XVII

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Luego de un rato, Hiroshy despertó, aún en los brazos de Israel. El joven se detuvo a apreciar la mirada concentrada del rubio, fija en el celular. 

"Que locura..." Pensó. "Estoy sobre el regazo del Príncipe Imperial... y me dormí en sus brazos." Se ruborizó un poco mientras se acomodaba levemente, pero aún así le logró llamar la atención al mayor.

-Oh, despertaste.-Dejó que se acomodara.

Aunque acababa de despertar era consiente de muchas cosas, y la que más le llamaba la atención era la naturalidad con la que le hablaba. La mano del contrario se posó en los cabellos albinos acariciándolos con total cuidado y suavidad, transmitiéndole un poco de confianza al ojidorado.

Ambos se sonrojaron, la mano de Israel bajó hasta su mejilla, su suave piel de porcelana ruborizada, se podía sentir el calor que irradiaba detrás de la ceda blanca, tal vez por el tiempo que llevaba durmiendo, tal vez por la extraña cercanía que sentían, tal vez por el inesperado tacto de Israel.

-¿Estoy soñando...?.-Murmuró para sí, aunque la cercanía entre ellos era tan poca que el contrario logró escucharlo.

Como respuesta obtuvo su risa suave y grave, como un ronroneo, que le dio un pequeño escalofrío a Hiroshy.

-No, no estás soñando.-Habló con el mismo tono de voz de su impecable risa.

Dejó escapar un suspiro antes de alejarse del joven becario para ofrecerle un panecillo de pizza, el cual logró disgustar con asombrosa hambre.

-Wow, si que tienes hambre.-Israel volvió a reír mientras devolvía la vista a su celular.

-Suelo tener hambre cuando despierto.-Dijo un poco ofendido.

-¿Ah sí?.-Lo miró curioso.-Prefieres... ¿Prefieres dulce o salado?.

Lo pensó un momento, luego sonrió antes de hablar.

-Picante, me gusta lo picante.

La forma en la que esos bellos labios pronunciaron esa pequeña oración, su mirar que se tornaba brillante cuando algo le divertía, y sobretodo el pequeño recuerdo de la pose que adoptó el joven actualmente, hizo sentir al príncipe un poco seducido.

"Hiroshy es.... sexy." Pensó mientras tragaba saliva.

-Aunque, volviendo a tu pregunta, prefiero más el salado de los dos, aunque me guste lo dulce.

Su mirada cambió, esta vez se suavizó un poco. Lo miró interrogativo mientras sonreía dulcemente, como si estuviera tratando de preguntarle su gusto también.

-Oh... Yo prefiero lo dulce... tengo paladar de niño.-Rió mientras se pasaba la mano por el cabello.

Luego de su pequeña convivencia, su relación cambió un poco, ahora era más íntima y solían hablar hasta las doce de la noche por teléfono. Ahora, al rubio no le costaba tanto hablar con claridad y lo trataba como a otro de sus amigos más cercanos, como Violet y Leonard.

En esta ocasión, Hiroshy se encontraba haciendo su tarea en su cuarto, mientras estaba sentado de una forma extraña sobre su silla. Su pierna derecha se encontraba alzada y estirada hacia arriba, mientras la jalaba contra su cabeza, balbuceando las preguntas.

Emily tocó levemente la puerta, mientras lo llamaba desde afuera, pidiendo permiso para entrar.

-Pasa, mamá.

Hiroshy se acomodó mejor en su asiento, giró para verla, su cabello rubio caía gracioso sobre sus hombros y sus ojos marrones lo miraban con dulzura.

-Oye, tú...-Hizo una pausa.-Haru, vendrá la semana entrante...

El albino la miró con desdén, y volvió su vista hacia el libro, fingiendo no importarle las palabras de su madre.

-¿Y?.-Agregó con un tono frío, destruyendo el ambiente cálido creado por su madre.

-Pensaba que quizás... No lo sé, podrías ser más empático con él... 

-No, me niego.

Emily suspiró, mientras se ponía un poco nerviosa.

-Hiroshy...

-Mamá, una cosa es que tú seas felíz con él.-La miró con una mueca de molestia.-Otra cosa es que yo sea felíz con él.

-No entiendo por que te niegas a aceptarlo...

-¡Por qué no es mi padre, mamá!.

Emily se quedó en blanco, viendo la ira en esos ojos dorados de su pequeño, que desde hace mucho tiempo perdieron su brillar. 

-¡Tal vez sea el padre de Aoto, pero no significa que sea el mío!.

Se levantó de su asiento y caminó rápidamente hasta la puerta, azotándola detrás de su madre, que le hirvió la sangre el gesto de Hiroshy. Enfurecida, gritó el nombre de su hijo y abrió la puerta bruscamente.

Bajo por las escaleras llamándolo, al no escuchar respuesta se dirigió al living, pero él no estaba allí. Caminó derecho hacia la cocina, pero tampoco estaba ahí. Entró en pánico y abrió la puerta del patio, pero por más que gritó con fuerza, no consiguió ver a su hijo.

-¡Hiroshy!.-Gritó por última vez.

La nieve caía sobre el suelo de césped, las hojas del gran árbol que cubrían sutilmente la nieve que caía sobre el mismo. El hecho de huir de esa forma de su casa fue un tanto infantil, pero ni siquiera él que detestaba la idea, creía que debía seguir esa sensación de huir un problema.

Suspiró, mientras observaba con ojos vidriosos el vapor que salía de sus labios semi-finos, un poco rojizos por el frío del exterior. Cerró los ojos un momento, mientras se dejaba caer contra el árbol gigantesco en el que se encontraba recostado.

-¿Hiroshy?.

La voz era tan cálida y le recordaba al clima cálido de Servanya (1), junto a los tulipanes azules que adornaban la finca Himimoto. También le traían recuerdos de las deliciosas donas de chocolate, rellanas de más chocolate y con chispitas, que vendían en la plaza central.

Abrió los ojos lentamente, levantó despacio la mirada para encontrarse con la mirada aguamarina del príncipe. Esa mirada sin brillo, sumida en algún dolor interno, pero que a la vez era calmada y atractiva.

-¿Nick?.-Su mirada se postró en el joven príncipe.

Se encontró con una mueca de preocupación, tal vez era por el frío infernal, que hacía vestir muy bien a Israel. Su gran abrigo blanco cubría parte de su cuerpo, tenía una bufanda grisácea muy larga y calentita, vestía pantalones oscuros y un par de botas. Su nariz y orejas estaban rojizas por la baja temperatura y la nieve cayendo de fondo lo hacía ver atractivo a la luz de la luna.

-¿Qué haces aquí tan desabrigado?.-Se sacó la bufanda y la envolvió en su cuello.-¿No tienes frío? Ten, te prestaré mis guantes.

Se llevó la mano derecha al bolsillo, buscando sus guantes extras, pero en cambio tocó algo duro de pequeña longitud, trayéndole recuerdos de lo que había ido a hacer ahí. Rápidamente cambió de mano y sacó su otro par de guantes, para ponérselos al albino, con total delicadeza.

Esto provocó un leve sonrojo en el joven que le sonrió tímido, había veces donde el príncipe lo avergonzaba.

-Gracias...-Pronunció levemente.

Servanya: Es un pueblo ubicado en el universo 18, el punto más cálido del Multiverso 8.

¡Hola! Lamento tardar en actualizar, solo que estoy con gripe, que me limita mucho a hacer cosas.

Los adoro, Tae.

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