Bloody

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El cuchillo viajaba por cada espacio de su cuerpo, temblaba un poco y el sudor empezó a correr, tratando de no hacer ningún ruido. Casi brinca de la cama cuando sintió que cortó parte de su ropa.

- No, no... -

- Ups, hablaste - dijo Jeff con notable alegría.

Apretó tanto sus dientes para no gritar que le dolieron, creyó que había terminado, pero él solo cortó un poco más de su camisa. Estaba nerviosa y asustada, pero dudaba en saber si tenía temor de ser cortada o de que ese hombre viera más allá de lo que la ropa le permitía.

Una vez más, dejó escapar un grito casi inaudible, el cuchillo pasó por su hombro haciendo un corte simple, no pronunció sonido, pero se quedó atónita cuando Jeff acercó su rostro y chupó la sangre de su hombro.

- Deliciosa... Dulce y... Aún es pura, me encanta - sonrió al lamer sus labios.

Estaba roja por la vergüenza que empezó a sentir, el cuchillo quedó a un lado porque él empezó a lamer los rastros de sangre que había por las heridas anteriores.

- Jeff... Suéltala - Mónica volvió a respirar cuando Bloody se presentó en la habitación, estaba serio. Jeff se levantó de la cama para mirarlo.

- No cometí ningún error, ella vino a voluntad a mi habitación... Slenderman habló de la casa en general, no de las habitaciones - se cruzó de brazos.

- Aun así, suéltala, o piensas matarla frente a mí -

- Umm, vaya chico, arruinas mi diversión - empuñó de nuevo el cuchillo y cortó las sogas que la aprisionaban. Mónica se levantó y corrió hacia su amigo, colocándose detrás de él.

- Aléjate de ella - advirtió Bloody antes de tomarla de la mano para salir de ahí.

Mónica miró una vez más a Jeff, quien se despidió con su mano sin borrar su sonrisa siniestra.

—No quiero que te acerques de nuevo a Jeff.

—Créeme que tampoco quiero acercarme —dijo Mónica con aparente seguridad.

Entraron a su habitación y el chico empezó a revisarla con cuidado, levantando su rostro para ver los cortes en el cuello. Mónica no pudo evitar sentirse intimidada por la cercanía, no solo porque Helen era quien más se acercaba en esa casa a tener un aspecto y personalidad normal, sino también porque era muy guapo.

—Te traeré algunas curitas de mi habitación, espérame aquí —dijo Bloody antes de salir.

Se encontró en la puerta con Slenderman, quien entró sin permiso previo y le dio una fuerte cachetada a Mónica, mirándola al piso.

—¿Qué parte de "No entres a las habitaciones" no entendiste? —le habló con mucha seriedad—. Si vuelves a desobedecer una orden mía, te castigaré, y te aseguro que no te quedarán ganas de desafiarme de nuevo —añadió antes de salir.

Bloody, que había estado en la puerta sin decir nada, solo entró para ayudarla a levantarse.

—Tranquila, no llores... Estarás bien —la calmó en sus brazos mientras ella se aferraba a él.

La noche había regresado, se hacía presente y en el bosque se sentía más intensa. Todo era tan oscuro, y en esa casa sin electricidad, las velas hacían que todo pareciera más tenebroso.

—Dibujar siempre me calma —dijo Bloody sin despegar la mirada de su libreta—. Gracias por invitarme —le dijo Mónica, también dibujando.

—Puedes venir a mi habitación cuando quieras y quedarte aquí. Me gusta tu compañía —el chico sonrió y Mónica sintió un leve sonrojo.

—Y a mí me gusta la tuya —susurró la chica. Se levantó para acercarse a él, notando el bonito dibujo que hacía. Era una chica, una muy bella, a la cual Mónica ya había visto.

—A Dina le encantaría ese dibujo —le dijo.

—Sí, eso supongo —Bloody cerró la libreta para mirarla.

—¿Y tú qué dibujas? —preguntó él.

—Solo un paisaje deforme —Mónica le mostró la libreta y ambos rieron.

—Mejorarás, júntate conmigo y te darás cuenta —Bloody sonrió orgulloso.

Conviviendo Con EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora