****Argumento: *****
¿Lograría escapar del encanto de un seductor?
El destino obligó a Nattawin Sabin Hayes a reencontrarse con el padre de su hijo,
aunque no estaba dispuesto a rendirse a todas sus demandas.
No iba a permitir que el poderoso y ri...
Un par de clientas entraron, interrumpiendo la conversación, y Nattawin se concentró en colocar las bolsas, estampadas con la firma de su propietaria. Sin duda, los sentimientos no eran el fuerte de Gavin, caviló ella. Quizá, lo había besado porque tenía la intención de recuperar su relación física.
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Siempre había habido química entre los dos, desde el primer momento.
Aquella noche, Nattawin había estado absorto contemplando una obra de arte expuesta en una galería. Sorprendido, se había atragantado con el champán al escuchar una seductora voz masculina en el oído.
-A mí me parece un error muy caro. Al girarse para mirarlo, el se había quedado paralizado. Se había topado con un hombre imponente, impecablemente vestido, mirándolo con ojos brillantes de deseo. En ese mismo instante, el se había derretido sin remedio. Los días que habían seguido a su primer encuentro fueron maravillosos. Sin embargo, en ningún momento los ojos de él habían delatado ningún sentimiento, aparte del más puro deseo.
Una de las clientas se compró una blusa y un pañuelo. Cuando se hubieron quedado a solas de nuevo, Nattawin y su jefe siguieron hablando.
-¿Adónde vais a ir hoy? -preguntó Adrienn desde el almacén.
-Al zoo de Central Park.
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-Qué divertido -opinó Adrienn, mientras se acercaba con un montón de sus últimas creaciones-. ¿Ha sido idea suya?
-No -negó Nattawin, riendo, y ayudó a su jefe a colgar los vestidos-. Él no tenía ni idea de qué hacer con un niño de dos años. Le propuse el zoo porque quería hacer algo que no fuera muy caro.
-¿Qué quieres decir?
-No quiero que mile le compre nada a Jared todavía. Al menos, nada grande y caro. Mile me contó una vez que su padre solo lo sacaba para ir de compras. No quiero que se repita ese patrón.
-El dinero no es nada malo, Natt Yo nunca lo había tenido, hasta que me casé con Will. Y te aseguro que hace falta adaptarse al cambio. Pero, una vez que te acostumbras, puedes usarlo para cosas buenas.
