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Antes de comenzar a leer deben saber que esta historia toca temas fuertes que pueden no ser adecuados para todos. Hablamos de cosas como violencia, abuso y autolesiones. si estos temas te afectan, o no tienes la edad suficiente te invito a buscar otra historia. Si de cualquier manera quieren seguir leyendo entonces lo único que pido es respeto en todo momento. 


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— Siento que tengas que repetirlo, pero es necesario. — La oficial era una beta, era muy amable y cuidadosa con sus palabras,  lo mínimo que podía pedir Lea en ese momento.

— Estaba saliendo de la universidad para ir a casa, tardé un poco más de lo normal porque tenía que comprar cosas para mi casa, mamá me las había pedido. — La omega estaba destruida, apenas y podía entender que era lo que le estaba sucediendo o el donde estaba y ya la estaban llenando con preguntas que debía contestar lo antes posible. — Comencé a sentir que me seguían así que entré a una tienda de paso para esconderme.

No quería recordar, en verdad que no, las lágrimas corriendo por sus mejillas lo gritaban, quería regresar a su casa, abrazar a su madre y echarse a dormir para no despertar más, lo deseaba con todo su corazón.

— ¿Después que sucedió?

— Ya lo sabe. — Sollozó.

— Tienes que decírmelo, es necesario para la investigación.

— ¡Me violaron! ¿¡QUÉ MÁS QUIERE QUE LE DIGA!?

— Lo sé, en verdad siento tener que preguntarte ahora, pero ¿Quieres que lo atrapemos no es así? por eso debes contarme todo lo que sepas.

— Me dijo que era muy bonita, que no debía salir sola de la universidad, que lo provocaba... Me llamó por mi nombre.

— Bien ¿Dijo algo más? ¿Pudiste verle el rostro o algo que llamara tu atención?

— No, estaba de espaldas, no me dejó moverme. — Con solo decirlo podía sentir como volvía a suceder.

— ¿Qué hiciste después?

— Me quedé ahí, solo quería que se fuera, después llamé a mamá.

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— Buenos días amor.

Su madre trataba de ser todo lo amorosa que su corazón le permitía, ya era demasiado con lo que su hija estaba sufriendo para además ella molestarla, por ello no le había dicho nada durante más de un mes, pero pensaba que su hija debería comenzar ir a terapia, por más que se hubiera negado hasta ahora, es que nunca saldría del hoyo en el que estaba, de cualquier manera no la obligaría, jamás haría eso.

— Déjame dormir.

— Anda, deberías comer algo, te enfermarás y no sería bueno. — Para nada, tendría que salir de casa.

— Solo déjalo ahí.

— Está bien. — La mujer recogió el plato con la comida del día anterior y colocó el del desayuno, Lea apenas y tocaba su comida.

Había pedido un periodo de baja en su universidad, sus amigos tenían prohibido por ella misma ir a visitarla, solo toleraba que su madre y padre, una alfa, entraran a la habitación, apenas  pasaba unas pocas horas despierta al día y siempre se despertaba con alguna pesadilla de lo que le había sucedido.

Ya no quería seguir, lo había pensado seriamente, en verdad se sentía muy mal, tan solo quería entrar a una no existencia tan cómoda en la que nunca más tuviera que pensar, de cualquier manera no valía la pena.

Se levantó de la cama para ir al baño, no quería ducharse, al igual que todos los días de la semana anterior, pero justamente ese día tuvo una pizca más de ánimo, suficiente para tomar la iniciativa.

Su cuerpo le daba asco, se daba mucho asco, ese cuerpo que le había traído tanta desgracia, ese alfa tal vez no se hubiera fijado en ella de no ser por su cuerpo, estaba sucio.

Es que estuvo tan indefensa, su fuerza no era nada comparada con la del alfa, ni siquiera pudo girar la cabeza para verle la cara, tenía la mano tomándola con tanta fuerza que no lo logró. ¿Y si la volvían a atacar? ¿Y si ese alfa volvía a encontrarla? Al fin y al cabo sabía quién era, sabía su nombre, dónde estudiaba, eso la aterraba.

— Amor ¿Quisieras venir con nosotros a cenar? — Su madre alfa la trajo a la realidad de golpe.

— ¿Las dos van a salir? — No, no quería quedarse sola, por el amor de Dios no.

— En realidad... creemos que deberías venir con nosotros, tus amigos también vendrán.

— No, no voy a salir.

— Si no quieres no debes hacerlo, pero mi vida, deberías intentarlo, solo será una vez y estarémos todo el tiempo contigo, nos aseguraremos de que estés bien.

Lea decidió volver a su habitación sin responder nada más, no tenía caso, no saldría de casa.

Tomó su teléfono después de tenerlo abandonado por semanas, estaba lleno de mensajes de sus amigos, todos preguntando cómo estaba, ¿Estás mejor? ¿Quieres hablar? ¿Podría ir a verte?

No, no y no, no a todo, no a salir, no a verlos, no a hablar, no estaba lista, no quería, los odiaba a todos, por compadecerse, por ver hacia abajo, odiaba a todos, se odiaba a ella.

Observó el techo de la habitación un buen rato, no tenía nada más que hacer y pensó.

Alrededor de las 8 de la noche escuchó el auto encenderse y tomó una decisión.

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— Tengo entendido que no querías venir ¿Es eso verdad?

— Yo... es que, tengo miedo. — El psicólogo era un omega, lo habían escogido específicamente así para no alterar de más a Lea, en realidad no toleraba la presencia de la mayoría de los alfas a su alrededor, exceptuando a su padre y uno de sus amigos, todos los demás la aterraban al punto de querer hacerla llorar.

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora