Deshagámonos del problema

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Anthony llegó a la tienda de Madame Delacroix, que estaba justo debajo de la casa que ella y Elizabeth compartían, empapado; llovía con fuerza, con la urgencia y la preocupación marcadas en su rostro. No podía esperar más para enfrentar la verdad. Al asomarse por el escaparate, vio a Madame Delacroix ocupada en su trabajo. Cuando lo notó, dio un salto de sorpresa y salió apresuradamente para interceptarlo.

—¡Anthony! —exclamó Madame Delacroix, con un tono que mezclaba preocupación y firmeza— ¿Qué haces aquí? No puedes entrar.

Anthony, con la ansiedad reflejada en sus ojos, intentó pasar por alto su intento de detención.

—Madame Delacroix, necesito hablar con Elizabeth de inmediato. Es de vital importancia. ¿Sabe algo sobre el hijo de Elizabeth?

Madame Delacroix, tratando de mantener la calma y disimular su propia angustia, se acercó a él y lo detuvo en seco.

—Anthony, no puedes. Elizabeth está en casa con el doctor Julian en este momento. Está bajo cuidado médico y no puedo permitir que la interrumpas.

Anthony, visiblemente agitado, la miró con desesperación.

—¡Pero es crucial! Necesito saber si el hijo es mío. No puedo esperar más.

Madame Delacroix, reconociendo la gravedad de la situación pero manteniendo una expresión serena, intentó ser diplomática.

—Te aseguro que Elizabeth está en manos expertas, y no puedo revelarte detalles sobre su estado. Ella está pasando por una situación muy delicada.

La expresión de Anthony se tornó de desesperación a frustración. Se acercó más a Madame Delacroix y, con un tono de súplica, la tomó por los hombros.

—Dime la verdad, Madame. ¿Es el hijo mío? —preguntó, con una intensidad que casi parecía suplicar.

Madame Delacroix, sintiendo el peso de la tensión en el aire, se vio obligada a mantener su postura

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Madame Delacroix, sintiendo el peso de la tensión en el aire, se vio obligada a mantener su postura. Sabía que la situación era más delicada de lo que Anthony podía imaginar.

—Anthony, no puedo decirte nada sobre eso. Elizabeth necesita paz y tranquilidad ahora mismo. No es el momento para más preocupaciones. —Hizo una pausa, buscando las palabras correctas— Avísame más tarde. Ella hablará contigo cuando esté en condiciones de hacerlo.

Anthony, sintiendo el peso de la situación y la resistencia de Madame Delacroix, se sintió abatido. La desesperación le dio paso a la resignación mientras soltaba a Madame Delacroix y se apartaba lentamente.

—Entonces, ¿qué debo hacer? —preguntó, su voz cargada de desánimo.

Madame Delacroix, con un tono más conciliador, intentó ofrecer algo de consuelo.

—Lo mejor es que te vayas por ahora. No es un buen momento para que la presiones. Cuando Elizabeth esté lista, ella se pondrá en contacto contigo. Por favor, respeta su necesidad de reposo y calma.

Los Bridgerton: Vidas pasadas (Anthony Bridgerton)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora