El estadio estaba lleno, y había mucha tensión en el aire. Estábamos en cuartos de final, enfrentando a Ecuador, y sabíamos que cada segundo contaba. Mientras me preparaba en el vestuario, trataba de concentrarme en el partido.
Salimos al campo con determinación. El primer tiempo fue un ir y venir constante, con oportunidades para ambos lados. Ecuador estaba jugando duro, pero nosotros también. Pudimos mantener la calma, pero la presión era inmensa.
Finalmente, en un momento, Licha encontró el espacio y anotó. El estadio explotó en gritos de alegría, y nosotros nos abrazamos. Sin embargo, no podíamos relajarnos. Ecuador seguía presionando y tuvo una oportunidad de oro con un penal a favor. Enner se preparó para patear, y todo mi cuerpo se preparó.
Respiré hondo y me tiré, la pelota pegó en el poste y salió. La suerte estaba de nuestro lado, pero no podíamos confiar en eso. Seguimos manteniendo nuestra defensa firme. Parecía que íbamos a ganar en el tiempo regular, pero en el último suspiro del partido, nos empataron.
El pitido final del tiempo nos llevó a los penales. El aliento de los argentinos era lo que me mantenía tranquilo.
El primer penal lo pateó Leo. Trató de picarla, pero la pelota golpeó el travesaño. Un silencio tenso cayó sobre el estadio. Pero no lo iba a dejar así. Me preparé para enfrentar al primer pateador de Ecuador. Observé su postura, sus ojos, y me tiré; sacándola lejos del arco. El estadio estalló en gritos.
Julian, Alexis y Montiel no fallaron sus penales. Cada uno de sus goles nos acercaba más a la victoria. Pero Ecuador también anotó dos.
Finalmente, fue el turno de Otamendi. Caminó a el punto de penal con confianza y pateó, asegurando el 4-2 final. El estadio estalló en una celebración enorme. Corrimos hacia Otamendi, abrazándonos y saltando de alegría.
La sensación de alivio y euforia era indescriptible. Habíamos superado una noche de sufrimiento, presión, y ahora estábamos en las semifinales. Nos fuimos al vestuario, donde la celebración continuó con cantos, risas y abrazos. Sabíamos que todavía quedaba mucho trabajo por hacer, pero esa noche, íbamos a disfrutar nuestra victoria.
De vuelta al hotel, el ambiente era de pura celebración. Nos reunimos en el salón principal, donde el staff había preparado un pequeño festejo para nosotros. Había comida, bebida y música. Julieta estaba ahí, con una sonrisa radiante, y nuestros ojos se encontraron.
"¡Felicitaciones Emi!" dijo ella, acercándose y abrazándome. "Estuviste increíble."
"Gracias Juli" respondí devolviendo el abrazo con fuerza. "No podría haberlo hecho sin el aguante de todos."
Nos unimos a los demás en la celebración, disfrutando de la noche y de la compañía. La presión del partido se desvaneció, reemplazada por la alegría de la victoria. Bailamos, cantamos y nos reímos de boludeses.
La fiesta siguió hasta tarde, pero finalmente todos empezamos a irnos a nuestras habitaciones. Esa noche dormí profundamente, con mucha tranquilidad.
Al día siguiente, era nuestro merecido día de descanso. Me desperté temprano y, después de un desayuno relajado, me encontré en mi cuarto pensando en cómo pasar el día. Decidí que un buen mate sería ideal para relajarme. Agarré el equipo de mate y me fui al patio.
En el camino, pasé por la cocina y vi a Julieta preparando unas cosas para la merienda. Me acerqué con una sonrisa.
"Juli, ¿Qué onda?" dije, apoyándome en el marco de la puerta.
"Preparando algo para la tarde" respondió ella, devolviéndome la sonrisa. "¿Vos?"
"Pensaba tomar unos mates en el patio" dije. "¿Te querés venir?"
Ella dudó un momento, pero asintió. "Dale, me parece bien. Me vendría bien un descanso."
