Capítulo 13: Susurros prohibidos.
Me siento a la mesa justo cuando Lucas abre la caja de la pizza. El aroma del queso derretido y la salsa de tomate llena el aire, creando un ambiente cálido y acogedor. Lucas saca una porción y me mira, esperando que haga lo mismo. Con un leve suspiro, me acerco y tomo una porción, sintiendo el calor de la pizza en mis dedos. Los dos comemos en silencio, un silencio que se ha vuelto habitual entre nosotros. Como ya se me hizo costumbre, evito mirarlo a los ojos, temiendo lo que podría encontrar en su mirada.
Siento la mirada constante de Lucas sobre mí, una sensación que me hace sentir vulnerable y expuesta. Suspiro y, finalmente, levanto la vista para comprobar que estaba en lo cierto. Sus ojos, intensos y penetrantes, están fijos en mí, como si intentara descifrar mis pensamientos más profundos.
—¿Por qué me miras así?, ¿en qué piensas? —le pregunto, mi voz apenas un susurro, temiendo la respuesta que podría recibir.
Lucas desvía la mirada por un momento, como si estuviera debatiendo internamente si debería responder o no.
—Si te lo dijera, no me creerías —responde finalmente, su voz cargada de una mezcla de frustración y anhelo.
—Quizá sí —digo, sorprendida por mi propia audacia. No sé por qué dije aquello, pero ahora no quería quedarme con la intriga. Necesito saber lo que él piensa, lo que siente. Quiero saber lo que pasa.
Lucas me mira con una intensidad renovada, pero susurra.
—No es nada
—Bien, no me digas
Niego con la cabeza, sintiendo una mezcla de frustración y curiosidad.
Me levanto de mi asiento y camino hacia la alacena para buscar un vaso. El sonido de mis pasos resuena en la cocina silenciosa. Al darme la vuelta, Lucas se mueve con una rapidez que me toma por sorpresa, acorralándome contra la encimera como lo hizo antes en la piscina. Su proximidad es abrumadora, y aunque no me toca, puedo sentir el calor de su cuerpo cerca del mío, creando una tensión palpable en el aire.
Sus ojos, oscuros y penetrantes, se clavan en los míos, y por un momento, el mundo exterior desaparece. Se acerca peligrosamente a mi oído, su aliento cálido rozando mi piel, enviando escalofríos por mi columna. La intensidad de su mirada y la cercanía de su cuerpo hacen que mi corazón lata con fuerza, cada latido resonando en mis oídos.
Con una voz baja y ronca, susurra.
—Tengo ganas de comprobar si tu piel es tan suave como parece, pero me obligo a no pensar en eso... —Su voz es un susurro cargado de deseo contenido. —, tengo ganas de acariciar tu cabello, para comprobar que es tan suave como la seda... —Sus palabras son como una caricia, cada una de ellas encendiendo un fuego en mi interior. —, tengo ganas de probar tus labios, pero me repito una y otra vez que son solo el fruto prohibido que me tienta
Sus palabras flotan en el aire entre nosotros, llenas de una promesa no dicha. La tensión entre nosotros es casi tangible, una cuerda tirante que amenaza con romperse en cualquier momento, y no tendría problema en que ocurriera eso. Cada fibra de mi ser está consciente de su presencia, de la proximidad de su cuerpo, del deseo en sus ojos. Y aunque sé que debería alejarme, una parte de mí anhela quedarse, explorar la intensidad de este momento, dejarme llevar. Lo que el dice me saca completamente de este planeta. Me envía volando a la Luna y caigo en picado hacia aquí, a la realidad de nuestra situación.
Me quedo totalmente en shock, mirándolo a los ojos cuando se aparta de mi oído. Sus ojos reflejan una tormenta de emociones, y por un momento, el mundo exterior deja de existir. Solo estamos él y yo, atrapados en un momento que podría cambiarlo todo.
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Alguien como tú
Подростковая литератураSabrina, una joven de veinte años, vive con su madre en una casa acogedora situada en un pequeño barrio olvidado por el tiempo. Su madre, deseosa de que Sabrina tenga un futuro mejor, insiste en que asista a la universidad. Sin embargo, la falta de...