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Pasaron un par de días desde el robo, y aunque aún me quedaba cierta inquietud, la cafetería no podía esperar. Volví al trabajo, ahora con cámaras y un botón de pánico cerca de la caja. Me sentía más segura, pero también abrumada con todo lo que había que hacer. La cafetería estaba ganando popularidad a pasos agigantados, y mis manos ya no alcanzaban para todo. Hoy sería el primer día de prueba para tres chicas que se ofrecieron a trabajar conmigo. Solo me quedaría con dos, así que una tendría que dejarla ir al finalizar la semana. No era una decisión fácil, pero sabía que era necesaria.

La mañana y parte de la tarde transcurrieron sin problemas. Las tres chicas, Camila, Sofía y Lucía, eran atentas, rápidas y parecían encajar bien con el ambiente. Se movían entre las mesas con destreza, atendiendo a los clientes y ayudando en lo que podían. Me daba cierta tranquilidad ver que eran tan proactivas. Ya estaba pensando en cómo tomaría la decisión al final de la semana.

Fue cerca del mediodía cuando Emi pasó por la cafetería. Lo vi entrar, con esa presencia inconfundible que siempre llama la atención. Como era de esperar, varios clientes se acercaron para pedirle fotos y autógrafos. Él, como siempre, accedió con una sonrisa, siendo el Dibu de todos. No me sorprendió que las nuevas chicas también se acercaran, un poco tímidas al principio, pero pronto relajadas al hablar con él.

Camila, no tardó en sonreírle pero también dijo algo que me hizo alzar una ceja. "Sos mucho más lindo en persona Dibu" le dijo, guiñándole un ojo de manera juguetona. Emi, siendo tan sencillo como es, solo sonrió de vuelta y le dio las gracias, sin darle mucha importancia. Pero yo no pude evitar sentir ligeros celos. Era algo boludo, lo sabía, pero aún así, verla tan desinhibida me hizo apretar los labios.

Camila no perdía el tiempo. Después de sacarse una foto con Emi, le plantó un beso en el cachete sin previo aviso. Lo vi desde donde estaba y, aunque él le restó importancia, una pequeña punzada de incomodidad se instaló en mi pecho. Sabía que Emi no le daba relevancia, pero aun así, no podía evitar sentirme molesta.

Después de sacarse fotos con algunos otros clientes, Emi finalmente se acercó a mí. Me saludó con un beso suave y me dijo:

"Tenía un ratito libre y quería ver cómo iba todo".

Sacó algo de su mochila, y al instante en que lo vi, no pude evitar sonreír. No era solo lo que traía, sino el aroma inconfundible que me hizo saber exactamente de qué se trataba antes de verlo: un buen sanguche de milanesa, mi favorito.

"Gracias" le dije sonriendo, mientras me devolvía otro beso.

"Solo para que no te saltees el almuerzo" respondió con esa sonrisa cómplice que tanto me gustaba.

Le di un mordisco al sanguche mientras él me miraba satisfecho.

"Voy a volver a la casa ahora" dijo en un tono más bajo. "No quiero quedarme mucho tiempo para no alborotar más a la gente"

Asentí, entendiendo perfectamente. Cada minuto extra que se quedaba, más personas lo reconocían, y eso generaba un revuelo complicado de manejar.

Antes de irse, le presenté a las tres chicas que estaban a prueba. Las tres sonrieron amablemente, saludándolo con entusiasmo. Sin embargo, Camila, no tardó en lanzarse de nuevo.

"Espero quedar, así te sigo cruzando por acá" dijo, intentando sonar inocente, pero con un claro trasfondo en sus palabras.

Emi la ignoró completamente, como si no hubiera escuchado, y se dirigió a mí para despedirse.

"Te veo después" me dijo, dándome un beso suave.

Saludó a las chicas con un gesto de la mano y salió de la cafetería sin mirar atrás. Me quedé observándolo mientras se iba, agradeciendo su paciencia y cómo manejaba esas situaciones sin generar drama.

Esperé a que el ambiente se calmara después de que Emi se fuera y decidí acercarme a Camila. Quería hacerlo en privado, así que busqué el momento adecuado cuando ella estaba sola en la cocina.

