XL

20 1 0
                                    


Por Kayn:

Mientras yacía arrodillado, resignado y aceptando mi final ante la muerte, algo sucedió. Las sombras de Kindred, el Lobo y el Cordero, se cernían sobre mí, sus figuras espectrales listas para llevarme. Sentí sus frías garras extendiéndose, rozando mi alma. Una parte de mí estaba lista para dejarse llevar, para rendirse al destino que parecía ineludible.

Pero entonces, una luz brillante atravesó la oscuridad, cegándome momentáneamente. La sensación de pesadez en mi pecho comenzó a aliviarse, y el dolor insoportable dio paso a una calma extraña. 

Kindred (lobo): Fuiste afortunado esta vez, Kayn. Pero la fortuna siempre tiene un precio.

La voz grave y profunda del lobo reverberó en mi conciencia, un eco que se entrelazaba con el ritmo de mi corazón. Podía sentir sus ojos clavados en mí, incluso mientras la realidad se imponía sobre el limbo oscuro donde había luchado.

Kindred (cordero): Las marcas que dejaste no desaparecerán. Las consecuencias de tus acciones te seguirán, y sufrirás en vida por ello.

El cordero, con su tono sereno y compasivo, dejó una advertencia que caló hondo en mi ser. Sabía que habían permitido mi regreso, pero no sin un costo. Poco a poco, los sonidos de máquinas y voces apresuradas llenaron mis oídos mientras la vida lentamente regresaba a mí.

Abrí los ojos con dificultad, parpadeando contra las luces intensas del quirófano. Médicos y enfermeras se movían frenéticamente a mi alrededor, sus rostros concentrados y determinados. Sentí una máscara de oxígeno sobre mi rostro y las manos firmes de los profesionales estabilizando mi cuerpo herido.

Aún podía escuchar el eco de las palabras de Kindred en mi mente. Había sido salvado por poco, pero la sombra de sus advertencias pesaba sobre mí. 

Sentía como el aire frío del oxígeno llenaba mis pulmones, cada inhalación un recordatorio de que, contra todo pronóstico, seguía vivo. Mis sentidos se agudizaban lentamente, permitiéndome captar fragmentos de conversación entre los médicos.

Dr. Mundo: Pulso estabilizado... Necesitamos más unidades de sangre... —dijo, con tono de urgente eficiencia.

Intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía como quería. El dolor era una constante, un recordatorio agudo de mis heridas.

¿Qué significaba realmente sufrir en vida? Las palabras del Lobo y el Cordero eran claras, pero su verdadero alcance aún estaba fuera de mi comprensión.

Lentamente, comencé a recordar cómo había llegado hasta aquí. El enfrentamiento, el golpe que casi me llevó a las puertas de la muerte. No podía evitar pensar en Akali, en lo que debía estar sintiendo ahora. Ella había estado conmigo, luchando a mi lado, y ahora... Ni siquiera podía moverme, de asegurarle que estaba bien.

Intenté enfocarme en las palabras de Kindred. "Las marcas que dejaste no desaparecerán. Las consecuencias de tus acciones te seguirán, y sufrirás en vida por ello." ¿Qué significaba eso exactamente? ¿Acaso mis elecciones habían sellado un destino del cual no podría escapar?

Los médicos seguían trabajando a mi alrededor, y escuché fragmentos de sus conversaciones mientras luchaban por mantenerme estable.

Soraka: Necesitamos otra bolsa de plasma, rápido.

Dr. Mundo: Prepárense para la transfusión. Vamos a necesitar más estabilizadores.

La urgencia en sus voces era palpable, y aunque mi cuerpo estaba inmóvil, mi mente corría sin cesar. Recordé el enfrentamiento, la brutalidad del golpe que casi me había llevado al abismo. Pero algo me había salvado. Algo más allá de la casualidad. 

Fama Y Amor (Kayn X Akali)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora