Era otro lunes de esos en los que el sol apenas comenzaba a calentar el patio, y estábamos todas formadas, mi amiga y yo en la primera fila, cumpliendo con los honores a la bandera. El ambiente era siempre el mismo, casi monótono, pero en el fondo, yo siempre tenía la esperanza de que algo cambiara, de que algo inesperado sucediera. Ese día, mi Zorreador no tardó en llegar. Lo vi acercarse desde lejos, pero no venía solo. Había alguien más con él, aunque no me importaba mucho quién era. Todo mi enfoque estaba en él, en su figura caminando entre las filas, en su expresión que siempre me dejaba sin aliento, en su presencia que, incluso a la distancia, hacía que el aire a mi alrededor se sintiera diferente.
Mientras mi mente vagaba entre pensamientos y recuerdos sobre él, sucedió algo que jamás hubiera esperado. Escuché claramente su voz, esa voz que tantas veces había deseado que me hablara, que se dirigiera a mí con algo más que palabras cortas y distantes. "¿Me acompañas a hacer mi servicio?" dijo. Me quedé en shock, porque entre todas las personas que estaban ahí, él me había elegido a mí. No le había pedido que me considerara, no había hecho nada para que él me lo propusiera, pero él lo había hecho. De alguna manera, quería que yo, justo yo, lo acompañara. Y en ese instante, algo dentro de mí se estremeció.
Era como si de repente el mundo se hubiera detenido. Todo lo que había soñado, todas las veces que había imaginado estar más cerca de él, se materializaban en ese preciso momento. No podía creerlo, ¿mi Zorreador me estaba pidiendo que lo acompañara? Parecía que, por fin, él también quería estar conmigo, que había visto algo en mí que lo hacía desear mi compañía. El simple hecho de que me lo pidiera, de que me eligiera entre tantas personas, me hacía sentir en la cima del mundo. Era como si todas las barreras que nos habían separado hasta ese momento se hubieran desvanecido.
Pero justo cuando todo parecía perfecto, cuando estaba a punto de contestarle, algo interrumpió ese momento. Mi amiga, distraída y moviéndose en su lugar, pisó accidentalmente la bota de mi Zorreador. La situación, que podría haber sido insignificante, se volvió un caos para mí. Todo sucedió en un segundo: las filas comenzaron a moverse, los honores llegaron a su fin, y en medio de la confusión, perdí mi oportunidad. Mi oportunidad de contestarle, de decirle que sí, que lo acompañaría, que estaría con él.
Lo vi alejarse entre la multitud, sin haberle dado una respuesta, sin haber podido aprovechar ese instante que tanto había esperado. Y aunque parecía que solo era cuestión de tiempo para que volviera a pedírmelo, para que se diera otra oportunidad, en el fondo sentía una profunda frustración. Sabía que algo tan especial no sucedía dos veces de la misma manera. Ese momento había sido único, y lo había dejado escapar.
Caminé junto a mi amiga, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Ella, sin darse cuenta del impacto que había tenido al pisar la bota de mi Zorreador, me miraba con una mezcla de curiosidad y preocupación, pero yo no podía decir nada. Solo podía pensar en lo que había perdido, en lo cerca que había estado de cumplir un sueño, y en cómo, de un segundo a otro, todo se había desvanecido.
Pasaron los minutos y el bullicio de los alumnos moviéndose me parecía tan distante. Mi mente seguía atada a ese breve instante, a su voz pidiéndome que lo acompañara, a la posibilidad de haber compartido algo con él, de haber estado más cerca de lo que jamás había estado antes. Y mientras caminaba, con mi amiga a mi lado, sentí una mezcla de tristeza y nostalgia por lo que pudo ser y no fue.
¿Por qué no había podido contestarle a tiempo? ¿Por qué todo tenía que pasar tan rápido? Me preguntaba si alguna vez volvería a tener esa oportunidad, si mi Zorreador volvería a verme de esa manera, si alguna vez volvería a pedirme algo tan simple pero tan significativo. Pero mientras esos pensamientos me invadían, me di cuenta de que lo único que me quedaba era esperar. Esperar que, tal vez, en algún otro momento, el universo me diera otra oportunidad.
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Enemies to Lovers
RomanceEn un día de San Valentín, mi mundo dio un giro inesperado al conocer a "Zorreador", un chico de la preparatoria que inicialmente despertó en mí sentimientos de desdén y antipatía. Sin embargo, todo cambió cuando una simple solicitud de ayuda desenc...