Captulo 13

14 6 26
                                    

Luciana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Luciana

Salí temprano en la mañana con mi bicicleta antigua, la misma que había comprado con mis ahorros para momentos como estos: fotografiar la belleza de las olas rompiendo suavemente en la playa. Hoy decidí ponerme mi traje de baño amarillo de dos piezas, el cual resaltaba mis ojos y mi bronceado. El día parecía pintado con colores más vivos que nunca. El sol brillaba con una calidez acogedora, y las olas danzaban en una armonía perfecta. Me perdí en el ritmo del mar, montando las olas con la gracia de quien se siente en casa en el agua. Las horas pasaron sin que me diera cuenta, inmersa en la tranquilidad y la belleza del entorno. Cuando finalmente salí del agua, con el cabello aún húmedo y el corazón latiendo al ritmo de las olas, lo vi. Emiliano caminaba hacia mí por la playa, con una toalla en la mano y una sonrisa que iluminaba todo su rostro. El sol reflejaba destellos dorados en su cabello y sus ojos brillaban con una mezcla de alegría y emoción contenida.

— Hola! dijo cuando se acercó lo suficiente, su voz suave como una caricia del mar. Te he estado buscando.

Me quedé sin aliento por un momento, contemplando la escena frente a mí: el mar como testigo silencioso, el sol dorando nuestras siluetas, y Emiliano, con esa mirada que me hacía sentir como si fuera la única persona en su mundo.

—Hola, le respondí, tratando de recuperar la compostura.

—Quería asegurarme de encontrarte antes de que el sol se ocultara por completo, dijo con una sonrisa juguetona, extendiéndome la toalla que llevaba consigo. Pensé que podríamos sentarnos un rato aquí, disfrutar del atardecer juntos.

Acepté la toalla con gratitud, sintiendo el roce cálido de su mano contra la mía. Nos sentamos juntos en la arena, mirando cómo el sol comenzaba su descenso hacia el horizonte. El mar susurraba a nuestro alrededor, como si estuviera compartiendo secretos de amor y sueños cumplidos.

—Te quiero mostrar un lugar especial. Es un rincón que solo conozco yo, pero me gustaría compartirlo contigo. Dijo después de un momento de silencio cómodo entre nosotros.

Intrigada, lo miré con curiosidad. —¿Un lugar secreto?

Él asintió con una sonrisa misteriosa. — Sí, un lugar donde puedo escapar del mundo y simplemente ser yo mismo. ¿Te gustaría venir?

Sin dudarlo, me puse de pie junto a él, dejando que me guiara por la playa. Nos montamos en su jeep rodeando un promontorio rocoso cubierto de vegetación hasta llegar a un sendero oculto. El lo siguió con paso seguro, y pronto nos encontramos en un pequeño claro entre palmeras altas.

El lugar era mágico. Una pequeña laguna se extendía frente a nosotros, alimentada por una cascada que caía desde lo alto de los acantilados circundantes. El agua era clara como el cristal, reflejando el cielo azul y las hojas verdes que bailaban con la brisa.

— Es mi lugar secreto, dijo, mirándome con complicidad. Vengo aquí para estar en paz, para reflexionar y simplemente disfrutar del momento.

Me quedé sin palabras ante la belleza del lugar. Nos sentamos juntos en la orilla de la laguna, dejando que la serenidad del entorno nos envolviera. Me tomó la mano, sus ojos brillando con una mezcla de ternura y admiración.

—Lucy, comenzó suavemente, quería compartir esto contigo porque eres especial para mí. Quiero que conozcas todos los aspectos de mi vida, incluso los más íntimos.

Su sinceridad me conmovió profundamente. En ese momento, supe que este día, esta revelación de su refugio secreto, marcaría el inicio de algo significativo entre nosotros. Nos quedamos allí, abrazados por la paz del lugar y la compañía mutua, mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte. El mundo parecía detenerse para nosotros dos, en nuestro propio pequeño paraíso junto a la laguna. Entonces, cuando el cielo comenzaba a teñirse de colores cálidos y la noche se acercaba, el se acercó más a mí.

Sus ojos buscaron los míos con una intensidad que me hizo temblar ligeramente. El corazón latía con fuerza en mi pecho mientras lo miraba, capturada por la intensidad de su mirada. Sin decir una palabra más, Emiliano se inclinó hacia mí lentamente, cerrando la distancia entre nosotros. Sus labios encontraron los míos y me beso. Fue un beso suave pero lleno de promesas, como si el mundo entero estuviera suspendido en ese momento mágico. Fue un beso que selló nuestro encuentro en aquel lugar especial, un beso que prometía un futuro lleno de aventuras y descubrimientos compartidos. En ese momento, supe que Emiliano y yo estábamos destinados a vivir momentos inolvidables juntos, bajo el cielo infinito y frente al mar eterno.

Hasta el último atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora