Capitulo 28

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Luciana

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Luciana

Estaba hasta arriba de trabajo, con las entrevistas para mi proyecto final y la carga habitual de exámenes y trabajos. Las navidades se acercaban rápidamente, lo que significaba que mi primer semestre en España estaba por concluir. En solo ocho días terminarían las clases, pero en doce comenzaría mi internado de periodismo, y no podía estar más emocionada y nerviosa a la vez.

El internado sería en una reconocida agencia de noticias en Madrid, donde tendría la oportunidad de trabajar con periodistas experimentados, cubrir eventos importantes y aprender sobre la producción de noticias en tiempo real. Además, podría asistir a conferencias de prensa y entrevistas exclusivas, algo que siempre había soñado hacer.

Desperté temprano con la alarma de mi teléfono, que sonaba insistentemente. Me levanté de la cama y estiré mis músculos adormecidos. La luz del sol de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas, dándome la bienvenida a otro día ajetreado. Miré el calendario en mi teléfono: una entrevista con un autor local, clases de redacción, y una reunión crucial con mi asesor académico. Me duché rápidamente y me vestí con un atuendo profesional pero cómodo: pantalones oscuros, una blusa blanca y una chaqueta negra. El clima era frío, así que me envolví en una bufanda gruesa antes de salir.

Salí del apartamento con una sensación de urgencia, tratando de no olvidar nada importante. El cielo estaba cubierto de nubes grises y había una ligera brisa fría, recordándome que el invierno estaba a la vuelta de la esquina.

Llegué al café donde tenía programada la entrevista. Era un lugar pequeño y acogedor, con un aroma a café recién hecho y pasteles. El autor, un hombre de mediana edad con una barba cuidada y gafas, ya estaba allí, revisando algunas notas.

—Buenos días, señor Martínez —dije, extendiendo la mano—. Gracias por tomarse el tiempo para esta entrevista.

—Buenos días, Luciana. Es un placer. ¿Empezamos? —respondió, sonriendo amablemente.

La entrevista fue productiva y enriquecedora. Hablamos sobre su último libro, su proceso creativo y los desafíos que enfrentó durante su carrera. Me dio varias citas valiosas para mi proyecto, y al final, me ofreció algunos consejos sobre cómo abordar el periodismo de manera auténtica y apasionada.

Después de despedirme del señor Martínez, me dirigí rápidamente a mi clase de redacción. Llegué justo a tiempo y me sumergí en las lecciones, tratando de absorber todo el conocimiento posible. El profesor nos dio ejercicios prácticos y nos desafió a mejorar nuestras habilidades de escritura, algo que apreciaba enormemente.

A la hora del almuerzo, me reuní con Sara en la cafetería de la universidad. Estaba agotada, pero contenta con el progreso que había hecho hasta ahora.

—¿Cómo va tu día? —preguntó Sara, mientras nos sentábamos con nuestras bandejas de comida.

—Intenso, como siempre. Pero la entrevista con el autor fue genial, y creo que tengo suficiente material para mi proyecto final. ¿Y tú? —respondí, tomando un sorbo de mi café.

—Igual, con mil cosas por hacer. Pero ya casi terminamos el semestre, ¡eso es lo importante! —dijo Sara, sonriendo.

Después del almuerzo, me dirigí a la reunión con mi asesor académico. Discutimos los detalles del internado, incluyendo las expectativas y las responsabilidades que tendría. Me sentí un poco abrumada, pero también emocionada por la oportunidad de aprender y crecer en un entorno profesional.

El resto del día transcurrió entre clases y trabajo en la biblioteca. Al caer la tarde, me sentía exhausta pero satisfecha con lo que había logrado. Regresé al apartamento y me desplomé en el sofá, necesitando un momento para relajarme antes de seguir con más tareas.

Sara llegó poco después, también cansada pero de buen humor.

—Oye, ¿qué te parece si tomamos un descanso y vemos una película? —sugirió, sacando una bolsa de palomitas del armario.

—Me parece una excelente idea —respondí, sonriendo.

Nos acomodamos en el sofá y elegimos una comedia ligera, algo para despejar la mente después de un día tan ajetreado. Mientras las risas llenaban el apartamento, me di cuenta de cuánto apreciaba estos momentos de tranquilidad y compañerismo.

Después de la película, aún nos quedaba algo de energía, así que decidimos salir a caminar por el barrio. Las luces navideñas adornaban las calles y el aire frío nos despejaba la mente. Caminamos sin rumbo fijo, simplemente disfrutando de la compañía y del ambiente festivo.

—Me encanta esta época del año —dijo Sara, mirando las luces con una sonrisa—. Todo se ve tan mágico.

—Sí, es hermoso —respondí, sacando mi cámara para capturar algunos momentos.

Hice varias fotos de las luces, los escaparates decorados y las caras felices de las personas a nuestro alrededor. Cada disparo de mi cámara me recordaba por qué había elegido esta carrera, y cómo, a pesar de la distancia y los desafíos, estaba exactamente donde quería estar.

—¿Sabes? A veces, en medio de todo este ajetreo, es bueno recordar por qué empezamos —dije, mirando a Sara—. Porque cada pequeño paso nos acerca más a nuestros sueños.

—Tienes toda la razón, Luciana. Y estoy segura de que lograrás todo lo que te propongas —respondió Sara con una sonrisa alentadora.

Regresamos al apartamento sintiéndonos renovadas y listas para continuar con nuestras tareas. Más tarde, mientras me preparaba para dormir, reflexioné sobre lo agradecida que estaba por las oportunidades y las personas que había conocido en España. Estaba decidida a aprovechar al máximo cada momento y a enfrentar los desafíos con valentía y determinación.

Con esos pensamientos en mente, me acóste en la cama y cerré los ojos, dejando que la anticipación del futuro me guiara hacia el sueño.

Holii como van? ✨
Les dejé dos capítulos de corrido. 🩷

Hasta el último atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora