XV

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-Me gusta que me visites cariño, pero...-Bostezó.-¿Debe ser a las siete de la mañana...?.

La mirada aguamarina de la Emperatriz se notaba cansada, mientras sostenía una taza de café en su mano. Esperó la respuesta del albino que se estaba quejando por su intenso hambre.

-¿No acostumbras a levantarte temprano?.-La rubia negó.-Ah... Deberías.

-¿A qué se debe tu visita cariño?.-Sonrió mientras las criadas traían el desayuno a la mesa del balcón.

-Tory, ¿no te rendirás, verdad?.-Le acercó la taza a la criada para que le sirviera té.-Ese tipo no sabe nisiquiera donde está parado.

-Bueno...-Miró hacia otro lado antes de darle un sorbo a su taza de café.-No creo que haya otra forma.

-¡Por favor!.-Exclamó.-Debe haber una forma de poder arrinconar a ese hijo de perra.

-No lo llames así, por favor.-Se llevó una mano al pecho.-¿Qué diría tu padre si supiera que te dejo decir estas cosas?.

Su bello rostro se transformó en una mueca de tristeza mezclada con preocupación.

-No lo sé, a él tampoco le agradaba el Rey.-Dió un sorbo.

-Pero él no maldecía al Rey.

-Solo porque tu no lo haz escuchado Tory.-Bebió hasta terminar la taza, la dejó a un lado y tomó una tostada untada con huevos revueltos y jamón para llevarsela a la boca.-Puede que haya sido muy chico, pero recuerdo que arrojaba uno de sus vasos de whisky al cuadro de mi abuelo y gritaba que era un...

Al ver la cara de la rubia, se detuvo y mordió la tostada gustoso, saciando su hambre.

-Es demasiado.-Desvió la mirada mientras le daba un sorbo a su café.

-El viejo podría cagarse si...-Se limpió con la servilleta de seda los restos de sus labios.-Si los líderes comienzan a quejarse.

-E-Espera... ¿Qué harás...?.

-Haré que te obedezca, Tory.-Su sonrisa gustosa, por saber que cosas se le cruzaron por la cabeza, apareció.-Debe acostumbrarse a verte como Reina.

Un leve escalofrío le recorrió la espalda, no se venía nada bueno, y la idea de tener que molestar a los líderes de clanes era para ella la peor decisión. Se tapó la boca mientras suspiraba, imaginando millones de situaciones en donde en su mayoría salía mal.

"Me pregunto si Bernard o Veoletta pudieron ser así de sombríos..." Se lamentó mentalmente.

-En fin... cambiemos de tema.-Dió otro pequeño sorbo a su taza de café.-Tal vez debería enfocarme en otras cosas, como...

Miró hacia arriba mientras mordía una tostada.

-¿Cómo Israel?.-Sugirió con una sonrisa burlona.

-Sí, como Israel.-Rió.-Aunque no sabría decidir por donde empezar...

-Tal vez por cosas importantes, como una prometida, llevarlo a reuniones levemente importantes como hace el papá de Violet.

-Pero Violet cumple años en enero, por eso comienza a hacerlo ahora.-Suspiró.

"¿Por qué crecen tan rápido?." Lloriqueó mentalmente.

-¿Tienes en mente alguna noble señorita, Tory?.-Tomó un sorbo de su té humeante.

-Oh, sobre eso...

Hace ya mucho tiempo, había clasificado a tres señoritas para un posible compromiso con el príncipe. Ambas iban en el mismo salón de clases  que él, solo que de las tres solo una había tenido un pequeño contacto o familiarización.

-¿Y quienes son?.

-Bueno, la hija del Gran Duque de Yumilek.

Aldanna Davett, una muchacha de grandes modelos, con unos lentes redondos y el cabello corto sobre los hombros, tenía los ojos de color miel y el cabello en un tono rosa claro. Su piel era pálida y estaba llena de pecas, sabía tocar el piano, el arpa y el violín, aunque no era muy inteligente, lo suficiente para ser nombrada Emperatríz.

-Luego, la Señorita Stephanya.-Le acecó la taza vacía a la criada para que le sirviera más café.

Stephanya Velcci, era la segunda hija del Conde de Misury Enrich Velcci, tenía el cabello naranja y parecía mezclarse con los bellos paisajes del atardecer. Sus ojos eran de un color esmeralda y tenía la tez parecida a la porcelana, era muy fina y tenía buen ojo para la moda, su educación y modales eran muy buenos... El problema era que no tenía talentos en las artes.

-Y por último, la mas posible señorita sería la hija de Su Vampiresa.

-Oh, ¿hablas de Kimy?

Era la persona más orgullosa de las tres, sabía tocar el violín, tenía altos conocimientos en canto y una hermosa voz, sabía al derecho y al revés todo sobre el arte en sí. Tenía buen ojo para la moda y las personas, y sobretodo, sabía cómo, cuándo y dónde actuar en diferentes situaciones.

Prácticamente, era perfecta para ser Emperatríz.

-Sí, yo creo que es la mejor candidata.

"¿Cómo le digo...?" Pensó el ojiazul, ocultandose perfectamente detrás de su sonrisa amigable.

El resto del desayuno se la pasaron hablando de cosas poco interesantes, hasta que surgió algo en el joven emperador, lo cual llevó a interrumpir la charla.

-Tory, hoy es viernes, ¿No?.-La rubia asentió.-¿Qué tal si llevo a Israel conmigo a divertirnos? Podemos ir con Violet y... No recuerdo como se llaman los otros dos.-Desvió la mirada restándole interés.

-Oh.-Victorya no pudo evitar en pensar los asesinatos.-Bueno, no lo sé...

-Vamos, él ha estado decaído últimamente... Una pequeña salida no hace daño a nadie.

"¿Decaído?". Pensó mientras se llevaba un dedo a los labios, lo primero que se le pasó por la cabeza fue el hecho de que no sabía mucho sobre sus hijos, y el pequeño informe del albino la hizo entrar en razón. Solo lo veía una vez por semana, a veces por mes, y nunca había creado vínculos con él.

-Bueno... en ese caso, creo que está bien...

Leo festejó internamente mientras mantenía su elegancia y forma al límite, para no hacer un "acto descarado" frente a la emperatríz.

Mientras tanto, en la glamouriosa escuela privada Hyott, Israel y Hiroshy habían sido encerrados por sus amigos (William y Violet) en "el cuarto de pánico", o así decidió llamar al armario la princesa. 

¿La razón? Violet los notaba un poco distantes y su método psicológico era encerrarlos en el armario del gimnasio de esgrima, para que en las siguientes tres horas libres de clases aclararan sus problemas, mientras ella copiaba la tarea de Inglés de su mejor amigo.

-Violet-chan, ¿Qué tan seguro es hacer esto?.

-Mucho, Israel no le teme la oscuridad o a los espacios cerrados.-Acotó mientras escribía.

-¿Qué hay de Hiroshy?.

-Oh...-Nisiquiera lo pensó.-Va a estar bien.

Le sonrió mientras volvía a copiar de los apuntes.

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