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— No lo sé en realidad, recuerdo que estaba jugando con unos niños en la calle para no molestar a mis padres porque siempre se enojaban conmigo, luego un periodo en negro y desperté en el infierno mismo.

Lea escuchaba la historia sin decir nada, solo respondía con monosílabos para dejarle en claro a Alaia que la estaba escuchando, y claro que lo hacía, estaba muy interesada porque se trataba de su alfa, todo lo que la lastimara quería conocerlo para tratar de ayudarla.

— Quiero decir, cuando creían que me presentaría como omega por lo menos no eran tan violentos, pero mi "padre". —Ella misma recalcó las comillas, llamar de esa manera a esas personas sería un insulto a sus verdaderas madres que se dejaban la vida en cuidarla. — Decía que era alfa, que debía aguantar los golpes, que debía pelear, pero pelear contra él era imposible así que solo me golpeaba hasta cansarse.

En un momento de debilidad Alaia abrazó con más fuerza a Lea. La omega podía sentir los brazos de la grandota temblar, el miedo era tan real que era palpable, no era un muro como siempre quería mostrar, (Con desconocidos cabe aclarar, ser amable no quería decir que no fuese intimidante, su rostro daba miedo cuando estaba de malas)

— Nunca me amaron, amaban el dinero que mis mamás me daban, no entiendo como un juez pudo darles la custodia en un principio, supongo que por eso les importaba tanto que yo quisiera volver, mi testimonio debió de ser importante.

Se castigaba a diario por ello, por ser tan tonta de caer en esa trampa que la había destruido.

— ¿Cómo volviste con tus mamás? — Su voz también estaba lastimada.

Saber del miedo de Alaia le partía el corazón, en ese momento no existían sus propios problemas, solo los de la alfa y eso estaba bien para las dos.

— Cuando me hicieron esto. — Bromeó señalando su mejilla, la cicatriz que mataba de la curiosidad a Lea desde el primer día que la vió. — Casi pierdo el ojo esa vez, y a mi profesora le fue imposible no notarlo, y por mucho que esas personas trataron de mentir diciendo que solo me había caído mis mamás no aceptaron esa tontería, y claro que sus abogados eran muy buenos.

Hasta este punto de la historia Lea podía entender el miedo y los traumas que traían pesadillas a su alfa, pero no se acercaba siquiera a resolver la duda por la que todo aquello había comenzado ¿A qué se refería Alaia con casi matar a su compañero a golpes? Fuese como fuese eso podía esperar, por lo menos unos minutos, esos dónde Lea aprovechó para zafarse del agarre/garra hidráulica de los brazos de la alfa, acomodarse en la cama para poder verla directamente a los ojos y acariciar su rostro con delicadeza, era como decirle "Estás bien, estoy contigo" Lo cual ambas sintieron de inmediato llenandoles el pecho de amor. Los ojitos de cachorro de la alfa conmovía a Lea, esa tonta no podía ser tan mala como ella misma pensaba que lo era.

— Y bueno... una niña con problemas de ira regresó a casa, mis hermanos habían crecido, yo también pero seguía pensando igual, en verdad era idiota, los odiaba por robarme a mis madres.

— Pero amas a tus hermanos. — Quería decir, le parecía muy extraño y no pudo evitar preguntar. — No te sientes mal por lo que hiciste esa noche.

— Los adoro, con el alma, tanto que me duele pensar que algo les pudiera pasar, lo que casi hago, aunque no tiene tanto tiempo como piensas. — No quería contar todo, le quemaba el alma de pensar que debía hacerlo, repitiendo una y otra vez que era ahora o nunca, por eso comenzó a llorar, pequeñas lágrimas se escapaban y no había nada que hacer.

— En la escuela se burlaban de mí, por ser adoptada, por estar siempre sola, por reprobar todas las materias, eso solo me hacía estar más enojada, odiarlo un poquito más cada día y... uno de esos días exploté, quiero decir, solía meterme en peleas, pero eso fue muy diferente.

— Un alfa enojado. — Susurró, refiriéndose obviamente al estado descontrolado de un alfa, jamás lo había visto pero sabía de él, al menos lo más importante, jamás debía meterse con un alfa descontrolado.

— Yo, dejé de entender las cosas, no recordaba nada, no veía nada más que su rostro, en verdad quería matarlo, era lo único que estaba en mi cabeza, él había pasado tanto tiempo molestandome, golpeándome y tan solo porque sentía que jamás podría ganarle en una pelea.

Los golpes de Alaia fueron frenéticos, dejaban su odio ahí, veía a sus "padres" en él, veía los golpes, los insultos, el hambre, veía su estupidez al dejar a sus madres, se veía a sí misma pero sobre todo podía ver como amaba todavía a sus padres a pesar de lo que le habían hecho, y lo odiaba.

Sus compañeros trataron de quitar a Alaia del cuerpo ya inconsciente del chico, mala idea, la rabia de Alaia estaba rebasada, empujó a todos y golpeó a algunos más.

Todo terminó con una persona en el hospital (Grave por supuesto), otros dos con uno que otro golpe, una omega con un brazo roto, porque cuando intentó ayudar a uno de los pobres que terminaron con algún golpe, cayó sobre ella. Y claro que la propia Alaia terminó mal, que mucha rabia no significaba invencibilidad, y por supuesto que le habían clavado unas tijeras en la espalda para tratar de detenerla.

Después de la tormenta (Omegaverse Gl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora