****Argumento: *****
¿Lograría escapar del encanto de un seductor?
El destino obligó a Nattawin Sabin Hayes a reencontrarse con el padre de su hijo,
aunque no estaba dispuesto a rendirse a todas sus demandas.
No iba a permitir que el poderoso y ri...
En realidad, mile solo tenía un sospechoso en mente. A medida que se iba a acercando la hora para que llamaran los secuestradores, estaba más seguro.
Habían llegado bien al aeropuerto y se habían presentado en casa de sus padres de inmediato. Sus padres estaban enfermos de preocupación. Sin duda, estaban destrozados. Su casa, donde habían vivido treinta años, había sido asaltada por un bastardo para robarle su más preciada posesión.
Nattawin y la madre de mile se abrazaron con fuerza y se sentaron juntas en el sofá. Su padre estaba dando vueltas en una esquina, mirando por la ventana como si así pudiera dilucidar el enigma. Nora les llevó una bandeja con té y galletas, pero nadie fue capaz de probarlas. Mile se sentó a esperar la llamada.
Cuando, por fin, sonó el teléfono, a mile le dio un brinco el corazón. Respondió de inmediato e hizo una seña a los presentes para que guardaran silencio.
-¿Hola?
-Mile Romsaithong -dijo una voz masculina al otro lado, llena de arrogancia.-Me alegro de que hayas vuelto a casa de tus vacaciones para poder hablar conmigo.
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-Quiero hablar con Jared -exigió él.
Nattawin corrió a su lado y le dio la mano. No habían hablado mucho en el vuelo y, quizá, todo estuviera perdido entre ellos, pero en ese momento, los dos tenían un único objetivo. Ambos ansiaban encontrar a su hijo y tenerlo de vuelta sano y salvo. Mile estaba nervioso y asustado, igual que Nattawin, aunque se le daba mejor ocultarlo.
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-Apuesto a que sí. Pero no eres tú quien da las órdenes, sino yo -repuso el secuestrador-. Y tienes que hacer un par de cosas antes de poder pedirme nada.
-Cómo sé que está contigo?
-Si no lo sabes tú... ¿quién lo sabe? No creo que hayas perdido a tu hijo, ¿o sí?
-¿Está bien?
-Por ahora. No le he tocado un pelo de la cabeza. Si quieres que las cosas sigan así, harás lo que digo y no llamarás a la policía. Si lo haces, no volverás a ver a tu pequeño jamás.
