Durante uno de mis días de servicio social, tuve otra de esas interacciones con mi Zorreador que parecen sacadas de una película. Después de un día agotador, me senté afuera del invernadero para descansar un poco. Para mi sorpresa (y emoción disimulada), mi Zorreador se sentó justo a mi lado.
El ambiente se llenó de una melodía desconocida mientras él comenzó a cantar. Aunque no reconocí la canción, una parte resonó en mi mente cuando dijo "¿Has soñado conmigo?". Quise actuar como si estuviera ocupada con mi celular, ignorando su presencia, pero en realidad estaba totalmente concentrada en cada palabra y gesto suyo.
Después de la canción, mi Zorreador comenzó a hablar más, sumergiéndome en una conversación que me dejó intrigada y fascinada a la vez. En un momento de distracción, me tiró baba en el ojo, lo que me hizo reaccionar con un reclamo. Sabía que si le decía, captaría su atención de una manera peculiar, algo que secretamente quería.
Recuerdo que solíamos utilizar expresiones como "KHEEE" y "TRAKA" en nuestras conversaciones, y curiosamente, Zorreador empezó a incorporarlas más a menudo después de ese día.
Estos pequeños momentos parecían construir un puente entre nosotros, llenos de melodías y conexiones que me dejaban preguntándome qué significaban realmente para él, y para mí.
Entiendo, aquí tienes el siguiente capítulo basado en la experiencia que compartiste:
Otro sábado de servicio social, mientras conversaba con mis amigas sobre los perros del lugar, mencioné la situación de un husky con garrapatas y mi labor en una fundación que rescata animales callejeros. En ese momento, Zorreador se unió a la conversación y dijo que tenía dos perros.
—Ahhhh —respondí con una sonrisa, siguiendo el juego—. ¿Tienes perros?
Parecía divertido ver su reacción mientras fingía cierta incredulidad, aunque en realidad creía cada palabra que decía. Él notó mi reacción y prometió enviar un video cuando llegara a casa.
—Cuando llegue a casa te voy a mandar el video —dijo con seguridad.
—Ah, bueno —contesté, tratando de no darle demasiada importancia.
Mis amigas, que también eran amigas suyas, me advirtieron que probablemente se le olvidaría enviarlo.
—No te va a mandar nada, se le va a olvidar —dijeron con tono burlón.
Aunque pensé que podrían tener razón y que quizás no era tan importante para él, al final del servicio social revisé mi celular y encontré un video de Mi Zorreador. Casi grité de emoción al verlo. En el video, mostraba a sus dos perros, una pitbull y una pastora belga, mientras bromeaba sobre el estado del patio.
—El patio está todo cagado, JAJAJA —decía en tono bromista.
—Ni se ve —respondí riendo—. Ey, qué rápido llegaste.
Recordé cada detalle emocionante y se lo conté todo a mi amiga, quien simplemente dijo:
—Pero es que contigo es diferente. Él te ama y te adora con toda su vida.
Esa declaración resonó en mi mente, sembrando semillas de esperanza y confusión sobre lo que realmente significaban estos gestos y palabras de mi Zorreador.
Al sábado siguiente:
Recuerdo otro de aquellos días del servicio social, donde cada interacción con mi Zorreador me hacía sentir más enamorada.
En esa ocasión, unos perros callejeros habían dañado parte del invernadero. El maestro puso a mi Zorreador y a otro amigo a repararlo. Terminé mi tarea rápidamente y me uní a ellos, buscando cualquier excusa para estar cerca de él.
Afuera estaba nuestro amigo, mientras que mi Zorreador trabajaba adentro del invernadero. Decidí quedarme adentro con él, sentándome en la tierra a su lado mientras él cosía. Aproveché cada oportunidad para acercarme, sosteniendo la malla del invernadero mientras él pasaba el hilo y lo jalaba para que no quedara flojo.
Cada vez que avanzaba, nuestras manos se rozaban, creando una conexión tangible entre nosotros.
Nuestro amigo, desde afuera, le decía a mi Zorreador que hiciera bien su trabajo, y ellos comenzaron a pelear en broma. En un momento, mi Zorreador le dijo:-Cálmate, que te voy a echar a la Yajaira.
Yo, perdida en mis pensamientos, no dije nada, pero escuché todo. De repente, mi Zorreador comenzó a hablar de los perros que habíamos mencionado el sábado anterior.
—¿Ahora sí me crees que tengo perros? — dijo, como si realmente le importara lo que yo pensara.
Trataba de mantenerme racional, pero su insistencia hacía difícil no emocionarse.
Mientras me sentaba, mi Zorreador tocó mi pelo, y accidentalmente me jaló la liga, despeinándome.
-¡Ay, perdón, te despeiné! —dijo con una expresión de pánico, como si temiera que reaccionara mal.
No pude evitar sonreír ante su reacción.Luego, mientras seguíamos trabajando, me hizo varias veces el gesto de "chupa chupa" desde su posición en la cubeta. En un momento, jaló mi cabeza hacia él y se abrió de piernas, creando una cercanía inesperada que me dejó sin palabras.
Esos momentos, aunque breves, se convirtieron en recuerdos inolvidables que me hacían preguntarme si mi Zorreador sentía lo mismo que yo, o si solo era parte de juego.
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Enemies to Lovers
RomansaEn un día de San Valentín, mi mundo dio un giro inesperado al conocer a "Zorreador", un chico de la preparatoria que inicialmente despertó en mí sentimientos de desdén y antipatía. Sin embargo, todo cambió cuando una simple solicitud de ayuda desenc...