Caminamos juntos hasta el patio, charlando sobre cosas triviales. Encontramos un lugar cómodo bajo un árbol y nos sentamos. Empecé a preparar el mate mientras Julieta se acomodaba.
"Así que, ¿Cómo te sentís después del partido de ayer?" preguntó ella, mirándome con curiosidad.
"Fue una locura" respondí, pasándole el primer mate. "Pero la verdad es que estoy aliviado. Sabía que iba a ser difícil, pero se pudo."
"Sí, estuviste increíble" dijo ella, aceptando el mate y tomando un sorbo. "Todos estábamos muy nerviosos, pero cuando saliste a atajar esos penales, sabía que íbamos a ganar."
"Gracias" dije, sonriendo. "Pero fue un esfuerzo de equipo. Todos lo dimos todo en la cancha."
Nos quedamos en silencio un momento, disfrutando del mate y del aire fresco. Julieta parecía un poco preocupada algo y estaba visiblemente nerviosa. Finalmente, habló.
"Emi, hay algo que estuve queriendo decirte..."empezó, pero se frenó, mordiéndose el labio.
"¿Qué pasa, Juli?" pregunté, mirándola con preocupación.
"Es que... bueno, pasó algo" balbuceó, mirando al suelo. "Y no sé cómo decírtelo."
"¿Pasó algo? ¿Qué pasó?" insistí, tratando de entender.
Ella suspiró y miró a lo lejos. "Es que... fue todo tan rápido y no sé cómo manejarlo."
"¿Que cosa? No entiendo" pregunté.
Julieta pareció estar a punto de decir algo, pero en ese momento su teléfono sonó. Miró la pantalla y frunció el ceño. "Perdón, Emi. Tengo que atender esto."
"Está bien" respondí, aunque me sentía un poco decepcionado. "Nos vemos después."
Julieta se levantó y se fue, dejándome solo en el patio. Me quedé un rato más, tratando de disfrutar del momento, pero mi mente seguía volviendo a ella y a lo que había querido decirme.
Decidí volver a mi cuarto. En el camino, pasé por el pasillo y me frené en seco al ver a Julieta. Estaba ayudando a su ex, Diego, a salir por una de las ventanas del pasillo. Sentí una oleada de confusión.
"¿Qué está pasando acá?" pregunté, mi voz más fuerte de lo que pretendía.
Julieta se giró rápidamente, su rostro pálido. "Emi, esto no es lo que parece."
"¿Entonces qué es?" pregunté, dando un paso hacia ellos. "¿Por qué esta acá?"
Diego me miró con una sonrisa cínica. "Tranquilo Martínez"
Respondí, mirando a Julieta. "Juli, ¿Qué está pasando?"
Ella parecía a punto de llorar. "Diego.... Es que... estaba tratando de evitar un problema."
"¿Evitar un problema?" repetí, sintiendo mi frustración crecer
Diego intervino, poniendo una mano en el hombro de Julieta. "Tranquila, amor. Emi no entiende."
"¿Amor?" repetí, sintiendo que la ira comenzaba a hervir. "¿Por qué le decís amor?"
"Emi, por favor" suplicó Julieta. "Déjame manejar esto."
"Está bien" dije, sintiendo la frustración y los celos arder en mi interior. "Pero después quiero una explicación. Creo que la merezco"
Julieta asintió, agradecida. "Gracias, Emi. Te prometo que te lo voy a explicar."
Me quedé ahí, observando mientras ayudaba a Diego a salir por la ventana. Necesitaba espacio para calmarme y pensar. Me fui a mi cuarto, esperando que la explicación de Julieta pudiera aclarar las cosas.
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Más Allá del Arco: Una Historia de Amor y Fútbol
FanfictionJulieta, una joven asistente de cocina, comienza a trabajar para la selección argentina de fútbol durante la copa américa 2024. Ocultándose de un pasado que la atormenta, en todo este trayecto, aparecerá Emiliano "Dibu" Martinez a acompañarla y a br...