EXTRA 2 - PEDRI

601 32 69
                                    

Una semana antes

—Estoy de los putos nervios, tío —le digo a Gavi cuando estamos frente a la tienda —. No creo que sea buena idea, vámonos. 

—Y una polla, me has traído tú hasta aquí, ahora te jodes y compras  eso.

—Tienes un humor de perros, de verdad.

—No haberme hecho madrugar, cabrón.

—Son las doce de la mañana —le miro alzando la ceja y frunce el ceño como si no estuviera de acuerdo —, te has levantado hace media hora.

—¿Y? Es pronto.

Suspiro porque a veces es tan crío que me sorprende por qué nos llevamos bien. Cojo aire y me preparo para entrar, cuando empujo la puerta veo como me tiembla la mano y quiero darme media vuelta para marcharme de allí.

—¡Bienvenidos! —saluda la dependienta.

—¡Hola! —la cara de Gavi cambia por completo y esa sonrisa suya se planta en su rostro para no hacerle ver su mal humor a la chica —. Veníamos buscando algo bastante concreto, mi amigo quiere pedirle matrimonio a su chico y necesita un anillo.

—Genial, pues habéis venido al sitio indicado —responde sin apartar la mirada de Gavi.

Quien va a pagar soy yo, pero ahora mismo siento que si me dan unas velas y un violín, podría marcharme sin poner un euro porque la tensión entre estos dos me está dejando en segundo plano.

Sin saber qué es lo siguiente que ha dicho, la chica comienza a sacar un par de muestrarios donde podemos ver varios anillos. Descarto todos los que son excesivamente grandes y me fijo en los más sencillos que sé que le gustarán más. 

Los miro en silencio, mientras Gavi y la chica siguen hablando de cosas que poco tienen que ver con esto. Estoy nervioso, aunque me tranquiliza un poco que no me estén preguntando constantemente cosas. 

Noto como vibra el móvil en mi bolsillo y lo saco para mirarlo de reojo, es Unai. Ignoro la llamada pero sé que no tardará mucho en volverme a llamar, no por impaciencia, sino porque sabe que es mi horario de salida del entrenamiento y solemos hablar a estas horas.

—¿Qué te parece este? —pregunto tratando de hacer que Gavi vuelva a prestarme atención a mí.

—Yo lo veo bien —aunque apenas lo mira.

Creo que yo de aquí salgo con un anillo, pero él se lleva un número de teléfono seguro. 

Escojo tres de ellos y los miro más detenidamente, creía que esto sería mucho más sencillo pero no, cada vez que miro uno prefiero el anterior, y viceversa. Esto se me está complicando... Mi móvil vuelve a vibrar y ahora sí debería de cogerlo. 

—Hola, rey —respondo saliendo de la tienda para poder responder.

—Hola, pollito —suspiro porque odio que siga con eso pero le encanta picarme —, ¿Qué tal estás?

—Algo liado ahora mismo, me pillas con Gavi saliendo del entreno e íbamos a comer juntos —miento por el bien de la sorpresa aunque odio hacerlo. 

—Está bien —suena triste —, pues ¿hablamos luego entonces?

—Sí, te llamo luego.

—Te quiero —se despide. 

—Te quiero.

Cuando colgamos, siento como si el aire volviera a mis pulmones y me doy cuenta que he debido de estar aguantando la respiración más de lo que me gustaría. Odio inventarme excusas porque en verdad me apetece hablar con él, planear la próxima vez que nos vamos a ver después de estas semanas y demás, pero ahora mismo no puede saber donde estoy ni escuchar nada raro, porque sino mi sorpresa se iría a la mierda.

Entro de nuevo a la joyería cogiendo aire y tomando la decisión porque, aunque parezca una gilipollez, al despedirnos me ha venido a la cabeza cuál es el anillo perfecto.

—Este —señalo uno bastante normalito, sin nada extraordinario y que le encantará —¿se puede grabar algo? 

—Lo que quieras.

—24 de noviembre del 2024.

—¿Por? —pregunta Gavi pero con mi mirada lo entiende —. Ah, el día que fue a tu casa, cierto —asiento —. Qué romántico eres.

—¿Cuándo estaría? —pregunto ignorando el sarcasmo de mi amigo.

—Menos de una semana lo tendrías.

—Perfecto.

Gestionamos la paga y señal para reservar la alianza, apunta mis datos para avisarme cuando esté y tiemblo solo de pensar de que esto ya está en marcha.

—Mira que rápido se te ha pasado el mal humor... —le digo a mi amigo cuando salimos de allí y vamos rumbo al coche. 

—Es que he recordado que seré el padrino y se me ha olvidado que te odio por hacerme madrugar.

—Ya, claro, no será que el tonteo descarado con esa chica te ha animado, ¿verdad?

—Para nada —se ríe el capullo —, ha sido más bien el número de teléfono que me ha dado. ¿Y tú? —me pregunta y le miro extrañado —¿menos nervioso?

—Todo lo contrario —confieso —, me acojona pensar que la próxima vez que vea a Unai le regalaré un anillo para pedirle que sea mi marido.

—Acojona solo de escucharlo.

—Gracias por los ánimos, eh.

—De nada, para eso estamos —dice dándome un par de palmadas en la espalda.

Con la tontería terminamos llegando al coche y suspiro para intentar relajarme un poco. Pongo la música, pero Gavi se encarga de bajar el volumen antes de arrancar.

—Es un paso importante, pero no saldrá nada mal, Pedri, sois el uno para el otro.

—Lo sé, no tengo dudas sobre eso.

—¿Entonces qué te asusta tanto?

—¿No es demasiado rápido? Hace solo año y medio desde que...

—Pedri, os conocéis desde hace un montón y llevas pillado por él no sé ni cuánto tiempo. Habéis pasado por mucho más de lo que me gustaría saber y recordar, porque tú le has perdonado pero yo sigo con cierto rencor por haberte hecho estar mal —pongo los ojos en blanco cuando lo dice —, pero eres mi amigo y estáis enamorados y os queréis y, joder, dais envidia a todo el puto mundo. Si hasta tu padre está encantado con él.

—Cierto —digo riéndome.

—Irá bien, y yo me emborracharé en vuestra boda y os desearé felicidad infinita.

No puedo evitar reírme mientras ponemos rumbo a mi casa para comer allí y descansar, no es que hagamos mucha cosa pero jugar a la play en compañía es mucho más divertido. 

—Yo le hubiera pedido matrimonio en la final del mundial, cuando tengamos la copa y tal... —rompe el silencio.

—Seguro que pierdo el anillo antes de los nervios.

—Pues como mínimo espero que le comas la boca delante de las cámaras otra vez.

—Ni lo dudes. 



-------------

Nota autora

No sé quién me pidió un extra así, pero me hizo gracia imaginarme la situación y tuve que escribirlo aunque fuera un poco breve. 



Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora