Capitulo 88

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Narra Christopher

Dicen por ahí que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. En estos momentos entiendo perfectamente dicho refrán, yo no sabía con exactitud lo que tenía hasta hoy que lo perdí.

Perdí al amor de mi vida. Y para ser más miserable la situación, se fue sin saber que la había perdonado y que quería hacer mi vida con ella. Verónica en cierta parte tiene razón, me tarde mucho en decírselo, pero yo no sabía que esto iba a ocurrir, no sabía que se iría así sin más.

Tanto la familia como yo, estábamos destrozados. Por mi parte, no entendía aun como es que ya no estaba con nosotros, mi cerebro bloqueaba dicho pensamiento.

—Deberías irte a casa —mencionó Kevin, quien se había quedado conmigo afuera del hospital mientras sus padres hacían los trámites necesarios para el funeral.

Se preguntarán que hago afuera, pues después de enterarme que el amor de mi vida había fallecido tuve un ataque de histeria, pero eso no fue todo, la gota que derramo el vaso fue que no me dejaron entrar a despedirme de ella y de la impotencia golpee a un médico.

—Aquí estoy bien — respondí amargado. Dentro de lo que cabe, ya estaba más tranquilo, saqué un poco adentro del hospital junto a la familia, Kevin ayudo a tranquilizarme —Le iba a proponer matrimonio ¿sabes? Tenía pensado hacerlo después de lo que paso con Joel. Ya hasta había comprado el anillo.

—(_______________________) me platico lo que paso. A decir verdad, estaba muy arrepentida, no había día que no se echara en cara lo que hizo — confesó Kevin. Ambos estábamos sentados en la cera, mirando alrededor —Habría sido lo mejor que le hubiera podido pasar en la vida si casaba contigo, me conto todo lo que vivieron en tan poco tiempo y lo mucho que le demostrabas amor.

—Sí, bueno... Ya no importa — dije y solté una pequeña risa triste —Igual a mi hubiera sido lo mejor en la vida si nos casábamos, la amo demasiado.

Después de esto ambos nos quedamos en silencio, creo que habíamos llegado a ese punto donde no era necesario decir más para saber lo que (___________________) había hecho y lo que había hecho yo. Fueron buenos tiempos. Sabía perfectamente lo que habíamos sufrido para después estar bien, el tiempo que pasamos juntos fue lo mejor.

Los minutos pasaron y el silencio reinaba aun, personas entraban y salían del hospital, algunas felices y otras devastadas. Reconocí a los padres de (__________________) cuando salieron por la puerta, su madre venia limpiándose los ojos mientras que su padre venía bien.

—Quedo todo listo, mañana será sepultada en el cementerio de la ciudad al punto de medio día — mencionó el padre una vez que llegaron a nosotros.

Ninguno dijo nada, estábamos en silencio. Estábamos en luto. A todos nos habían quitado algo importante de nuestras vidas.

—Deberías irte a casa, chico — dijo el padre mirándome — Ella ya no está.

—No hacía falta ese comentario, señor — respondí tajante. Es un comentario de mal gusto —Pero sí, me iré a casa ahora mismo debo estar en buenas condiciones para mañana.

Mentí, no me iría por eso, más bien era porque mi relación con ellos nunca fue muy buena que digamos, siempre tuvimos problemas porque me consideraban el amante de (________________________), no lo admitieron directamente, pero se sabía que era por eso. Como la gran empresaria (_____________________) heredera de la fortuna Morgan se quedaría con uno de sus empleados, era algo que no podían permitirse.

Camine hacia la calle para tomar un taxi, levante mi mano y uno se detuvo al segundo, por la hora que era no estaban muy saturados. Entre al vehículo y le di la dirección al chofer, este arrancó el auto y de mi parte solamente me dediqué a ver por la ventana. Unas cuantas lagrimas escaparon de mis ojos.

Todos los recuerdos inundaron mi mente de nuevo. Ella no debió de irse, hubiera preferido irme yo antes que ella. Ella merecía ser feliz, merecía vivir una buena vida.

Seguí con mis pensamientos hasta que llegué al edificio de mi departamento. Le pagué al chofer y salí del taxi para entrar al edificio. Tome el elevador y espere hasta llegar a mi piso. Zabdiel y Jazmín debe de estar muy dormidos.

Cuando llegué a la puerta de mi departamento, busqué mis llaves y no las encontré, tal vez las dejé adentro. Toqué la puerta esperando despertar a Zabdiel y no a Jazmín. Toque unas dos veces cuando escuche una voz del otro lado.

—¿Quién es? — preguntó Zabdiel detrás de la puerta.

—Soy yo, se me olvidaron las llaves — aclaré con voz ronca. Zabdiel abrió la puerta y me dejo entrar.

—¿Qué paso, Chris? — preguntó cerrando la puerta detrás de mí —¿Cómo esta (_________________________?

Caminé hacia el sofá y me senté. No puede más y de nuevo solté el llanto. Tomé uno de los cojines y me coloqué en la cara, no quería que me viera así.

—Oh, hermano — escuché que dijo Zabdiel —¿De verdad? Lo siento mucho.

No podía ni responderle por mis sollozos. Estaba destruido. Sentí un peso extra a mi lado, supuse que era Zabdiel, pero al momento de que unos pequeños brazos me rodearon, supe que no era el, si no Jazmín.

—Lo sé todo, Chris. Lo siento también, ella me caía muy bien — susurró Jaz en mi oído y se acercó más a mí.

—Estamos contigo, mi hermano — dijo Zabdiel y pude sentir sus brazos en mi también. Me estaban dando un abrazo grupal.

El dolor seguía y mi pecho se oprimía. Esto es muy fuerte para mí. Ya no la volvería a ver nunca. Solo quedan los recuerdos de lo que un día fuimos.

Lujuria | Christopher Vélez y Tu [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora