Algo no va bien

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El gran salón de la residencia Bridgerton brillaba con luces doradas. Las lámparas de cristal arrojaban destellos suaves sobre la elegante decoración, mientras los músicos tocaban una melodía animada que llenaba el aire de alegría. La música flotaba en el ambiente, uniendo a los invitados en una atmósfera de celebración y calidez. Violet charlaba animadamente con Lady Danbury, sus risas resonando sobre el murmullo general. Penelope y Eloise compartían risas y confidencias, sus rostros iluminados por la felicidad de la reunión.

Kate y Anthony habían tenido una larga conversación en los días previos, abordando los desafíos recientes y reafirmando su compromiso. Parecía que todo iba bien entre ellos, y esa noche, ambos lucían serenos y sonrientes, disfrutando de la compañía de sus amigos y familiares.

Las mesas estaban adornadas con centros de flores frescas, y los sirvientes se movían con gracia, ofreciendo copas de champán y deliciosos bocados a los invitados. Las paredes del salón estaban decoradas con retratos familiares y elegantes tapices, reflejando la rica historia de la familia Bridgerton. Benedict y Colin se encontraban cerca de la chimenea, conversando con algunos conocidos, mientras Gregory intentaba enseñar a Hyacinth unos pasos de baile, provocando las risas de los presentes. Francesca, con su habitual elegancia, charlaba con algunos invitados, mientras observaba atentamente a Kate, asegurándose de que se sintiera cómoda y feliz.

De repente, las puertas del salón se abrieron y Elizabeth, del brazo del conde de Sheffield, hizo su entrada. Las conversaciones se silenciaron momentáneamente y todos los ojos se volvieron hacia la pareja. Anthony, sorprendido, se inclinó hacia Kate y preguntó en un susurro:

—¿Quién los ha invitado?

—Yo —respondió Kate con una sonrisa serena pero firme.

El conde de Sheffield y Elizabeth se acercaron a ellos. El conde ofreció una sonrisa cortés, aunque sus ojos reflejaban una hostilidad apenas contenida.

—Lady Bridgerton, Lord Bridgerton, gracias por recibirnos en su magnífica fiesta —dijo el conde, haciendo una ligera reverencia.

—Es un placer tenerlos aquí —respondió Kate, manteniendo su compostura.

Elizabeth, aunque un poco nerviosa, añadió:

—Gracias, Kate. La fiesta es maravillosa.

Anthony asintió, sin apartar la vista del conde.

—Espero que disfrutéis de la velada —dijo, tratando de mantener un tono neutral.

Kate, percibiendo la tensión en el aire, tomó una iniciativa audaz. Justo cuando comenzaba a sonar una nueva canción, se volvió hacia el conde y dijo:

—Conde de Sheffield, ¿bailaría conmigo? —Luego, mirando a Anthony y Elizabeth, añadió espontánea— Vosotros también deberíais bailar.

Elizabeth y Anthony se quedaron en shock por esa iniciativa, pero aceptaron. No tuvieron más remedio. Mientras comenzaban a moverse al ritmo de la música, el conde se inclinó hacia ella, con una sonrisa enigmática.

—Permítame tutearla... Kate, ¿sabe usted todo lo que ha ocurrido entre sus respectivas parejas en su ausencia?

Kate lo miró con frialdad, manteniendo su compostura.

—Sé lo suficiente, conde. ¿Por qué no me ilumina usted?

Él soltó una risa baja y peligrosa.

—Solo diré que algunas verdades pueden ser más dolorosas que la mentira más cruel. ¿Está segura de que quiere saberlo todo?

Kate mantuvo su mirada firme, a pesar de la inquietud que empezaba a formarse en su estómago.

—No soy una mujer que teme la verdad. Creo que tendrá que esforzarse más si pretende asustarme.

Los Bridgerton: Vidas pasadas (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora