Capítulo 5

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Becky's POV

¡Oh! ¡Por! ¡Dios!

La casa que Oliver había adquirido para nosotras era una maravilla a simple vista, y el interior seguramente era fenomenal. Estaba en uno de los vecindarios más acomodados de todo Bangkok y era lo más hermoso que hubiera visto en mi vida. Y eso que solo habíamos visto la fachada exterior, no me quiero ni imaginar los muebles.

Oliver es un exagerado siempre.

El camión de mudanzas llegó a los pocos minutos detrás de nosotras. No habíamos traído mucho, pues Oliver se había encargado de comprar casi todo de nuevo, así que lo único que ocupaba ese gran camión era mi auto, las maletas con el resto de nuestra ropa, la bicicleta de Marissa junto a otras cosas más de su habitación, al igual que de la mía. No tardamos mucho en tener todo listo, pues como había mencionado, Oliver era un exagerado. La casa tenía todo instalado, y la cocina ni se diga, era una maravilla ¡una preciosidad! Había cuatro habitaciones, un enorme pasillo en el segundo piso conducía a ellas. La sala era gigantesca, y en ella había un gran candelabro colgando del techo, dándole un aire de sofisticación. Unos hermosos muebles que a simple vista se notaban cómodos, una mesita en el centro y un gran plasma que se extendía por una gran parte en la pared, frente al mueble largo. Había una pequeña separación en la sala que da a una especie de mini salón, y al fondo una puerta corrediza que da al patio.

Cerca de la cocina, al fondo del pasillo, estaba el cuarto de lavados. Este era grande y tenía instaladas ya la lavadora y secadora. Cerca de este había un baño grande y frente a este baño había dos puertas, el uno era el almacén para guardar las cosas de aseo y el otro tenía un perchero, seguramente para guardar los abrigos.

— ¡Esta casa es tan genial! —escuché a Marissa exclamar desde el piso de arriba, seguramente habría encontrado su habitación con las cosas que su padre le había comprado.

Decidí continuar con la cocina, era amplia con un mesón americano imponiéndose a mitad de esta.

—Mamá ven a ver esto. —escuché a Marissa llamarme.

—Ya voy cariño. —respondí, caminando hacia las escaleras para luego subirlas.

Al estar en el segundo piso me dirigí rápidamente a la segunda puerta de mi lado derecho. Marissa ya había ubicado su nombre sobre ésta, era una especie de letrero de madera pintado de diferentes colores, simulando un arcoíris. Yo ya había visto mi habitación, era amplia y cómoda, y aquella cama me llamaba a probarla de una vez, pero tenía que terminar todo antes de siquiera pensar enecharme una siesta.

Di dos suaves toques sobre la puerta, sabía que Oliver había mandado a decorar con exactitud mi habitación, al igual que la de Marissa, solo que no había tenido la oportunidad de verla, así como tampoco sabía lo que le habría comprado esta vez.

Marissa estaba parada en mitad de su habitación, que al igual que la mía tenía un balcón al que se accedía por una puerta corrediza. Púrpura, de ese color estaba pintada la habitación, a Marissa le encantaba ese color y Oli lo sabía.

Una enorme cama con sabanas púrpuras, cerca de ésta se encontraba un escritorio de madera donde Marissa ya había ubicado su portátil. Una estantería se alzaba metros más arriba del escritorio, mi hija ya había empezado a ubicar sus libros en ese lugar. Frente a la cama estaba un enorme plasma y debajo de este un mueble con un reproductor de música y una consola de video juegos, que, por cierto, tenía a un lado varios cd de videojuego que tanto a Marissa como a él le gustaban.

También habían tres pufs, y si, también eran púrpuras.

—Woow. —suspiré. —Tu padre se lució con esta casa.

—Sí. —asintió de acuerdo. —Lo llamaré y le agradeceré por todo esto. —me dijo mientras caminaba hasta su portátil.

—Creo que mejor terminar de ordenar esto primero. —sugerí.

—Por favor, mami. —junto sus manos. —Hablaré rápido con papá y luego arreglaré todo, lo prometo.

—Está bien. —suspiré.

