HOSPITAL - PEDRI

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Cuando se va siento que el mundo termina y comienza de nuevo, por un momento quiero llamarle para que no se vaya pero me resisto. Hace tiempo que se abrió una grieta que difícilmente podremos saltar... todo lo que acaba de decir duele, ya llega tarde ¿no? Ha tenido mucho tiempo para venir a decirme lo que verdad sentía, para llamarme y contarme todos esos miedos "Lo siento por tener miedo, por ser incapaz de expresarme y de decirte lo que realmente siento".

Ya está. No voy a seguir dándole vueltas a sus palabras. Llega tarde.

—Perdona —dice Joan entrando a la habitación —, había cola en la cafetería.

—Tranquilo —susurro con una sonrisa cuando me mira y parece que en un instante soy capaz de calmarme —, todavía sigo aquí.

—¿Te encuentras bien? —pregunta acercándose a mí y acaricia mi mejilla —. Tienes los ojos rojos.

—Es que me duele bastante, la verdad —aunque los ojos a punto de romper a llorar son por otra cosa, esto tampoco es ninguna mentira.

—¿Aviso a alguien?

—No, tranquilo, ya me dieron antes el calmante, tiene que hacer efecto —ojalá hiciera algo con el dolor del pecho que me ha dejado Unai.

Se sienta en la cama, me coloco como puedo hacia un lado y se tumba sobre mi pecho para abrazarme. El corazón se acelera pero no de la misma forma que antes, sino más calmado, con ganas de latir y de sentir, de querer que el tiempo se haga más lento para disfrutar de este momento, de esta paz que me da tenerle aquí y la que me hace sentir, sin altibajos y sin idas y venidas durante estas dos semanas. Sin la sensación de miedo, sin la alerta de huida encendida a cada paso.

***

Cuando salgo de la operación y me suben a mi habitación vuelve a estar aquí, esperándome y con esa mirada que pide hablar, contarme esas cosas que no ha sido capaz de decirme durante estas semanas. Esa mirada que suplica una última oportunidad. Esa que yo me muero por darle.

—¿Hablamos? —pregunta cuando nos quedamos a solas.

—Está bien —susurro y trato de colocarme bien en la cama.

Se acerca y se sienta en el borde, me da la mano y mi piel se eriza al sentir su caricia. Siendo sincero no quiero hablar, quiero que me bese, deshacerme de la ropa y que no haya nada más entre nosotros. Quiero ahorrarme la conversación porque ya sabemos todo lo que tenemos pendiente de decir.

—Lo siento —susurra —. Debería haber venido antes, haberte dicho las cosas para hablarlas y que esto no nos hubiera afectado tanto, creo que... que me daba miedo que no funcionara y no saber afrontar las cosas si terminaba todo eso por salir mal, ¿sabes? Pero de verdad que quiero luchar para que esto salga bien, de verdad.

Su mirada sigue siendo intensa, llena de sinceridad y dulce, acerco mi mano a su mejilla y le acaricio para que ese par de lágrimas que caen no lleguen hasta su barba.

—Ven —es lo único que soy capaz de decir.

Paseo mi mano hasta su nuca y se inclina hasta mí, no me aguanto más y le beso diciéndole así que está todo bien, que podemos intentarlo si de verdad es esto lo que quiere, porque yo sí quiero esto. Quiero todo esto con él. Quiero seguir besándole en las esquinas, escondiéndonos de la gente y haciendo nuestra cualquier habitación donde estemos solos.

—¿Y ahora...? —pregunta cuando para de besarme.

—Ahora nada de hablar —susurro y muerdo mi labio —, déjate llevar.

—¿Seguro?

—Sí —prácticamente lo gimo porque ya tiene su boca sobre mi cuello, dejando un rastro de besos por todas partes.

Su mano se cuela por las sábanas y sube la parte baja del camisón del hospital, únicamente llevo mi ropa interior y todo mi cuerpo se estremece cuando comienza a acariciar mi entrepierna.

***

Cuando me despierto, mi madre está a mi lado y me mira sonriente. Me siento acalorado y miro a todos lados, no hay nadie más aquí.

—La operación ha ido genial, he hablado con tu médico —me coge de las mejillas y me da un beso en la frente —. Debes dejar de darnos estos sustos, cuando vimos la caída en la televisión nos preocupamos.

—¿Cuándo has llegado?

—Llevo aquí un rato, te han subido hace media hora o así.

Entonces ha sido todo un sueño durante la anestesia.

—¿Ha venido alguien más? —pregunto para confirmar mi teoría.

—Pues hay un chico en el pasillo... Joan creo que ha dicho —alza su ceja y sé que es lo que va a decir ahora —. ¿Un amigo?

—Mamá...

—Puedes contármelo, Pedri.

—Algo así, ¿vale? No es nada, por ahora.

Debo estar más que rojo. Entre sus preguntas y el recuerdo todavía candente de Unai metiéndome mano, estoy bastante sofocado. Me gustaría salir corriendo pero con la pierna recién operada es algo imposible, miro a mi madre que sigue sonriendo mientras escribe un mensaje y me siento más calmado.

Ella siempre está, pase lo que pase, no duda en coger un avión y venir a verme. Mamá es la respuesta a todo pero como explicarle que mi mente y corazón ya no van cogidos de la mano, porque una sabe lo que merezco y necesito, y el otro solo piensa en la persona que quiere.

—¿Qué pasa? —me mira de nuevo y trato de pensar qué responder.

—Todavía estoy mareado de la anestesia.

—Es normal, cielo —se acerca a darme otro beso en la frente —, voy a por un café y vuelvo, ¿vale? —asiento.

Sale de la habitación y me quedo solo, con mis pensamientos y eso me asusta. No quiero darle vueltas, preferiría que esto fuera como otras operaciones donde no recordaba lo que soñaba en la anestesia... por qué ha tenido que ser tan real. Cuando miro hacia la mesita veo una bolsa, esa donde llevaba mi camiseta y le había pedido que se llevara.

Pero la ha dejado aquí, con el recuerdo que duele y el olvido que no llega. 



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Nota autora

Me ha gustado dejaros notitas para que dejéis vuestras opiniones del capítulo, y vuestros deseos para que sean felices. 

Por ahora solo puedo decir 😶😶

Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora