está trabajando en una biblioteca —respondo, tratando de mantener la calma en mi voz. La mención de mi madre siempre me llena de orgullo, pero ahora también de una ligera tristeza por su ausencia.

—Oh, eso es increíble, ¿no es así, Alaric? —comenta Vanesa, girando su mirada hacia mi padre. Su sonrisa es cálida, y parece realmente interesada en la conversación.

—Sí, por supuesto —responde él con una sonrisa nostálgica. —, ella siempre fue una mujer inteligente, no había momento en que no tuviera un libro en las manos

Sonrío a ambos, agradecida por lo bien que hablan de mi madre. Sus palabras me llenan de un cálido orgullo. Mientras tanto, Lucas se mantiene en silencio, concentrado en su comida. Su presencia es una constante distracción para mí, pero trato de no dejar que me afecte.

Tomo los cubiertos y empiezo a comer. La comida es exquisita, una verdadera delicia. Los sabores explotan en mi boca, una sinfonía de dulce y salado, una mezcla perfecta que hace mucho tiempo no experimentaba. Cada bocado es un recordatorio de tiempos más simples y felices. Miro a mi alrededor, observando las expresiones de los demás mientras disfrutan de la comida. Vanesa conversa animadamente con mi padre, y Lucas parece absorto en sus pensamientos, apenas tocando su plato.

El ambiente en el comedor es una mezcla de formalidad y calidez familiar. Las luces suaves crean un ambiente acogedor, y el sonido de la vajilla y las conversaciones llenan el espacio.

—No creas que olvidé que debemos darte una bienvenida como se debe —dice mi padre, haciendo que deje de prestar atención a mi plato ya casi vacío. Su voz firme y decidida capta mi atención de inmediato. —, mañana hay un evento importante en el hotel que tengo en esta ciudad, solo dura un par de horas, así que todos iremos allí y, luego del evento, pasaremos un un día como vacaciones... podrás conocer la playa, seguro te gustará

—Claro, me encantaría conocer la playa, hace bastantes años que no piso algo tan común como la arena —contesto, con una emoción que no puedo ocultar. La idea de sentir la arena bajo mis pies y el sonido de las olas me llena de alegría.

—Oh, debes comprarte algunos trajes de baño —menciona Vanesa con una sonrisa. —, puedo acompañarte mañana por la mañana si quieres, yo también necesito comprar algunas cositas

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