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Capítulo 14: Fantasma del pasado.

Un nuevo día comienza, y siento mis ojos pesados y enrojecidos por la falta de sueño. La noche anterior había sido un torbellino de pensamientos y emociones, dejándome sin poder descansar. Me levanto con esfuerzo, me ocupo de mi higiene matutina y bajo a desayunar, aunque los nervios en mi estómago me impiden sentir hambre.

Al entrar en la cocina, me sorprendo al ver a mi padre y a Vanesa sentados a la mesa, disfrutando de su desayuno. La escena parece tan normal, pero mi mente está lejos de la tranquilidad que ellos aparentan. Me siento frente a ellos, tratando de mantener la compostura.

Un hombre del servicio se acerca y me pregunta qué deseo desayunar. Le respondo con voz suave, pero noto que me mira de una manera extraña. Sus ojos se abren con sorpresa, casi sin pestañear, y luego dirige su mirada hacia mi padre antes de volver a mirarme. Sin decir una palabra, se retira, dejándome con una sensación inquietante.

Mientras espero mi desayuno, no puedo evitar pensar en la expresión del hombre del servicio. ¿Por qué me miraba así?. Una idea aterradora cruza por mi mente: ¿nos habrá visto a Lucas y a mí anoche?.

Intentando mantener la calma, respiro hondo y pregunto con voz serena.

—¿Dónde está Lucas?

Vanesa, que está sentada en la mesa de la cocina con una taza de café humeante entre las manos, levanta la vista y me mira con una expresión tranquila. Sus ojos reflejan la luz matutina que entra por la ventana, y su rostro muestra una calma que contrasta con la inquietud que siento en mi interior.

—Salió temprano —responde con naturalidad, dando un sorbo a su café. —, dijo que tenía que hacer algunas cosas

Asiento lentamente, tratando de no mostrar mi preocupación. Mis pensamientos se arremolinan, pero mantengo una expresión neutral

Saco mi celular y rápidamente escribo un mensaje a Lucas.

Sabrina: ¿Dónde estás?, necesitamos hablar, surgió algo, es urgente

La respuesta de Lucas no tarda en llegar.

Lucas: ¿Es urgente?, voy para casa

Dejo el celular a un lado y trato de concentrarme en el desayuno que me han servido. Sin embargo, cada bocado se siente pesado y difícil de tragar. Los nervios recorren mi cuerpo, haciéndome imposible disfrutar de la comida. Mi mente sigue dando vueltas, preocupada por lo que podría haber sucedido y por la conversación que me espera con Lucas.

Después de terminar mi desayuno, a medias, me quedo en la sala, esperando a Lucas. El tiempo parece alargarse mientras mis pensamientos se enredan en una maraña de incertidumbre. Finalmente, escucho sus pasos acercándose y, cuando llega, lo tomo de la muñeca con una urgencia que no puedo disimular. Subimos las escaleras casi corriendo, y noto la preocupación y confusión en sus ojos.

Nos adentramos en mi habitación, y cierro la puerta tras nosotros. El silencio se vuelve pesado, cargado de tensión. Lo miro con nerviosismo, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Escucha, creo que alguien nos vio —susurro, mi voz apenas audible.

—¿Qué?, ¿quién podría...? —Lucas empieza a preguntar, pero lo interrumpo.

—Esta mañana, un hombre del servicio se me quedó mirando raro, miraba a mi padre como si quisiera contarle algo sobre mí

—¿Estás segura de que no es por otra cosa? —pregunta, tratando de calmarme.

Alguien como túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora