PITIDO FINAL - PEDRI

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Cuando suena el silbato del árbitro por última vez no puedo creerlo. Durante unos segundos me quedo paralizado mirando de pie desde el banquillo al resto de compañeros, quienes ya han salido corriendo hasta el medio campo para celebrarlo. ¿Hemos ganado? ¿De verdad es el final? Tengo el corazón en un puño. Soy incapaz de describir todas esas emociones que he vivido durante estos 90 minutos de partido. He tenido que vivir todo como un espectador más, la lesión ha sido una de las peores cosas de estos días... la otra fue tenerle cerca sin poder besarle.

Parece increíble pero lo hemos conseguido. Estamos celebrando la victoria de la copa. LA COPA. Tanto entrenamiento, tantas horas jugando, tantos sueños con conseguirlo... todo eso se había convertido en emoción acumulada durante semanas y ahora está desbordando por nuestros poros.

Corro como puedo a reunirme con el equipo, un par de compañeros me ayudan llevándome prácticamente sin que toque el suelo, pero yo solo puedo fijarme en él y en esa mirada que me deja noqueado en cuanto se cruza con la mía, rápidamente se gira y sigue hablando con alguien más. Cuando me dejan en el suelo y toco el césped, me acerco cojeando hasta él y me muero de la vergüenza. No sé por qué, mi primera reacción es pellizcarle, es un juego nuestro que me encanta porque enseguida se pica conmigo. Se gira con cara de enfadado y yo no puedo evitar sonreír, su expresión se relaja al verme y su labios dibujan una sonrisa bajo la barba... ¿Siente lo mismo o son solo imaginaciones mías? No sé ni qué expresar ahora mismo entre este calor que se acumula en mi pecho y la emoción que me envuelve de la celebración por nuestra victoria.

Solo puedo gritar. Le miro y grito cogiéndole las mejillas. Él chilla conmigo y juego a mirarle los labios. No puedo evitar que se escape una sonrisa que escondo rápidamente para no levantar sospechas. Debería tranquilizarme... están todos nuestros compañeros aquí, dijimos que esto era cosa de una vez y ya está, pero la tensión no ha disminuido desde entonces.

Le suelto y no podemos apartar la mirada el uno del otro, antes de que pueda darme cuenta, me coge por el cuello de la camisa y tira de mí. Tarda dos segundos en pegar su pecho contra el mío y abrazarme lo más fuerte que puede. Dos segundos donde mi corazón está a punto de salir por la boca de las ganas que tengo de besarle ahora mismo. Dos segundos en los que he pensado que nuestros labios se juntarían pero no, han terminado por estamparse en su cuello empapado en sudor... ¿Cómo es esto posible? Puede sonar extraño pero su olor me despierta por completo, joder... ¿No dijimos que ninguno sentíamos nada? Sus ojos al tirar de mí no han dicho lo mismo y, desde luego, todo mi ser también dice lo contrario.

Este abrazo se está alargando más de la cuenta, pero no me importa. Estar fundidos en este abrazo me hace sentir cosas imposibles de describir. Ahora mismo me da igual el público, la celebración de mis compañeros e incluso la maldita copa que acabamos de ganar. Mi celebración esta, mi premio es este. Ahora mismo, este campo, es mi corazón quien ha ganado al sentir su respiración en mi cuello y sus pulsaciones latiendo prácticamente en mi propio pecho. 

Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora