Capítulo 12: La verdad oculta.
Un par de días pasaron desde la charla que tuvimos, pero entre Lucas y yo seguía habiendo algo extraño que no podía explicar. A pesar de haber hablado las cosas, las peleas y los insultos no han regresado. Apenas nos cruzamos por la casa y, en esas ocasiones, no intercambiamos más que un saludo por amabilidad, especialmente frente a nuestros padres.
La hora del almuerzo llega y parece que mi padre tiene algo importante que anunciar. Nos sentamos todos a la mesa, el ambiente cargado de una expectativa silenciosa.
—Estoy intentando adquirir un nuevo terreno para otro hotel —comienza mi padre, con una mezcla de emoción y seriedad en su voz. —, quise invitar a los dueños aquí, a una cena para cerrar el trato, pero parece que tienen otros planes
—¿A qué planes te refieres? —pregunta Vanesa, con curiosidad. Parece que ella aún no está informada.
—Ellos están emocionados por la venta también, diría que el trato ya está prácticamente cerrado, pero me han hecho una invitación a un restaurante esta noche y me temo que solo puedo ir con Vanesa —dice él, mirando a Lucas y a mí con una expresión de disculpa.
—No te preocupes, igualmente si es una cena importante no quisiera arruinarlo —le contesto, tratando de no sonar mala conmigo misma.
—No lo arruinarías, no digas eso —responde mi padre, sonriendo levemente, intentando aliviar cualquier tensión.
—Entonces, ustedes pueden pedir unas pizzas si quieren —se une Vanesa, con su típica sonrisa amable que siempre logra calmar los ánimos.
Asiento en silencio, termino de comer y me retiro a mi habitación. Una vez allí, decido llamar a mi madre para contarle cómo va todo por aquí en la mansión, aunque omito ciertos temas delicados. La conversación con ella siempre me brinda un poco de consuelo y claridad en medio de todo este caos.
Cerca de las siete de la tarde, mi padre se prepara para salir de la casa, acompañado de Vanesa. Les deseo suerte con el trato que están a punto de cerrar y subo a mi habitación. A pesar de la hora, el calor sigue impregnando el aire, así que elijo refrescarme un poco en la piscina antes de cenar.
Me pongo el segundo bikini que compré con Vanesa hace unos días, recordando cómo nos reímos juntas en la tienda mientras elegíamos los colores y los diseños. Tomo una toalla suave y me dirijo directamente al patio trasero de la mansión, donde la piscina me espera, reluciente bajo los últimos rayos del sol.
Al meter mis pies en el agua, una sonrisa se dibuja en mi rostro al sentir la frescura que me envuelve. El agua no está tan fría como para arrepentirme de entrar, sino que tiene la temperatura perfecta para relajarme. Los últimos rayos de sol hacen que el agua brille como diamantes, y el cielo anaranjado tiñe todo de un dorado cálido y acogedor.
Me adentro totalmente en la piscina, mojando hasta mi cabello y rostro. Después de salir a flote, me acerco a una de las paredes y me quedo allí, permitiendo que el agua llegue hasta mis clavículas. Cierro los ojos, buscando un momento de paz y tranquilidad en medio de todo el caos reciente.
Sin embargo, en lugar de la calma que anhelo, la imagen de Lucas y yo bailando en aquella "fiesta" aparece automáticamente en mi mente. La sorpresa me hace abrir los ojos de golpe, y suspiro con frustración. No puedo evitar preguntarme por qué, de todas las cosas, ese recuerdo sigue persiguiéndome constantemente.
Un pequeño movimiento en el agua me hace girar hacia la izquierda, y allí lo veo. Lucas está entrando a la piscina con una elegancia casi felina. Sus ojos negros y profundos me miran con una intensidad que atraviesa cualquier barrera, haciéndome sentir vulnerable, confundida y, de alguna manera, desnuda ante su mirada penetrante.
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Alguien como tú
Teen FictionSabrina, una joven de veinte años, vive con su madre en una casa acogedora situada en un pequeño barrio olvidado por el tiempo. Su madre, deseosa de que Sabrina tenga un futuro mejor, insiste en que asista a la universidad. Sin embargo, la falta de...