****Argumento: *****
¿Lograría escapar del encanto de un seductor?
El destino obligó a Nattawin Sabin Hayes a reencontrarse con el padre de su hijo,
aunque no estaba dispuesto a rendirse a todas sus demandas.
No iba a permitir que el poderoso y ri...
Jared volvió a dormirse enseguida. Sabine le cambió el pañal, le puso el pijama y lo acompañó, quizá, más tiempo del necesario. No quería volver al salón y enfrentarse a lo que acababa de hacer. No estaba preparado, Maldito sueño erótico. Cuando se había dormido en el sofá, no había esperado tener una fantasía sexual con mile, mientras él lo había estado observando.
Al despertar y verlo tocándole con ojos brillantes de deseo, no había podido hacer otra cosa más que rendirse a la pasión. Ya no podía dar marcha atrás. Ella había rechazado su proposición de matrimonio porque no lo amaba, pero acababa de acostarse con él. Estaba hecho n lío. Pero iba a tener que salir del dormitorio antes o después. Armándose de valor, salió y cerró la puerta tras el. Antes, entró en el baño, se lavó y se peinó, Cuando regresó al salón, Mile estaba vestido, sentado en el sofá.
–¿Todo bien?
–Sí. Se ha dormido otra vez. No creo que se despierte hasta mañana por la mañana –contestó el, acariciando su pelo nervioso, –¿Lo habéis pasado bien?
–Sí. Se ha portado genial. Casi no me ha dado ningún problema. Casi –comentó él con una sonrisa.
Nattawin se alegraba. Había estado tan preocupado que no había podido pintar. Así que se había dado una larga ducha y, luego, se había tomado su tiempo en cosas que normalmente no podía permitirse, como depilarse las cejas o pintarse las uñas de los pies. Cuando se había sentado después a ver una de sus series favoritas de televisión, se había quedado dormido.
–Me alegro mucho –afirmó el y, mirando el sofá donde acababan de hacer el amor, decidió que prefería no sentarse–. ¿Quieres vino? Yo me voy a servir un vaso.
–Sí, gracias –contestó Mile con una sonrisa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nattawin adivinó que la situación también era un poco incómoda para él. Sin embargo, seguía allí. Minutos después, Nattawin volvió de la cocina con dos vasos de vino, le tendió el suyo y se sentó a su lado.
–Me sorprende que no pintaras nada hoy –indicó él, señalando al lienzo blanco.
–Me parece que he olvidado cómo pintar –confesó el. Se había pasado buena parte de la tarde de pie ante el lienzo, intentando trazar algún boceto.
–Eso no es posible. Solo necesitas inspiración. Apuesto a que, si te relajas y dejas que tu vena artística fluya, volverás a hacerlo como antes.
–Eso espero.
–Tienes demasiado talento como para abandonarlo. Podemos ocuparnos de Jared juntos, para que tengas tiempo para pintar.
–¿Y qué vas a hacer con tu trabajo? Ayer, no podías despegarte del móvil.
Nattawin escuchó su proyecto de comprar Exclusivity Jetliners y le pareció muy buen idea. Seguro que había mucha gente rica dispuesta a pagar un plus por aquel tipo de servicio. Eso no significaba que aprobara que sus planes se interpusieran entre ellos.
