Conviviendo Con Ellos

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Me acerqué para ver su dibujo mejor, lo miré a él después y suspiré.

—Mamá nos devolvió cierta esperanza en el cariño. Slenderman nos la trajo y realmente la vimos como una oportunidad de sentir más que rencor... Pero así como llegó, se fue —nunca me había hablado de ello, pero parecía realmente importante esta mujer.

—¿Dónde está ella? —pregunté.

—No lo sabemos, desapareció... Tal vez fue al inframundo o vaga en el mundo, lo que su larga vida le permita. Igual tiene la capacidad de no sufrir como un humano normal porque ella dejó de serlo —contestó guardando la libreta.

—¿Por qué Slenderman no quiere que hablen de ella?

—Porque intenta hacernos olvidarla y con esto olvidarse él de ella, pero bien sabe que no le es posible —sacó un bolso y empezó a guardar algunas cosas.

—¿A dónde vas?

—Cada año organizamos un viaje con Judge a cualquier país, nos gusta viajar... Parece que esta vez ella me tiene una sorpresa —sonrió y sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos.

—No puedes irte con ella, ¿me vas a dejar sola?

—No estás sola, están los proxys, Toby, Laughing, ellos te cuidarán y yo volveré.

—¿Por qué no me llevas? Toby ni siquiera me habla, los proxys solo me cuidan por obligación... Laughing se fue —lo miré suplicante—. Iré contigo y así podremos estar juntos allá —lo tomé de la mano.

Negó repetidamente soltando mi mano.

—Lo siento, pero tú debes quedarte... Pasar aquí las tres semanas, y no estoy seguro de que a Judge Angels le guste que vayas. Este viaje es de los dos.

—¿Pero qué hay de nosotros?... ¡Hablas de ella como si te importara más! —grité empujándolo un poco. Tomó mis manos notablemente enojado.

—¡Me importa más!... Ayer, hoy, mañana, cada segundo y minuto... Ella me importa más. Tú eres mi amiga, pero si te comportas como una niña no voy a tolerarlo —me soltó y siguió empacando. Salí de la habitación con la cabeza gacha y un dolor en mi pecho que me hacía pensar que me habían destrozado el corazón.

Había caminado fuera de la casa, ignorando miradas. Solo quería estar sola. No podía ir al bosque, así que di vuelta a la casa para sentarme en el piso mientras mis ojos se nublaban de lágrimas. No lloraba fuerte, aunque quisiera; después de notar lo crueles que eran en esta casa, estaba aprendiendo a llorar en silencio o simplemente a aguantarme.

Pasaron algunos minutos hasta que sentí que ya no me quedaban lágrimas. Suspiré y me levanté para seguir caminando. Nunca había ido a ese lado de la casa. Noté una puerta que llevaba a una pequeña habitación de madera. Me dio curiosidad, así que miré a través de una apertura.

Estaba viendo sin mucho interés porque parecía un lugar normal, hasta que noté que alguien se levantó del piso y me miró fijamente. Me asusté cuando corrió, aún estando atado de manos, y chocó con la pared, dándose un golpe bastante fuerte.

Pero lo que más me llamó la atención fue que, al abrir la puerta, reconocí que era la chica de la otra vez en el bosque. "Jeff la atrapó y la encerró aquí."

La ayudé a levantarse, algo temerosa de ser encontrada, y le quité la venda de la boca.

—Ayúdame... Por favor, sácame de aquí —empezó a llorar, y le pedí que hiciera silencio con mi mano. Me fijé que no hubiera nadie afuera y realmente tuve una discusión fuerte en mi cabeza. "Me va a meter en problemas."

—Por favor, déjame ir... Él no deja de hacerme daño —dijo.

¿Él? ¿Se refería a Jeff? Miré sus manos llenas de cortadas, moretones e incluso quemaduras. Su rostro no estaba mejor que sus manos. En una mano le faltaba un dedo, y al fijarme bien, en algunos dedos ni siquiera tenía uñas.

—Yo te salvaré, cálmate —le quité las sogas y la ayudé a levantarse para dirigirnos a la salida. Cerré la puerta nuevamente como la encontré y le mostré el camino al bosque.

Estábamos caminando un poco cuando escuché un silbido inconfundible. Jeff se acercaba. La chica me miró con terror, traté de parecer tranquila y le regalé una sonrisa.

—Corre, yo lo distraigo. No te atrevas a parar —no pareció convencida con mis palabras, pero tampoco dijo nada. Solo me miró con tristeza y empezó a correr. Mi corazón se aceleró, y mientras me acercaba al encuentro del chico, quería fingir tranquilidad.