El samurái Miyamoto.

2 1 0
                                    


Todo estaba tranquilo en Edo, nadie pasaba por la calle, ya fuera porque era de noche o porque la gente, por las últimas noticias, tenía miedo a salir por la noche. De pronto se escuchó un grito.

— Están en los tejados. — Afirma el hombre que grita.

Me dirigí hacia donde venían las voces. Vi a un vecino de la zona patrullando el área.

— Vuelve a casa, aquí no haces nada.

El vecino me miró con cara de enfado y se fue. La gente llevaba unas semanas aterrorizada por culpa de dos demonios que salieron del volcán Sikon. Los jefes de los feudos o gente de a pie nos contratan para que nos deshagamos de ellos. Los demonios tienen dos maneras de entrar en nuestra dimensión. Una es siendo invitados y la otra mediante portales. Estos dos, me da a mí, entraron por los dichosos portales.

El rastro me lleva a ese descampado allí. "Será una trampa", me digo a mí mismo. Entro para ver qué pasa. Una sombra me roza el hombro. Y detrás de mí, allí está. El gran demonio de un solo ojo, Karakasakozou.

— ¿Qué haces por aquí, Karakasakozou?

— Pasando el rato, mi joven amigo Miyamoto Musashi.

— Veo que te hablaron de mí, ¿no?

— Te lo tienes muy creído, chaval.

— Te voy a dar dos opciones: una, te rindes y te vas, y la otra, te meto en una caja.

El demonio se ríe a carcajadas mientras hace burlas. Miyamoto se pone en posición de guardia. El demonio le hace un ataque con hondas de fuego. Miyamoto esquiva dos, el tercero va directo a la cara. Con un movimiento magistral desenvaina y pone la katana en modo escudo. La honda se parte en dos y se pierde en la lejanía.

— No sabía que podías hacer eso —dice el demonio enfadado.

Con el enfado, el demonio manda otro ataque, esta vez con las garras. Son garras que, si lo desea, pueden crecer hasta un metro. Miyamoto esquiva todos los ataques. Cuando se da cuenta de que cada vez que el demonio va a dar la segunda ráfaga de cada ataque, pierde un poco de guardia en el costado izquierdo, el demonio ya lleno de ira homicida, Miyamoto esquiva el primer ataque y en el segundo desenvaina y le clava la katana en el costado izquierdo, mientras cae al suelo comenta Miyamoto.

— Un demonio menos, ya queda uno.

Voy en busca del otro demonio, pero ni rastro de él. Al día siguiente, voy por el puente para salir de la ciudad e ir hasta el pueblo más cercano al volcán. Se sabe que hay un portal en las inmediaciones del volcán. Justo antes de cruzar el puente del río, sale un ente que me manda un golpe en el pecho que me arrastra varios metros.

— Te encontré —dice Miyamoto sin casi aire en el pecho.

— Hola, Miyamoto, saludos de Saka —se ríe el demonio.

— Hola, Ningyo, no cambiaste mucho desde la última vez.

— Eres un fanfarrón.

El demonio se prepara para atacar. Miyamoto esquiva el ataque. El demonio hace el ataque del destello y deja unos segundos ciego a Miyamoto. Con la consecuencia de que el demonio le da un golpe y empieza a golpear a Miyamoto. Quiere desenfundar y no puede. Mira al suelo y tiene a tres metros más o menos.

— Creo que nos podemos llevar bien, ¿no, Ningyo?

— Creo que no estás en una posición para negociar, ¿no crees?

— Bueno, en peores me he metido.

— Jajajajajaja, eres un simple humano.

De repente, de un hilo que tenía en la muñeca a la katana, Miyamoto consigue recuperar la katana y la desenvaina y lo raja. El demonio cae. Miyamoto fue por todo el país para averiguar de dónde salen esos portales.

Relatos Diversos #CheyllsAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora