DECEPCIONES - PEDRI

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He desayunado lo más rápido que he podido, cuando he visto a Unai entrar y sentarse al otro lado de la sala, solo he podido sentir que algo dentro de mí se volvía a romper. Dijo que no, que esto no era otra noche más, pero parece ser que sí. No pido que me bese delante de todos, sé que esto es una puta locura, pero que no olviden mi existencia en tres minutos estaría bastante bien.

Me he excusado diciendo que me dolía la rodilla, aunque no es del todo falso. Estoy cansado, he dormido poco y ahora mismo solo quiero que el mundo se acabe. Sé que he ganado un premio, pero una lesión y que te rompan el corazón no compensa, o tal vez si debería pero a mí no.

En cuanto he vuelto a la habitación, el recuerdo de Unai aquí me ha invadido. Y al tumbarme en la cama, la almohada me ha devuelto su olor.

Me he cruzado con una de las personas que nos acompañan de la federación y, en la programación de hoy, solo ha descanso y la vuelta a casa de algunos de nosotros. No lo he pensado mucho y le he pedido ser uno de los que se va hoy, pero a Canarias. Quiero pasar unos días con mi familia y volver a estar en mi tierra. Echo de menos estar allí. En teoría no debería volver hasta mañana pero he usado mi cara de pena, de ser un crío y al final lo he conseguido.

Creía que me arrepentiría pero no, en cuanto he entrado a la habitación y he vuelto a pensar en él me he confirmado a mí mismo que ha sido la mejor decisión.

Hago la maleta y no encuentro una de las camisetas, pero es que se la ha llevado esta mañana. Que se la quede, prefiero no tenerla de vuelta. Estoy más que enfadado, estoy dolido porque ni si quiera ha sido capaz de mirarme en el desayuno. ¿Por qué?

Mis pensamientos cesan en cuanto alguien golpea la puerta.

—¿Pedri? —pregunta.

—No estoy —lo digo suficientemente alto para que me escuche.

—Va, abre —insiste.

Me acerco a regañadientes a la puerta y dejo que Olmo entre a la habitación. Ya la tengo recogida y no queda nada por recoger, según el mensaje de la organizadora, en una hora viene el taxi para llevarme a mí a algún compañero más al aeropuerto.

—¿Te marchas ya? —pregunta al ver todo listo.

—Sí.

Me dejo caer en la cama y él me imita, me quedo mirando al techo pero siento su mirada sobre mí, por lo que decido imitarle y nos quedamos así un rato, hasta que ninguno aguantamos más la risa y la habitación se llena de carcajadas.

—¿Vas a decirme que te pasa?

—No me pasa nada, Dani —suspiro cansado —, ¿por qué estás empeñado en que me pasa algo?

—Porque la última vez que te vi así fue hace unos años cuando te dejó la novia, ¿sabes? Entonces sé que te pasa algo que no quieres contarme y que debe ser relacionado con lo sentimental.

—No digas chorradas —vuelvo a dirigir mi mirada al techo —. Estoy cansado y el tema de la lesión me tiene desmotivado, eso es todo. Me hubiera encantado jugar todos los partidos y...

—Pedri, hemos visto el vídeo.

—¿Qué vídeo?

—El tuyo con Unai —no sé de qué habla —. Todos piensan que es cosa de internet y que han sacado de contexto y delante de ellos diré que es así, pero tú y yo sabemos que cuando miras así a alguien no es por la amistad.

—Entre él y yo no hay nada, ¿vale? —insisto —. No voy a mentirte y decirte que no siento cosas por él, pero no es reciproco.

—¿Estás seguro?

—Sí —vuelvo a mirarle y él todavía sigue con su vista puesta en mí.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque desaparece después de acostarnos.

—¿Y eso qué tiene que ver...?

—Que si quieres a alguien por la noche, no le haces sentir una mierda por la mañana.

Aparta sus ojos de mí y mira el techo, gesto que imito y nos quedamos en silencio después de un gran suspiro por mi parte. Quiero olvidarme del tema, necesito que esto se quede aquí, en unas cuantas noches y ya está. Me olvidaré de sus palabras y de la idea de que sí quería quererme, y me quedaré con esta sensación de decepción para no volver a caer en sonreírle cuando coincidamos en el campo.

—¿Pedri? —dice una voz femenina al otro lado de puerta para golpearla después —. Ya está el coche.

—Ya salgo.

Me levanto de la cama y cojo la maleta, Olmo se queda sentado y me mira con expresión triste.

—Cuéntame cualquier cosa, ¿vale? No dudes en escribirme.

—Lo haré —le sonrío y se levanta a abrazarme.

—Escucha —dice al separarse —, ¿habéis...? —encojo los hombros pero le sonrío dejándole claro que sí, que en esas sábanas han pasado muchas cosas —. Tío, voy a quemar la ropa al llegar a casa.

—No exageres, idiota.

Me río y le doy un leve empujón, él me abraza de nuevo y me siento mal por no haber confiado en él antes. Es un buen amigo, pero a veces me cuesta hablar de estas cosas y no sé cómo explicar lo que siento.




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Nota autora

Doble capítulo como cada día pero esta vez un poco más seguidos. Esta noche no sé si podré conectarme y no quería dejaros con la intriga de la perspectiva de Pedri. Espero que os guste y con esta dosis aguantéis hasta la publicación de mañana. 

Gracias por vuestras interacciones, votos, opiniones, POR TODO. Nunca pensé escribir un fanfic pero me está gustando bastante, el cariño motiva mucho.

Nos leemos en comentarios.


Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora