Aquel día en clase con el maestro de módulo, la situación era tan normal como cualquier otra, hasta que mi amiga tuvo que irse a hacer su examen, dejándome sola en el salón. Aproveché ese tiempo para observar a mi Zorreador, quien siempre encontraba formas de captar mi atención. Cuando mi amiga regresó, no podía esperar para contarle lo que había pasado.
Mientras le susurraba al oído los detalles de mis interacciones con Zorreador, él se paró de repente. Nos miró y, de la nada, dijo algo que nos hizo estallar en risas: "Me están zorreando". Nosotras, sin poder contener la risa, encontramos hilarante que él mismo se refiriera con su apodo sin saberlo. Nos preguntábamos qué habría pasado por su mente, y mi amiga comentó que él había estado mirándonos fijamente mientras le contaba lo sucedido.
Lo que quería contarle a mi amiga era un momento que había sucedido en clase cuando el maestro preguntaba sobre las normas sanitarias. Mi Zorreador, sin perder la oportunidad, contestó en voz alta: "La Norma Yajaira". Todo el salón lo escuchó, y no pude evitar sonreír al darme cuenta de que incluso en un contexto académico, yo estaba presente en su mente.
Más tarde, durante la siguiente clase, acompañé a mi amiga al salón del próximo maestro. Mientras estábamos allí, llegó mi Zorreador. Sentí una emoción repentina cuando escuché mi nombre en su voz: "Yajaira". Volteé rápidamente y él, con una sonrisa, me llamó "mamá perruna", sabiendo cuánto amo a los perros y mi labor en la fundación de rescate animal.
Entonces, pasó algo inesperado. Se detuvo y regresó hacia mí, rozando mi pelo suavemente con su mano. Lo empujé juguetonamente y empezamos a bromear como niños pequeños. En un momento, se quedó mirándome fijamente, analizándome, y yo, sintiendo su mirada penetrante, me voltee hacia mi amiga. No podía resistir su contacto visual sin sentirme nerviosa.
Se acercó más y dijo algo que me hizo estremecer: "Se te miran muy bien". Me perdí en su mirada, apenas escuchando las palabras. Mi amiga, sin saber lo que realmente significaba para mí, añadió: "Mi amiga la ojo verde". Prefería mil veces que me llamara Yajaira que "amigaaaa".
Sus palabras sobre mis ojos verdes contrastaban con las opiniones de mis otros amigos, quienes pensaban que me veía rara con los lentes de contacto. Pero a mi Zorreador le gustaban, y eso era lo único que me importaba. Me quedé pensando en cómo, en esos momentos, él lograba hacerme sentir especial, incluso en las situaciones más simples.
ESTÁS LEYENDO
Enemies to Lovers
RomantiekEn un día de San Valentín, mi mundo dio un giro inesperado al conocer a "Zorreador", un chico de la preparatoria que inicialmente despertó en mí sentimientos de desdén y antipatía. Sin embargo, todo cambió cuando una simple solicitud de ayuda desenc...