Jeff 2.0

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En cuanto llegaron a la habitación, Jeff cerró la puerta y se acercó por la espalda.

—¿Y dónde está la colección? —preguntó Mónica, algo nerviosa.

—Tú misma probarás su calidad.

—¿Qué? —Un fuerte golpe en su cabeza hizo que la chica perdiera totalmente la conciencia de su presente y se sumiera en una oscuridad infinita.

En otra parte de la casa, el líder de la "familia", como solían llamarse, discutía con tres de los Creepypastas sobre el destino de cierta muchachita.

—No estoy de acuerdo —reafirmó Laughing, luego de que el tema, al cual ya se había negado, le fuera insistido—. Es que no entiendo por qué carajos ella debería entrenar y pasar por tales cosas si no se quedará aquí —añadió.

—Jack tiene razón. ¿Por qué someterla a más tortura si con estar aquí es suficiente? —Bloody se mantenía en su lugar, serio.

—Sería un gran paso para ella y evitaría que la maten aquí —les dijo Slenderman.

—Tú quieres que ella muera a como dé lugar, se lo dijiste... ¿Que no crees que sobreviva? Tú no quieres darle una oportunidad porque no crees en los humanos.

—Porque sabemos que son traicioneros.

—No es verdad. No puedes hablar por todos. Tú solo te guías en ello, y por eso mismo nos la quitaste a ella.

Slenderman se acercó amenazante al payaso y se agachó un poco para hablarle con enojo.

—No te permito que hables de esa mujer. Mónica recibirá el entrenamiento que yo quiera, y si no puedes seguir las reglas de esta casa, vete —se incorporó de nuevo, en su lugar.

Laughing hizo un gesto de enojo y salió de la habitación seguido por Bloody y Toby.

—No lo escuches, intenta ponerte de malas —le dijo el pintor cuando estuvo cerca de él—. Detesto que se enfade cada vez que se la nombra. Si no quería esto, ¿por qué nos la llevó en primer lugar? Era obvio que le tomaríamos cariño; él incluso lo hizo —la atención de Jack pasó al menor de ellos, que no había pronunciado palabra.

—¿Y tú... ya no te importa Mónica?

—Sí me importa, pero a diferencia de ustedes, yo no puedo desobedecer a Slenderman —al notar que posiblemente lo recriminarían, se marchó por el lado contrario al que iban.

—¡Cobarde! —le gritó Laughing.

—Déjalo, el muchacho no tiene la culpa —le calmó Bloody.

—De todas formas, quiero pedirte que la cuides —dijo Laughing, mirándolo fijamente. —¿Realmente estás pensando en irte? ¿La vas a abandonar?

—No, no la abandonaré; estaré pendiente de ella y volveré. Pero no puedo quedarme aquí después de que Slenderman me echara. Sabes cómo soy, me voy a mi circo —el payaso colocó su mano sobre el hombro de su amigo—. ¿Me harás ese favor? —preguntó.

Bloody respiró profundo y asintió. —Gracias, amigo. Me iré —dijo Laughing, alejándose un poco para desaparecer en una nube de humo negro.

Helen se quedó unos segundos allí y finalmente decidió ir a su habitación.

—Ey, Helen —lo llamó Toby, algo nervioso.

—¿Pasa algo? Si es por lo de Mónica...

—No, nada de eso, aunque sí tiene que ver con ella —se percató de que nadie los escuchaba y continuó—. Me di cuenta de que no estaba en su habitación; pregunté y Nina me afirmó haberla visto subir las escaleras con Jeff.

—Pero Slenderman le prohibió entrar a las habitaciones de cualquier otro Creepypasta que no fuera Jack, tú o yo.

—Lo sé, pero ya sabes cómo es Jeff... Por favor, ve a buscarla antes de que sea tarde.

La habitación de Jeff no era muy diferente a la suya, aunque estaba un poco más limpia y tenía una mesa con herramientas, además de algunos bancos y color en las paredes. Un color especial, rojo... pero no estaba pintada, solo eran manchas.

Mónica intentó mover sus manos, pero estaban atadas a la cama, al igual que sus pies. Observó al chico que tarareaba algo mientras escogía qué cuchillo usar.

—Oh, mi amiga ya despertó —se acercó a la cama—. Vamos a jugar, ¿sí? —se sentó y la miró de pies a cabeza.

—Déjame ir —susurró Mónica.

—No seas descortés; los amigos juegan y son amables —dijo él con seriedad.

—No tengas miedo; será un juego divertido —dijo Jeff mientras acariciaba un mechón del cabello de Mónica. —El juego es así... —sacó un cuchillo de tamaño mediano, pero que se notaba estaba afilado—. Yo pasaré este cuchillo por tu piel suavemente. Si gritas o te mueves, tendré derecho a hacerte un corte.

Mónica negó repetidamente.

—Haz cualquier tipo de ruido y este cuchillito cortará esa bonita piel tuya. ¿Entendido, Mónica? El juego empieza ahora.

—¡No, déjame!

Jeff se incorporó y, con precisión, cortó la piel de la mano de Mónica. La chica soltó un grito ahogado.

—Si vuelves a gritar, el próximo corte será en el rostro —la advirtió.

La chica se mordió el labio para no emitir sonido.


Conviviendo Con EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora