Capítulo 6

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Becky's POV

— ¡Mamá, la puerta! —escuché a Marissa.

Ella había subido a su habitación hace poco, después de comer, mientras yo me encargaba de ordenar la cocina. Yo ya había terminado todo, éramos únicamente ella y yo, no se ensuciaba mucho, así que rápidamente sequé mis manos y caminé en dirección a la puerta, seguramente sería la visita de algún vecino.

—Hola, bienvenida. —me saludó una mujer de aproximadamente unos cuarenta años.

—Hola, muchas gracias. —sonreí, aceptando la pequeña canasta que me extendía.

—Soy Kanya Chankimha. —se presentó. —Vivo a un par de casas más adelante, notamos el camión de mudanza, así que quise venir a presentarme y decirte que cualquier cosa que necesites, no dudes en pedirlo. Para eso estamos las vecinas. —me sonrió. Ella era tan amable.

—Muchas gracias, la verdad creo que necesitaré mucha ayuda. Soy nueva en la ciudad. —comenté. — ¡Oh! Por cierto, no me he presentado, soy Rebecca Armstrong. —dije, extendiendo mi mano. Ella me sonrió y me observó detenidamente al tiempo que estrechaba mi mano.

— ¿Rebecca Armstrong? —susurró. —Tu nombre me suena conocido. —yo solo sonreí. — ¡Oh! Ya lo recuerdo. —tronó los dedos y asintió. —Mi hija está obsesionada con sus libros.

— ¡Oh! Gracias. —me ruboricé, a pesar de tener gran éxito con mis novelas, no siempre me reconocían y eso no me molestaba, pero las pocas veces que sucedían, me sentía halagada.

—Sí, ella pasa leyendo y releyendo sus libros. —asintió. —Dice que cada vez que lo vuelve a leer, escomo si lo entendiera mejor, que encuentra cosas nuevas... cosas que no había captado en su primera lectura... O eso es lo que siempre nos dice. No hay momento en el que no tenga su cabeza pegada en uno de esos libros. —sonrió. —Pero esa es mi hija menor, mis dos hijos mayores prefieren las adaptaciones en películas.

—Bueno, una película no siempre cuenta toda la historia. —le dije. —Yo prefiero los libros, al igual que mi hija.

— ¿Tienes una hija? —preguntó, su sonrisa no se acababa, seguía ahí, intacta. —Freen no me lo había contado. —susurró. —Entonces eres casada. —asumió, mirando mi mano. Imaginé que buscaba algún anillo.

—No. —negué. —Estamos separados. Yo... la tuve muy joven, ella va a cumplir dieciséis en un par de meses. Además, prefiero mantener mi vida privada así: privada.

— ¡Oh! —asintió. —No te preocupes, eso suele suceder. ¿Pero eso no ha afectado a tu hija? —pregunto, realmente interesada.

—Ah, no. Claro que no, Mar lo ha tomado muy bien desde el primer momento. —asentí. —Ellos tienen una muy buena relación y eso es lo importante. —recalqué.

—Bueno, en eso tienes razón. —asintió.

—Sí. — sonreí. —Por Dios, que grosera...—golpeé mi frente, abriendo un poco más la puerta. —¿Gusta pasar?

—Claro, de todas formas, me han dejado sola en casa. —comentó mientras entraba.

— ¿Enserio? —pregunté divertida, guiándola a la sala. Coloqué la canasta sobre la mesita de centro y me senté junto a Kanya.

—Sí, hoy llegaron unas sobrinas, mis hijos decidieron irse a pasear con ellas. Y mi esposo tuvo que irse de urgencia a la empresa.

—Entiendo. —asentí.

—Por cierto. —suspiró. —Freen acaba de cumplir los dieciséis...—comentó. —Sería bueno que se conociera con tu hija... ¿a qué colegio irá? —preguntó.

—Sinceramente aún no lo sé. Oliver es quien se encargó de todo eso. —respondí.

— ¿El padre de la niña? —preguntó.

—Sí. —asentí.

—Bueno, imagino la habrá matriculado en el que está cerca del vecindario.

—Eso me dijo.

—En ese caso sería el Brighton College Bangkok, es un buen colegio. Mi hija menor va a ese y mis otros dos hijos estudiaron ahí también.

— ¿Enserio? Eso es estupendo. —le sonreí. —Así podrían conocerse, y Mar no estaría sola en su primer día.

—Tienes razón. Mi hija menor va a penúltimo curso.

—Marissa también, ojalá sean compañeras. —Eso sería estupendo. —comentó divertida.

El resto de la tarde la pasamos conversando. Kanya era una mujer muy graciosa y me había dado uno que otro consejo de seguridad para pasear por Bangkok.

Marissa se nos unió un rato después, había estado hablando con Valeria y su hermanito. Me alegraba lo feliz que se ponía cuando hablaba con el pequeño Jake.

Kanya invitó a Marissa a pasarse mañana por su casa, para que pudiera conocerse con los hijos de ella. Mi hija aceptó, pues yo debía salir y hacer unos trámites en cuanto a mi nuevo trabajo.

Antes de irse Kanya me dijo que no le contaría a su hija que yo era su nueva vecina, pues quería que en la cena que planearíamos ese fin de semana, ella se sorprendiera. Me pareció graciosa su idea, pero de todas formas acepté.

Ahora Marissa estaba ansiosa, ella adoraba hacer amigos y no podía esperar al día siguiente. Esa noche tuve un pequeño presentimiento, estaba segura de que mi vida cambiaría por completo, tenía una pequeña ansiedad que no me dejaba dormir, y nuevamente recordé a la chica del aeropuerto. A ella y sus hermosos ojos cafés. 

La madre de mi mejor amiga | FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora