Charlotte's POV
Todo era cálido al estar junto a ella. Su mirada me penetraba, sentía que veía mi alma. No sabía si sentir algo así era real. Me gustaba. Pero estaba mal.
Aparté la mirada provocando que frunciera el ceño.
— ¿Todo bien? —preguntó.
—No, Engfa. —Respondí tajante.
Me levanté de la mesa dispuesta a irme de la cafetería.
—No otra vez, por favor. —suplicó. Tomó mi brazo delicadamente para darme vuelta y estampar nuestros labios. Hacíamos una sincronía perfecta. ¿Quién era yo para resistirme a sus labios? Una pregunta mejor, ¿quién era yo para resistirme a ella?
Freen se había ido temprano hoy. Caminaba a paso lento por la banqueta para dirigirme al hospital.
Mi abuela no se encontraba bien, por eso estaba allí.
Llegué encontrándome con la sala de espera vacía, a excepción de alguien que estaba sentado en una esquina con una frazada encima cubriéndolo.
Qué extraño.
Me senté del otro extremo, pero en la misma fila, mi ceño estaba fruncido, tenía curiosidad de saber quién estaba debajo de esa cosa.
Mi teléfono cayó de mis manos, provocando que la persona debajo de esa cosa se moviera.
Sonrojándome, me agaché a levantarlo. Iba a encenderlo cuando me di cuenta de que la batería no se encontraba en el lugar que debería.
—Mierda. —murmuré.
Cuando volteé de nuevo, vi una mano extendiéndome la batería que buscaba. Sin dudarlo la tomé tocando sin querer su mano. Sentí una pequeña corriente en mis dedos. Mis ojos se abrieron, asustados por el sentimiento. Alcé la mirada y los vi.
Unos grandes ojos me miraban. Me congelé sin saber qué hacer.
Mis ojos comenzaron a recorrer su cara. Tenía una piel pálida, sus ojos cafes resaltaban bajo sus grandes cejas, su cabello castaño perfectamente lacio. Mis ojos siguieron bajando para detallar su vestimenta; una camisa blanca con un estampado que decía fuck en negro, unos pantalones ceñidos a las piernas con unas pequeñas aperturas en las rodillas.
El aire se me fue de los pulmones, esta chica era hermosa. Cuando mis ojos subieron de regreso a los suyos tenían una ceja levantada seguida de una sonrisa burlona.
—Ya sé que estoy buena, amiga. —su voz, era la perfecta sintonía. Mi sonrojo se hizo evidente, me había pillado viéndola.
Su teléfono sonó distrayéndome y dándome ventaja de separar la mirada. Me levanté para irme a la cafetería para esperar ahí a mis padres, cuando sentí un papel en mi mano.
—Mi número. —ya se estaba yendo cuando se dio la vuelta. —Por cierto, mi nombre es Engfa, Engfa Waraha.
Eso fue ya hace semanas, el día que la conocí. Podría recordar muchas cosas que hicimos juntas.
Sentir sus labios sobre los míos, me hace sentir completa.
Pero, no ¡esto estaba mal!
Llevaba cerca de un mes hablando a diario con Engfa por mensaje.
Tenía una llamada entrante. Era ella.
—Hola. —Contesté risueña, amaba que me llamara solo porque quisiera escuchar mi voz.
—Hola, preciosa. —El rubor en mis mejillas se hizo presente. —Escuché que no te gustan las flores, ¿es cierto?
Negué rápidamente, aunque no me pudiera ver.
—Me encantan las flores, aunque nunca me han regalado algo que no fueran rosas. —digo un poco desanimada, me gustan las rosas, pero quería algo diferente, aunque sea una vez.
—Que rara. —Rio.
El timbre me hizo levantar del sofá de mala gana.
—Espera, ahora regreso. —seguí con el teléfono en mi oreja y fui a abrir la puerta.
Unos girasoles fue lo primero que vi. Poco a poco fueron bajando, encontrándome con los ojos de Engfa.
No lo podía creer.
Solté el teléfono llevando las manos a mi boca.
—Dios Mío, no puede ser. —Salté a sus brazos con alegría, ella me dio una vuelta riendo de igual manera.
—Para ti. —Las extendió con un sonrojo en sus mejillas, aunque sonriendo.
— ¿Para mí?
—Siempre para ti.
Y me besó.
Sentir unos manos aparte de las de Freen me hacían sentir mal. Muy mal. Esto estaba mal. No paraba de repetirlo, sin embargo, parecía no importarme mucho.
Porque no podía, simplemente no podía alejarme. Una vez que conoces a tu complemento no puedes dejarlo ir.
Pero ¿y Freen? Yo la amo, la amo de verdad. Aunque... ¿Realmente lo hago?
Pensaba mil cosas mientras nos besábamos, sentía sus manos descansar en mis caderas mientras las mías apretaban su cuello en busca de más acercamiento.
— ¡¿Qué mierda está pasando aquí?!
Mierda, pensé, separándome rápidamente de Engfa y viendo a la dueña de aquella voz. Estaba jodida.
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La madre de mi mejor amiga | FreenBecky
RomanceAun no entiendo que me sucede, aun no sé cómo he llegado a esto, pero aquí estoy, pensando en ella. Ella, la mejor amiga de mi hija. Esta historia solo es una adaptación.