—Si quieres puedes quedarte, así le agradecemos las dos. Ya vi la cocina, papá sabía exactamente cómo la querías. —comentó, mientras encendía su computadora.

—Sí. —asentí. —Es hermosa. —le dije, caminando hasta su cama, donde se había instalado mientras esperaba a que su computadora encendiera completamente. — ¿No crees que tu padre este ocupado? —pregunté. —Son las once de la mañana, lo que significa que en Londres son las cinco de la mañana. —dije mientras observaba mi reloj. —Tu padre debe seguir durmiendo. —le recordé.

—Sí, pero siempre tiene tiempo para su bebé. —me sacó la lengua.

—Bueno, tienes razón. —sonreí.

Rápidamente Marissa abrió Skype, enviándole una invitación a su padre, quien enseguida contestó. Oliver sonreía a través de la pantalla, sus ojos brillaban de felicidad, él adoraba a nuestra hija y era lo que importaba.

—Hola cariño. —saludó a Marissa para luego sonreírme. —Hola Becky, espero no llames a reclamarme, sabes que no puedo contenerme, solo quiero lo mejor para mis chicas. —trataba de defenderse.

—Está bien Oliver, no estoy enojada...

—La cocina la suavizó papá. Es genial. —sonrió Marissa, interrumpiéndome. —Y mi habitación es fenomenal, te amo.

—Me alegra que te haya gustado cariño. —suspiró Oliver. —Y sabía que la cocina le gustaría a tú madre. Aunque en realidad fue Valeria quien se encargó que la cocina quedara así. Ella sabía que si la cocina era como a Becky le gustaba, no me iba a reñir por comprarles esa casa.

— ¡Dios! —suspiré tapando mi rostro. Escuché a ambos reírse de mí. — ¡Ya! Basta. —los regañé.

—Okay, okay. —dijo Oliver. —Será mejor que las deje, tengo que ir a terminar un papeleo a la empresa y llegar temprano a casa si no quiero que Valeria me cocine vivo. —hizo una mueca. —Becky los papeles de Marissa ya están en la escuela, en dos semanas empiezan las clases. —me avisó.

— ¿Tengo que usar uniforme? —preguntó Marissa.

—Sí. —asintió Oliver. —Ya hice el pedido de tu uniforme, debe llegarte en esta semana. —respondió.

— ¿Qué tan lejos está la escuela, papá? —preguntó Marissa. Ella adoraba estudiar, era tan parecida a mí en ese aspecto. Las vacaciones le gustaban porque así podría pasar en Londres con su padre, pero aun así prefería que acabaran rápido. Ella amaba aprender.

—No esta tan lejos, hija. Tu madre te llevará hasta que cumplas los dieciséis y saques tu permiso. —le recordó.

—Vendrás para mi cumpleaños ¿verdad? —le preguntó. —Claro que si cariño. Tu hermano está ansioso, y Valeria también, pasaremos la navidad allá.

—Eso me hace feliz. —respondió Marissa.

Su padre le había prometido su auto para los dieciséis, pero más que eso, ella quería pasarlo junto a él, y también le agradaba la idea de tener a Jake y a Valeria en uno de sus días más importantes.

—Bueno hermosas, me tengo que ir. Cuídense. —se despidió.

—Tú también, Oli. —sonreí.

—Adiós papá, te quiero. —Marissa le lanzó un beso y sonrió. Poco después la pantalla se puso negra.

—Bien pequeña... —suspiré, poniéndome de pie. —A arreglar tus cosas

—Está bien, mamá. —asintió, poniéndose de pie y dejando la portátil sobre su escritorio.

—Bien cariño, iré a preparar la comida. —avisé. — ¿Qué quieres? —le pregunté.

— ¡Pasta! —respondió enseguida. —Pasta será. —sonreí, saliendo de su habitación.

En dos semanas ella empezaba clases en su nueva escuela, y en dos semanas yo iniciaba mi nuevo trabajo como jefa de redacción en una de las mejores empresas de Bangkok. Solo esperaba que en esta nueva vida que estábamos empezando, todo salga bien y poder cumplir la promesa que le hice a mi hija. Pero, sobre todo, esperaba poder volver a ver a la linda chica de ojos cafés, lo deseaba.

La madre de mi mejor amiga | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora