A pesar del susto con la enfermedad de Seojun, la tensión entre Felix y Eunwoo no se disipó. Las discusiones continuaban y cada vez se hacían más frecuentes y amargas. Felix sentía que estaba al borde del abismo, sin saber cómo salvar su matrimonio ni proteger a su hijo del ambiente tóxico que se había creado.
Una tarde, después de una fuerte discusión, Felix se refugió en el estudio de Hyunjin. Había llegado a confiar en su cuñado como su principal apoyo emocional. Hyunjin lo recibió con una mirada de preocupación.
— Felix, no puedes seguir así. Esto te está destrozando —dijo Hyunjin, sirviéndole una taza de té para calmarlo.
Félix suspiró, dejando caer la cabeza en sus manos.
— No sé qué hacer, Hyunjin. Cada día se vuelve más insoportable. Estoy preocupado por Seojun... no quiero que crezca en un ambiente así —dijo, su voz quebrada.
Hyunjin se sentó junto a él, colocándole una mano en el hombro.
— Vamos a encontrar una solución, Félix. No estás solo en esto —respondió, tratando de infundirle ánimo.
Después de un momento de silencio, Félix levantó la vista y decidió que era hora de contarle a Hyunjin algo que había mantenido en secreto durante mucho tiempo.
— Hyunjin, hay algo que debo confesarte. Hace tiempo descubrí el testamento de tu abuelo. Sabía que el primer nieto que tuviera un hijo sería el heredero de Diamonds. He mantenido esto en secreto. —dijo, su voz temblando de emoción.
Hyunjin lo miró sorprendido, sin saber qué decir al principio.
— ¿Sabías eso todo este tiempo? —preguntó finalmente, sintiendo una mezcla de traición y comprensión.
Felix asintió lentamente.
— Sí, lo sabía. Pensé que al mantenerlo en secreto podría proteger a todos, pero veo que solo he empeorado las cosas —dijo, con lágrimas en los ojos.
Hyunjin tomó una profunda respiración, tratando de procesar la información.
— Felix, hay algo que también necesito decirte. Yeji y yo... no somos hijos biológicos de los señores Hwang. Fuimos adoptados cuando éramos bebés. Siempre supe que nuestro abuelo no nos quería por eso, pero nunca supe que había dejado algo tan importante en su testamento —confesó Hyunjin, su voz llena de amargura.
Félix lo miró con asombro.
— No tenía idea, Hyunjin. Eso debe haber sido muy difícil para ti —dijo, tomando la mano de su cuñado en un gesto de apoyo.
Hyunjin asintió, con los ojos llenos de lágrimas no derramadas.
— Siempre supe que mi abuelo no nos quería, pero eso no cambia el hecho de que somos familia. Gracias por confiar en mí, Félix. Ahora, más que nunca, necesitamos estar unidos para enfrentar esto —dijo, apretando la mano de Felix con fuerza.
Felix asintió, sintiendo una pequeña chispa de esperanza.