Lo que menos quería Félix era discutir, pero ahí estaba, frente a Eunwoo, quien mantenía su vista fija en los papeles ubicados en el escritorio.
—¿Deseas algo? —preguntó Eunwoo, sin levantar la mirada.
—Necesitamos hablar, ¿o es que vas a ignorarme siempre?
El pelinegro dejó lo que estaba haciendo y miró a su esposo.
—¿Qué quieres? —aquello salió de forma abrupta.
—Quiero que estemos bien.
—Eso no va a pasar, no después de lo que sucedió.
Y ahí estaba de nuevo, tirándole algo que no era solamente suyo, porque Félix no tenía la culpa de lo que había sucedido. Nada era culpa suya.
—Deja de culparme.
Eunwoo cerró sus puños en forma de frustración.
—Lo es. Por tu culpa perdí a mi hijo.
Félix explotó.
—¿Sabes qué? Tienes toda la maldita razón. —Se levantó de su asiento, acercando su cuerpo hasta el contrario y lo miró fijamente—. Yo soy el culpable de encontrar ese testamento donde tu abuelo dejaba como cláusula lo del nieto y su primer hijo.
El mayor abrió los ojos en grande, aturdido por lo que le había dicho su esposo.
—Yo tuve la culpa de descubrir tu sucio secreto, ¿no es así? —se alejó—. Fue por mí que perdimos a nuestro hijo. —Hizo énfasis en la palabra "nuestro".
—¿Cómo pudiste hurgar entre mis cosas?
El rubio estalló en risas ante lo que había escuchado. No podía creer el descaro de su marido al reclamarle por ver sus papeles antes de explicarle por qué había sostenido esa mentira.
—¿Te molesta más eso que el hecho de que lo haya descubierto?
—¿Descubrir que no te quise?
Primer golpe.
—¿Que fuiste mi pase libre para la herencia?
Segundo golpe.
—¿Que lo único importante que tengo es Seojun y no tú?
Tercer golpe.
Félix no iba a darle el gusto de verlo roto, así que se tragó sus lágrimas y el nudo en su garganta.
—Lo único que buscaba era que fuéramos una familia y que estuviéramos juntos para nuestro hijo.
—Lo estamos. Si no dices nada y no sigues molestando, vamos a seguir estando juntos.
—¿Me estás diciendo que tengo que acoplarme a lo que tú digas?
—A lo que yo diga.
No quería perderlo todo, no de nuevo. No tenía a nadie más que a él.
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