"Camila", empecé, en un tono tranquilo pero firme, "hay algo que quiero decirte. No me cabe mucho que le hagas esos comentarios a mi novio. No me gustaría que si quedaras, tener que alejarlo de la cafetería para que ni él ni yo estemos incómodos por tus comentarios, ya que sabes perfectamente que Emiliano y yo somos novios."

Camila me miró desentendida.

"En ningún momento te falté el respeto ni a vos ni a él", respondió con indiferencia, "soy simplemente muy fan del Dibu, pero no entiendo por qué tengo que dejar de hablarle así."

"Lo entiendo", le contesté con calma. "pero para mí es incómodo y no es profesional. Este es mi lugar de trabajo, y aunque te guste, no creo que esos comentarios sean apropiados acá."

Camila frunció el ceño, molesta.

"'Emi' es lindo Juli", dijo con sarcasmo, enfatizando su apodo, "no podés hacerte la boluda. Si no te bancás ese tipo de comentarios, no deberías haber salido con alguien como él. Todo el tiempo le van a decir cosas, y no podés callar a todas."

Tomé aire profundo, decidida a no seguir discutiendo. Ya había dicho lo que necesitaba decir. No iba a cambiar su forma de pensar.

"Ok Camila", le respondí, y me giré para seguir con mis tareas. Al terminar la jornada, la llamé cuando estaba guardando sus cosas.

"Camila, no es necesario que vengas mañana. Gracias por tu tiempo, pero ya no seguís en el equipo."

Ella me miró sorprendida y luego su expresión cambió a una mezcla de molestia e incredulidad.

"¿En serio?" preguntó indignada. Asentí en silencio.

Bufó enojada, "ni quien quisiera trabajar con alguien que no se banca nada" Dicho eso, se fue. supe que había tomado una buena decisión.

Llegué a casa y apenas abrí la puerta, Emi estaba ahí para recibirme con un beso y un abrazo reconfortante. Después del día largo y tenso que había tenido, sus brazos eran el lugar en el que necesitaba estar.

"¿Cómo te fue hoy?" me preguntó, mirándome con esa mezcla de ternura y curiosidad.

Le sonreí con algo de cansancio, pero al mismo tiempo satisfecha. "Ya tomé la decisión en un día", le dije, mientras dejaba mis cosas a un lado, "saqué a Camila."

Él se rió, como si ya supiera la razón detrás de mi decisión. "Me lo imaginé", dijo con una sonrisa divertida, dándome un beso en la frente. "¿Fue por esos comentarios que hizo?"

Asentí, sintiéndome más tranquila al hablar con él. "Sí, pero no solo por eso", expliqué mientras me acomodaba en el sillón, "le pedí que ya no hiciera esos comentarios y que fuera más profesional. En lugar de respetarlo, se dirigió mal a mí, desestimando lo que le dije. Así que tomé la decisión de que no siguiera."

Emi suspiró y me acarició el cabello, apoyándose en el respaldo del sillón. "Hiciste bien Juli. No es fácil tomar decisiones así, pero no podés tener a alguien que no respeta límites ni te respeta a vos. Además, sabes que yo nunca le hubiera dado bola a esas cosas."

Le sonreí, sintiendo el alivio de haber actuado correctamente. "Ya sé. Pero igual, no quiero lidiar con ese tipo de situaciones. Prefiero que la gente que esté en la cafetería sea profesional y nos respete."

"Eso es lo más importante", agregó Emi, besándome suavemente en los labios. "Y por lo que parece, tu cafetería va a seguir siendo un lugar increíble gracias a vos y a tus decisiones"

Me acurruqué en su pecho.

"Vos sos mío", dije en broma, sonriendo contra su pecho mientras lo abrazaba más fuerte.

"Obvio", respondió Emi, separándose un poco para mirarme y luego darme un beso suave.

"¡Sos mi hombre, mío!" seguí entre besos, mientras me aferraba a su cuello para que no se alejara.

Él sonrió contra mis labios, respondiendo a cada beso con ternura y susurrando: "Solamente tuyo, Juli."

Más Allá del Arco: Una Historia de Amor y FútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora