Amor de vestuario UNAI SIMON/PEDRI

BAÑOS - PEDRI

Mi pregunta le paraliza por completo y todo su cuerpo se tensa al escucharla. Ya no hay nadie más aquí, no me importa decirle todas esas cosas que siempre me hace callar cuando hay gente, y que no quiere escuchar cuando estamos a solas.

Me mira fijamente, con cierta rabia en su mirada y eso me duele, porque incluso enfadado con él no puedo evitar querer tenerle un poco más cerca. Definitivamente esto va a terminar por dolernos o, como mínimo, va a terminar por destrozarme.

—¿Tan hombreton siempre y hoy no has podido rendir? Qué putada, ¿no? —sé que estoy atacando a uno de esos puntos que hieren en su masculinidad pero necesito defenderme como sea, levantar un muro entre nosotros.

Necesito ser consciente de que realmente no me quiere, de que esto ha sido todo una mentira de dos noches que me costará olvidar tanto tiempo que perderé la cuenta. Necesito gritar pero no puedo. Necesito que él también admita que me quiere, que no suelte una frase para contentarme y luego se marche. ¿Qué me mira diferente a los demás? Pues bien que se ha comido con los mismos ojos que a mí a esa chica... No. Ya está bien Pedri, dile lo que piensas de él y márchate de aquí.

—¿Se puede saber qué cojones te importa lo que haga o deje de hacer? ¿Acaso eres mi novio y no me había enterado? —ahora es él quien va a doler.

—Tranquilo, te dejo en paz, está visto que lo tuyo es decir dos frases bonitas, llegar a la cama y luego pasar de todo. No sé ni para qué coño me confesé diciéndote que como te miro a ti no miro a nadie si sales huyendo. Luego me dices que te pasa lo mismo pero te alejas todo lo posible de mí y buscas a otra persona para ponerle ojitos. ¿De qué coño vas, tío, ilusionando a la gente para luego...?

—Pedri... —agacha la mirada hasta el suelo interrumpiéndome.

—¿Lo de bailar con ella delante de mí e iros juntos al baño sabiendo que lo vería todo qué ha sido? ¿Tu forma de decirme que lo nuestro se ha quedado en Alemania y no volverá a ocurrir?

—Pedri...

—No, no vuelvas a decir mi... —no me da tiempo a terminar la frase.

Sus labios acaban estampados contra los míos y me dejo llevar. A la mierda toda mi razón de ser cuando nuestro beso se hace cada vez más intenso. Doy un paso hacia atrás por su avance y mi cintura queda a la altura de los lavamanos. Me ayuda a sentarme en la piedra cerámica o lo que sea este material y pongo mis manos en su culo para arrimar su cadera a mí.

—Como entre alguien... —susurro cuando separa su boca para retomar el aliento.

—Pues vamos a otro sitio —responde y sonríe con picardía señalando con un gesto de cabeza uno de los cubículos.

—No pienso meterme en uno de esos retretes, Unai —le pongo cara de enfado para picarle —, ni tú has sido capaz de...

—Ha sido por ti —suspira y sus ojos se quedan fijos en los míos antes de hablar —. Tenías razón, Pedri, no he sido capaz de nada con ella porque solo podía pensar en ti.

No sé ni qué decir con sus palabras, ¿vuelven a ser un juego para que me vaya con él? ¿Son de verdad? Sigo sin responder y niega levemente con la cabeza mientras parpadea rápidamente.

 —No debería de haber dicho nada —susurra apartándose de mí.

Cuando está apunto de dar otro paso hacia atrás, cojo su camisa y tiro de él de la misma forma que hizo en mitad del campo pero no, esta vez no termina en beso. Esta vez, ese tirón termina con mis labios sobre los suyos, dejando que se noten todas esas ganas que sigo teniendo de él cada día y que se van intensificando a cada segundo. No se aparta, me sigue y termino por volver a poner mis pies en el suelo, separándonos únicamente para caminar hacia una de los retretes donde nos encerramos.

Me río al vernos en esta situación, hace dos minutos quería no volver a saber de Unai y ahora quiero volver a descubrir cada parte de él.

—Aquí no va a pasar nada más —susurra sobre mi boca, después de haber colado mi mano en sus pantalones. Le miro extrañado y acerca su boca a mi oído —. No quiero que sigas pensando que eres solo un entretenimiento para mis noches.