40

70 7 0
                                    

El siguiente día fue bastante productivo trabajando con Lucía y Sofía. Ambas no solo mostraban ser muy profesionales, sino también personas respetuosas y divertidas. La dinámica en la cafetería se sentía mucho más ligera y, con el pasar de los días, empezamos a formar una amistad sincera. Era raro encontrar personas con las que conectara tan bien en el trabajo, así que decidí invitarlas a comer a casa después de nuestra jornada.

"Chicas, ¿Qué les parece si después del trabajo nos vamos a casa a comer algo?", les propuse mientras limpiábamos las últimas mesas.

"¡Me encanta la idea!", respondió Lucía con entusiasmo.

"¡A mí también!" agregó Sofía, sonriendo.

Le escribí a Emi para cuando llegáramos este todo en orden.

"Emi, ¿Pedís pizza y helado, por favor?. Llegamos en un ratito con las chicas del trabajo.", le mandé el mensaje, esperando su respuesta con una sonrisa.

"Ya está en camino", me contestó poco después.

Terminamos de organizar la cafetería y salimos rumbo a casa, emocionadas por la comida y la charla que nos esperaba.

Llegamos a casa y, como siempre, Emi me recibió con un beso, su forma de darme la bienvenida me hacía sentir en casa. Las chicas, algo tímidas al principio, lo saludaron con un beso en el cachete, como es costumbre.

Emi, siempre tan atento, se acercó a mí en secreto y me susurró: "Ya me guardé un poco de pizza y me voy a quedar en el cuarto para que charles tranquila con ellas".

Le sonreí agradecida y lo besé de nuevo, con ternura. "Gracias amor", le respondí bajito.

Emi, antes de subir, se despidió de las chicas con una sonrisa.

"Que la pasen bien" dijo y subió las escaleras, dejándonos con todo el living para nosotras.

Nos acomodamos con las pizzas y el helado, y empezamos a tomar ya que tenía guardado y empezamos a boludear y charlar.

"Che, ¿pero cómo haces para vivir con el Dibu? O sea, ¡lo tenés todo el día ahí!" dijo Lucía

Sofía se rió y agregó: "¡Sí! Yo estaría en una, ¡no podría concentrarme ni en comer si fuera mi novio!"

Yo me reí "Bueno chicas, no es tan fácil ¿eh?,  el hombre tiene su carácter... pero sí, no me puedo quejar, para algo es mío."

Lucía soltó una carcajada. "¡Ah! ¡Qué suertuda! ¿Y qué tal es, tipo...en la intimidad?" dijo haciéndome un guiño exagerado.

Me sonrojé un poco, pero también me moría de risa. "¡Ay Lucía! Bueno, no puedo dar detalles... pero digamos que... no le hace falta ningún entrenamiento extra."

Sofía se atragantó de la risa y golpeó la mesa: "¡No te la puedo creer! Me muero. Yo sabía que tenía pinta de ser un campeón en todo."

Explotamos de risa las tres totalmente ya ebrias.

Lucía, con una risa juguetona, agregó: "¡Ay, basta! Yo con uno como Emi no salgo de la cama en todo el día."

Sofía se sumó, levantando la copa. "¡Brindo por eso! Y por vos, Julieta, por tener la suerte de tu lado."

"Bueno, bueno... no es para tanto. ¡Ustedes también se merecen a alguien así!" les dije, levantando mi copa y chocándola con las suyas.

Después de brindar, Lucía miró su copa vacía y me hizo un guiño. "¿Sabes qué estaría bueno ahora? ¡Un brindis por las chicas independientes como nosotras que podemos con todo! Trabajo, amor, y unas buenas amigas."

"¡Eso!" Sofía levantó su copa otra vez. "Y que el amor nunca nos falte... ¡pero que tampoco nos vuelva locas!"

Explotamos de nuevo en carcajadas, totalmente desinhibidas, hablando de los chicos, el trabajo, y cualquier cosa que nos pasara por la cabeza.

A las tres de la mañana, Emi bajó silenciosamente las escaleras, probablemente atraído por el ruido de nuestras risas y conversaciones sin sentido. Nosotras estábamos tiradas en el sillón, muertas de risa, con las pizzas ya a medio comer, medio frías y el helado derretido sobre la mesa.

Emi nos miró con una mezcla de ternura y resignación, y se acercó. "Chicas, creo que ya es hora de que se vayan. Voy a pedirles un Uber, ¿les parece?"

Lucía y Sofía, ambas tambaleándose un poco, asintieron entre risas. "Sí, sí, ya es tarde" murmuró Lucía, mientras trataba de levantarse y casi tropieza con la mesa.

"¡Gracias Emi!" dijo Sofía, haciéndole un gesto como si lo viera doble.

Emi, después de pedir el Uber, ayudó a Lucía y Sofía a ponerse de pie mientras ambas seguían riéndose y tambaleándose. "Gracias por la noche Julieta, ¡lo pasamos increíble!" dijo Lucía mientras intentaba darme un abrazo. Yo, desde el sillón, apenas les respondí con una sonrisa torcida, ya casi sin poder coordinar.

Sofía se despidió también con un gesto exagerado y Emi las acompañó a la puerta, asegurándose de que subieran al auto sin problemas. "Cuídense chicas, que lleguen bien", les dijo, con esa amabilidad que siempre tenía.

Una vez que el Uber se fue, Emi cerró la puerta y volvió al living, donde me encontró tirada en el sillón, totalmente ida.

"Juli, vamos, es hora de que te vayas a dormir", me dijo acercándose a mí con una sonrisa. Yo, en lugar de levantarme, le extendí los brazos como una nena chiquita, pidiendo que me llevara.

Emi suspiró divertido y me levantó en brazos sin ningún esfuerzo. Mientras subíamos las escaleras, yo me aferraba a su cuello, cada vez más cerca de él. En mi estado, no podía evitar el impulso, así que me incliné hacia su cara, buscando sus labios sin decir nada.

Él, con calma, desvió la cabeza, esquivando el beso con suavidad. "Juli, pará un poco..." murmuró, aunque su tono seguía siendo divertido.

Me quejé en voz baja, sin rendirme del todo. Volví a intentarlo, apretando mis manos en su cuello y acercándome más, intentando que me siguiera el juego. "Emi, dale..."

Él negó con la cabeza, manteniendo su sonrisa paciente. "Juli, quedate quieta"

Fruncí el ceño, confusa por su resistencia, y me acerqué una vez más. "Quiero estar con vos, ahora" susurré

Emi se detuvo un segundo, suspirando mientras subía el último escalón. Me miró a los ojos y, con ternura, desvió otra vez mi intento de besarlo. "Juli, estás borracha." me dijo con firmeza, pero sin perder el tono cariñoso.

Solté un pequeño gemido de frustración 

"No me importa" respondí, insistente, intentando de nuevo. "Emii.." dije estirando mis palabras algo molesta

"Shhh" me interrumpió, mientras me acostaba suavemente en la cama. Me tapó con las sábanas, y yo, aún en mi estado, intenté levantarme para tirarme sobre él de nuevo.

"Juli, no. Estás muy borracha" repitió, apartándome con suavidad mientras me acariciaba la cara. "Dormite y mañana hablamos."

A pesar de mi insistencia y confusión, estaba demasiado cansada para seguir. Me dejé caer en la cama.

Emi me dio un beso en la frente, apagó la luz y se quedó un rato más a mi lado hasta asegurarse de que estuviera profundamente dormida.

Más Allá del Arco: Una Historia de Amor y FútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora