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Al día siguiente, me levanté con una sensación de euforia que hacía tiempo no sentía. Bajé a desayunar y apenas crucé la puerta del comedor, De Paul me saludó con una sonrisa burlona.

"¿Qué te pasó, Dibu? Estás radiante hoy" comentó, alzando una ceja.

"¿Te levantaste con el pie derecho o qué?" añadió Julian, uniéndose a la conversación.

Julieta estaba cerca, revisando algunas cosas en la cocina. Noté cómo, por el rabillo del ojo, me observaba y rápidamente apartaba la vista, sonrojándose. Su reacción no pasó desapercibida para el resto del equipo.

"¿Se arreglaron con Julieta, Dibu?" preguntó Enzo, con una sonrisa traviesa.

Traté de mantener la calma. "Estamos bien ahora" respondí, sin querer entrar en detalles pero incapaz de ocultar mi felicidad.

La mañana transcurrió sin incidentes, con los chicos ocupados en sus rutinas. La tarde llegó y nos preparamos para una sesión de entrenamiento. Después de una intensa práctica, volvimos al hotel, cansados pero contentos.

Cuando volví a mi habitación, me dispuse a relajarme. Apenas me recosté, escuché golpes violentos en la puerta. Me levanté de un salto y abrí, encontrándome con Diego, su cara desfigurada por la furia.

"Salí Emiliano" ordenó Diego con fuerza.

"¿Qué carajo te pasa?" respondí.

"No te hagas el boludo. Vi la foto" gritó Diego, señalándome con un dedo acusador. "¿Pensaste que no me iba a enterar?

Julieta estaba ahí, sus ojos llenos de desesperación.

"Diego, ¡pará! ¡Dejalo tranquilo!" suplicó Julieta, tratando de interponerse entre nosotros.

"¡No te metas, Julieta!" gritó Diego, empujándola hacia atrás. "O te va a ir igual."

Salí del cuarto acercándome a Diego. "No la toques Diego" le advertí, mi voz firme.

Diego me empujó con fuerza. "¡Vos no te metes con mi mujer!"

Antes de que pudiera reaccionar, varios de los chicos y seguridad del hotel aparecieron.

"¿Qué pasa acá?" preguntó uno de los guardias de seguridad, evaluando la situación.

Julieta, aún tratando de calmarse, respondió rápidamente. "Voy a hablar con él afuera del hotel. Por favor, sáquenlo."

Los de seguridad agarraron a Diego y lo llevaron hacia la salida, mientras él seguía tirando amenazas y gritos. Julieta los siguió, mirándome con preocupación antes de salir.

Entramos a mi habitación. Me senté en la cama, todavía tratando de procesar todo lo que había pasado. Enzo sacó su teléfono y me mostró la foto que había circulado por las redes.

"Acá está" dijo, mostrándome la imagen. "Alguien los captó en el momento justo."

Miré la foto, era una imagen clara de Julieta y yo besándonos, con nuestras caras perfectamente visibles.

"¿Y ahora qué van a hacer?" preguntó Tagliafico, preocupándose por las posibles repercusiones.

"No sé, voy a ver qué quiere hacer Julieta" dije ya frustrado

Justo en ese momento, escuchamos a Julieta volver al hotel. Me levanté de la cama y miré a los chicos. "Voy a hablar con ella. Nos vemos después"

"Mucha suerte hermano" dijo Enzo, mientras todos salían del cuarto y se dirigían a sus habitaciones.

Me fui al cuarto de Julieta y toqué suavemente la puerta. Después de un momento, ella la abrió, sus ojos aún brillando con lágrimas.

"¿Estás bien?" pregunté, preocupado.

"Sí" murmuró, dejándome entrar. "Vos...¿Éstas Bien?"

"Si" suspire "Gracias.." Nos sentamos en el borde de su cama. "Julieta, disculpa, lo que menos quiero es seguir metiéndote en quilombos."

Ella suspiró, su voz temblorosa. "No es tu culpa Emi. Pero sí es culpa mía. No tendría que haber pasado lo que pasó."

"¿Te arrepentís?" le pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

"No" respondió con firmeza. "Pero tampoco está bueno estar con uno si estoy con otro."

"Estar con Diego ni debería contar" dije con frustración. "Eso no es una relación, es un infierno. Te trata mal, te maltrata, te ningunea, habla de cómo sos sexualmente..."

Me quedé callado de repente, dándome cuenta de lo que había dicho. Julieta me miró con los ojos muy abiertos y confundidos.

"¿Qué dijiste?" preguntó

"No, nada..es un ejemplo" dije tratando de evadir el tema

Emiliano.."dijo ella mirándome exigiendo una verdadera respuesta"

Suspiré, sabiendo que no podía seguir ocultándolo. "Diego...una vez contó al equipo cosas de cómo sos en la cama.. pero lo dijo en un contexto de querer enojarnos.."

Ella se quedó en silencio por un momento, sus ojos llenos de enojo. "Eso es mentira, nunca estuve con nadie...soy virgen."

La indignación y la vergüenza se apoderaron de su cara. "Y ahora los chicos van a crecer esas mentiras de Diego."

La miré con firmeza, tratando de transmitirle toda la sinceridad y apoyo que sentía. "Julieta, tranquila. Los chicos no piensan nada malo de vos. Saben que Diego es un pelotudo y que no se puede confiar en lo que dice."

Ella respiró hondo, tratando de calmarse. "Gracias Emi" murmuró, antes de abrazarme. Sentí su cuerpo acomodarse ligeramente contra el mío y la abracé con más fuerza, queriendo protegerla de todo.

"Anda a descansar" dijo finalmente, soltándose del abrazo. "Quiero estar sola un rato."

Asentí, aunque no quería dejarla sola. "Está bien. Si necesitas algo, estoy acá."

Ella me miró, sus ojos agradecidos pero también llenos de dolor. "Si, Gracias."

Salí de su habitación, cerrando la puerta suavemente atrás de mí. Mientras caminaba a mi cuarto, sentí una ola de furia y frustración. Si pudiera, le bajaría todos los dientes a Diego. Pero por ahora, lo único que podía hacer era estar ahí para Julieta.

Más Allá del Arco: Una Historia de Amor y FútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora