No le sigo, me quedo desayunando en silencio, escuchando las conversaciones de mis compañeros mientras hablan y siento la mirada del míster atento a mis movimientos. Más bien, tengo sus ojos clavados en mí cada vez que decido mirar el resto de sala, por si en algún momento decide volver Pedri.
—¿Estás bien? —pregunta en un susurro David cuando la conversación se centra en otra parte de la mesa.
—Sí, ¿por qué no iba a estarlo? —respondo casi sin mirarle.
—Estás muy callado, Simón.
—No me llames así —me giro para dirigirle una mirada de enfado, aunque no sea real, pero no soy capaz de ponerla en cuanto veo la preocupación de su mirada.
—Unai, puedes confiar en mí.
Le miro y sé que lo dice de verdad, es mi amigo pero no le he contado nada de esto. No he sido capaz de comentarlo con nadie, no quiero implicar a ninguna persona más en todo esto para que no tenga que mentir por mí.
—No es el lugar —termino por responder.
—Está bien, ¿vamos?
Sin responderle, se pone de pie y me mira para que le siga, cosa que hago sin dudar. Va directo al ascensor, no sé dónde quiere ir pero me fío de sus pasos. Cuando subimos, da a nuestra planta e imagino que será a una de nuestras habitaciones.
—Así hago la maleta mientras hablamos.
—¿Te ha dado tiempo a deshacerla?
—Soy muy indeciso con lo que ponerme —se ríe.
Vamos hasta su habitación y en cuanto abre, me doy cuenta a lo que se refiere. Tiene una maleta pequeña pero parece que todo lo que había en ella ha terminado en el armario.
—Son manías que tengo lo de guardarlo todo al llegar al hotel, no puedo evitarlo.
—Yo no voy a juzgarte.
Echa sobre la cama la maleta abierta y empieza a coger todo lo que tiene en el armario, para dejarlo justo al lado y me mira cuando me siento en silencio en la butaca que hay frente al colchón.
—¿Vas a comenzar a contarme o de verdad es necesario que te vuelve a preguntar, Unai?
—No sé, tío, es que si comienzo a decirlo en voz alta será demasiado real como para frenarlo entonces... —suelta lo que tiene en las manos y se sienta frente a mí, me observa sin decir nada y me asusta —, ¿qué coño haces?
—Analizar la gravedad del asunto, trato de saber si has matado a alguien, atracado un banco o tienes un hijo secreto por ahí.
—¿Qué dices?
—Que si no es nada de eso y tampoco eres el culpable del fin del mundo, seguramente tenga solución o no sea tan grave —se levanta nada más terminar de decirlo y continúa gestionando su ropa.
—¿Por qué crees eso? —me levanto, abro la puerta de la pequeña terraza y me quedo apoyado ahí, sin mirarle.
—Porque haberse enamorado no es el fin del mundo, Unai...
—¿Qué? —me giro bruscamente y David sigue como si nada —. Yo no me he...
—Ya claro, y yo no soy el portero suplente de la selección.
Suspiro con su respuesta. Lo hago tanto que me quedo sin aire en los pulmones, salgo a la terraza y me quedo mirando a la nada. No responde porque no sé qué decirle, ¿me he enamorado? Es imposible ¿o no? No lo sé. Ahora mismo me siento perdido. Claro que quiero algo más con él, Pedri me hace sentir cosas que no sabía que podía vivir pero no va a salir bien, eso es algo sé de sobra y que, si él es un poco inteligente, también debe ser consciente de ello.
—Va —dice David saliendo a la terraza —, cuéntame cómo ha pasado.
—¿No quieres saber primero quién es?
—He visto el vídeo, un par de hilos en twitter de momentos vuestros y...
—¿Cómo? —me giro a mirarle sin creerlo.
—Tío, la gente es muy rápida recopilando estas cosas y, sinceramente, les encanta veros juntos. Mira.
Saca su móvil y busca algo, me lo pasa y en la pantalla hay un hilo en twitter con momentos en los que Pedri y yo estamos juntos. El primero es el mismo vídeo que me enseño ayer nuestro entrenador, lo he visto varias veces y, sinceramente, es hasta adictivo. Las siguientes imágenes son del directo que estuvo haciendo en el autobús, mientras hacíamos el recorrido para enseñar la copa por Madrid y las capturas dejan claro que mi mirada solo podía centrarse en él. También hay uno de cuando le estuve ayudando en el escenario.
También está nuestro abrazo cuando nos eliminaron en el último campeonato. Todavía recuerdo el dolor de ese momento, y la tristeza que sentí cuando vi como nuestros sueños se rompían, pero todavía me dolió más verle así de destrozado y no pude hacer otra cosa que abrazarle. Siempre he sentido que lo nuestro era una amistad especial pero nunca que pudiera ser algo más... pero la noche que nos clasificamos en Alemania todo pasó a ser distinto. O tal vez ya lo era y no me había dado cuenta.
El último vídeo es de cuando nuestros equipos se enfrentaron en la copa del rey, coincidimos antes del encuentro mientras entrenábamos en el campo y saludé a todos, menos a él. Por alguna razón esquivé el momento de saludarle y él se picó, reclamó mi atención y yo no pude evitar dársela. Siempre hemos funcionado así, picándonos mucho pero siendo apoyo del otro si nos hundíamos. Incluso en ese momento, que éramos rivales.
Bloqueo el móvil de David y se lo devuelvo, ahora mismo siento que mi corazón está latiendo tan fuerte que puede escucharlo cualquier persona a tres kilómetros a la redonda. Por un lado quiero que todo salga bien, claro que lo deseo con todas mis fuerzas, pero mi parte de razón dice que no es posible. Que lo olvide.
—Escúchame bien, Unai, sé que no es fácil y yo no voy a hablar de este tema con nadie que no seas tú, somos amigos y me gustaría que confiaras en mí para contarme que son todas esas cosas que están pasando por tu cabeza, ¿vale? Si alguien me pregunta les diré lo de siempre: esas son historias que se inventan las quinceañeras.
—Tío... —le miro cansado de esta situación —, el míster se huele algo y no quiere líos. Lo mejor es terminarlo ahora que aún no ha empezado. Somos compañeros ahora pero, ¿y dentro de un mes? Volveremos a ser rivales y no nos vamos a ver.
—¿Y cuál es el problema de ello? Vamos, tío, lo que me estás diciendo no tiene sentido.
—Sí lo tiene.
—¿Cuál? ¿El miedo es tu sentido? —su pregunta va directa y acierta, pero no tiene por qué saberlo.
—¿Entiendes el revuelo que supondría que esto saliera a la luz?
—¿Y por qué tiene que saberlo la gente? Es vuestra vida, tío.
—¿No has visto la que hay liada ya sin tener confirmación de nada?
—¿Y? También dicen que Gavi está con la princesa Leonor, por Dios, Unai, pareces nuevo en este tema de redes —se ríe y vuelve a entrar en la habitación.
Le sigo y pensaba que aun tendría la maleta sobre la cama pero no, parece que antes de salir a la terraza la ha terminado.
—Mira, no te voy a juzgar tomes la decisión que tomes, pero lo que pase fuera de vosotros dos debería ser lo que menos te importa, ¿sabes?
ESTÁS LEYENDO
Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRI
Fanfiction"Cuando suena el silbato del árbitro por última vez no puedo creerlo..." Bienvenidas a un fanfic por un vídeo de 7 segundos. Fanfic UNAI SIMÓN/PEDRI - PEDRI/UNAI SIMÓN