Capítulo 5: Superficial.
Media hora pasa rápidamente mientras el personal entra a la cocina para comenzar su jornada. Los sonidos de la actividad matutina llenan la casa, creando una sinfonía de pasos apresurados y murmullos. Yo, por mi parte, salgo al comedor, seguida de cerca por Lucas. Al cruzar el umbral, veo a mi padre y a Vanesa sentándose a la mesa para desayunar. La luz matutina entra por las ventanas, iluminando suavemente la estancia y creando un ambiente cálido y acogedor.
—Buenos días —les digo con una sonrisa, tratando de ocultar mi nerviosismo. La presencia de Lucas a mi lado me hace sentir una mezcla de emociones que trato de controlar. Sobre todo el enojo.
—¿Te has despertado temprano? —pregunta mi padre, levantando la vista de su taza de café. Su mirada es inquisitiva pero amable, y me siento un poco más tranquila.
—Sí, es que... estaba emocionada por el día de hoy —respondo, sintiendo cómo una leve sonrisa se dibuja en su rostro.
—Ve a buscar lo que necesites, querida, yo termino mi café y salimos —dice Vanesa con tono amable.
—Yo me iré al hotel, los veo allá en un par de horas, para almorzar —comunica mi padre, su voz firme pero afectuosa. Asiento y me dirijo a mi habitación, sintiendo la mirada de Lucas en mi espalda.
En mi habitación, tomo una pequeña mochila y guardo mi celular, mis auriculares y algo de dinero que había traído por si acaso. Me detengo un momento frente al espejo, ajustando mi cabello y respirando hondo para calmar los nervios.
Bajo las escaleras y veo a Vanesa hablando con alguien del personal, dando instrucciones con su característica eficiencia.
—Ve al coche, Lucas está allí, enseguida voy —me dice al verme, sin perder el hilo de su conversación.
Asiento y salgo de la casa. En la entrada, el mismo coche en el que Lucas me trajo ayer me espera. Me subo en la parte de atrás y, al cerrar la puerta, cruzo miradas con él a través del retrovisor. Sus ojos reflejan una mezcla de curiosidad y algo que no logro descifrar del todo. El motor del coche ronronea suavemente, y me acomodo en el asiento, preparándome mentalmente para el día que tenemos por delante.
El suspiro de Lucas reverberó en el interior del coche, como un eco de pensamientos no expresados. El silencio entre nosotros se hizo pesado, cargado de una tensión que no podía ignorar. Al levantar la mirada, me encontré con su sonrisa leve, una sonrisa que parecía esconder secretos y misterios, como si estuviera disfrutando de un chiste privado.
—¿Qué? —pregunté, sintiendo la frustración crecer en mi pecho. Su actitud despreocupada siempre lograba sacarme de quicio, especialmente cuando parecía insultarme o criticarme en sus pensamientos.
—Nada importante —respondió él, encogiéndose de hombros con una tranquilidad que me desconcertó. —, solo que... imaginé que serías diferente
—¿Diferente? —repetí, intrigada. Su comentario me dejó perpleja, y no pude evitar sentir una punzada de curiosidad. ¿Qué esperabas de mí?.
Lucas desvió la mirada hacia la ventana, observando el paisaje. La luz del sol se filtraba a través de los árboles, creando sombras danzantes en su rostro. Finalmente, volvió a mirarme, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y algo más profundo que no pude identificar.
—Sí, diferente —dijo, su voz más suave ahora. —, pensé que serías más... no sé, más predecible
—¿Predecible? —repetí, sintiendo una mezcla de indignación y curiosidad. ¿Qué significaba eso, ¿acaso me veía como alguien aburrida?.
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Alguien como tú
Teen FictionSabrina, una joven de veinte años, vive con su madre en una casa acogedora situada en un pequeño barrio olvidado por el tiempo. Su madre, deseosa de que Sabrina tenga un futuro mejor, insiste en que asista a la universidad. Sin embargo, la falta de...