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Un nuevo día, una nueva aventura... Eso es lo que dirían los estúpidos libros de héroes que sobreviven al villano. Pero en mi historia, yo no era el héroe, solo la presa que cayó en las garras del depredador y es alimentada para luego ser comida. El sonido silbante de un cuchillo pasando muy cerca de mí me hizo despertar de mi trance.

—¡Sí! Casi le doy —Jeff estaba celebrando y yo solo pude mirar el cuchillo incrustado en un árbol. —Jeff, ¿qué haces aquí? —Masky lo miró enojado. —Se supone que Slenderman nos pidió que la cuidáramos nosotros —añadió.

—Ah, solo me aburría y vine a ver qué tanto hacía mi mejor amiga —respondió Jeff mientras se dirigía al árbol para quitar el cuchillo.

—Fallaste al lanzarlo —le dije, notando que se reía.

—Corrección, yo nunca fallo —se alejó, y debo admitir que me causó escalofríos.

—Jeff, no tenemos tiempo para tus juegos. Debemos pegar unas últimas notas y marcharnos —dijo Hoodie, quien continuó con el trabajo. Yo estaba ayudando, pero no era muy útil allí.

El chico de la sonrisa cortada se encogió de hombros y se sentó en un tronco mientras terminábamos. Estábamos volviendo cuando se volteó algo serio para mirar al interior del bosque.

—Parece que ahora las presas vienen solas al bosque —volteé para mirar en la misma dirección, notando a lo lejos una chica con otros dos chicos.

—Bueno, a Slenderman no le gustará esto... Nos encargaremos con Hoodie —dijo Masky tomando su arma. Jeff me miró y sonrió de una manera extraña.

—¿Quieres ver?

No estaba segura de a qué se refería, pero al parecer Masky sí, porque lo tomó del brazo.

—Cambio de planes, Jeff vienes conmigo. Hoodie, llévala a casa.

El último asintió y empezamos a caminar en una dirección contraria a la de ellos. Escuché gritos a lo lejos, pero él se encargó de cubrirme los oídos.

—Ya casi llegamos, Mónica. Sigue el camino y no pienses en ello, no es importante —dijo Hoodie sin soltarme ni un segundo.

La rutina de la casa hasta el momento no había cambiado, las chicas eran distantes. Los otros chicos preferían no acercarse. Jeff fingía ser mi mejor amigo, pero cada vez que tenía oportunidad intentaba matarme. Solo los proxys y mis amigos eran cercanos.

A excepción de Toby, que prefería alejarse cuando me acercaba. Oficialmente llevaba cuatro días allí. Me recosté en la cama y esperé que Bloody volviera de su paseo. Ahora prefería dormir con él, era más cómodo y cálido. Debía admitir que últimamente sentía una atracción diferente por él, sentía que no podía confiar en nadie más. Laughing se había ido y no lo había visto desde entonces, Toby huía al verme y los otros solo querían matarme.

Estaba durmiendo cuando la presencia de Bloody me despertó. Sonreí al incorporarme.

—¿Qué tal la salida? —pregunté.

Me miró y no pareció sorprendido de que estuviera allí.

—Estuvo bien, aunque algo cansado —se quitó los zapatos y su abrigo para subir a la cama—. La visita al pueblo siempre es larga, y luego están esas invocadoras... El ritual para aparecerles es complicado. Yo por eso prefiero ignorar mejor esos llamados.

Se recostó y yo hice lo mismo, sin dejar de mirarlo mientras me hablaba.

—Por su parte, Slenderman sí que detesta a esas chicas, pero como tiene poderes, le es más fácil llegar a ellas... Solo quiero momentos tranquilos —se cubrió la cara con las manos y pensé en qué hacer para ayudarlo.

—Ojalá pudiera desestresarte de algún modo —comenté triste.

—Ey, con ser mi amiga haces mucho —tomó mi mano y dejó un beso en ella. Me sonrojé mucho, pero no pude evitar sentirme atraída a él.

—Creo que tal vez conozca una forma para calmarte —me acerqué un poco más.

—¿Ah sí? ¿Y cuál es? —me miró con curiosidad y no pude evitarlo más, lo besé.

Conviviendo Con EllosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora