Capítulo 11: ¿Un error?.
La noche avanzaba sin detenerse, y el cielo comenzaba a esclarecer con los primeros indicios del amanecer. Lucas y yo, aún riendo por las ocurrencias de la noche, buscamos a nuestros padres, que se encontraban en un estado mucho peor que el nuestro. Con cuidado, los llevamos hacia sus habitaciones.
Lucas soltó una carcajada al verlos. —Parecen niños —dijo, con una mezcla de ternura y diversión en su voz.
—¿Hace cuánto que no se divertían así? —pregunté mientras salía de la habitación, dejando que Lucas se encargara de cerrar la puerta.
—Hace bastante —respondió él, cerrando la puerta con suavidad.
Nos quedamos un momento en el pasillo, compartiendo una sonrisa cómplice. —Fue divertido, en realidad —admití, recordando los momentos de risas y baile.
—Sí, también me divertí —dijo Lucas, con una sonrisa que iluminaba su rostro. —, eres más... soportable de lo que parece
Solté una risa suave. —Y tú eres menos idiota de lo que parece
Lucas negó con la cabeza, aún sonriendo. —Bueno, ve a dormir que en unas horas volvemos a casa
Asentí y me dirigí a mi habitación, mientras Lucas hacía lo mismo. Cerré la puerta detrás de mí, me quité el maquillaje y la ropa, sintiendo el cansancio del día caer sobre mí. Me acosté en la cama, dejando que la comodidad me envolviera.
Justo antes de dormirme, el sonido de una notificación en mi celular me sacó de mi ensueño. Era un mensaje de Lucas.
Lucas: Creo que es mejor que no le comentes nada a nuestros padres sobre que... bailamos juntos.
Sabrina: No creo que hayamos hecho algo malo, pero lo podrían malinterpretar. No les diré nada.
Dejé el celular a un lado y cerré los ojos, dejando que los recuerdos de la increíble y divertida noche llenaran mi mente. A pesar de todo, había sido una noche especial, una que no olvidaría fácilmente.
Después de varias horas de sueño profundo, me desperté sintiéndome un poco desorientada. Me di un baño rápido para despejarme y, como me había sugerido mi padre, bajé al restaurante del hotel para desayunar antes de regresar a casa. Al entrar, noté que Lucas ya estaba sentado a una mesa, con la mirada fija en su taza de café. Evitaba mirarme, y no lo culpaba, porque yo estaba haciendo lo mismo. Ahora que el ambiente era más calmado y el efecto del alcohol había desaparecido, los recuerdos de la noche anterior comenzaron a inundar mi mente. Recordé cómo habíamos bailado juntos, y una sensación de vergüenza me invadió cada vez que nuestras miradas se cruzaban accidentalmente.
—¿Se divirtieron anoche? —preguntó mi padre de repente, rompiendo el incómodo silencio. Casi me ahogo al beber un sorbo de mi taza de chocolate caliente.
—Amm, fue divertido, me gustó mucho la fiesta —respondí, tratando de sonar casual. No estaba mintiendo, pero definitivamente estaba omitiendo algunos detalles.
—Sí, hace mucho que no salía, fue divertido —añadió Lucas, sin levantar la vista de su café. Su voz sonaba neutral, pero había una tensión palpable en el aire.
—Creo que nos pasamos un poco, pudieron haber tomado fotos —dijo Vanesa, la madre de Lucas, con una nota de preocupación en su voz y masajeando su frente.
—De igual forma, estaba muy oscuro y con el humo, creo que nadie vio nada raro —dije, evitando mirar a cualquiera de ellos. La verdad era que la oscuridad y el humo de la fiesta habían proporcionado una especie de anonimato que ahora agradecía.
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Alguien como tú
Teen FictionSabrina, una joven de veinte años, vive con su madre en una casa acogedora situada en un pequeño barrio olvidado por el tiempo. Su madre, deseosa de que Sabrina tenga un futuro mejor, insiste en que asista a la universidad. Sin embargo, la falta de...