Un egiptólogo logra un descubrimiento único, descubrió unos papiros bastante peculiares, estos estaban en medio de lo que era el alto y el bajo Egipto. Se supone que allí no deberían estar este tipo de manuscrito etc. También se encuentra unas vasijas con semillas, dos dagas en perfecto estado y muy bien de decoradas, aún siguen afiladas. Y dos caballos tallados en madera en muy buen estado, en partes del caballo se podía ver alguno pigmentos de color. En uno de los manuscrito hablas de los guerreros egipcios, conocidos como soldados o combatientes, desempeñaron un papel crucial en la historia militar del antiguo Egipto. Durante períodos de guerra, el ejército egipcio estaba bien organizado y compuesto por diferentes unidades, incluyendo infantería, arqueros, carros de guerra y la temida caballería.
Los soldados egipcios estaban armados con una variedad de armas, como lanzas, arcos y flechas, hachas, espadas y escudos. También se beneficiaron del uso de carros de guerra, que eran vehículos ligeros tirados por caballos y equipados con arqueros y lanceros. Estos carros proporcionaban movilidad y poder de fuego en el campo de batalla. Los soldados egipcios recibían entrenamiento militar y podían provenir de diferentes clases sociales, desde campesinos hasta nobles. Además de su función en la guerra, también estaban involucrados en la construcción de fortificaciones y proyectos civiles durante los períodos de paz. La fama de los guerreros egipcios se extendió por todo el mundo antiguo.
En los siguientes hablaban de El antiguo Egipto tenía una sociedad jerárquica que se reflejaba en la estructura social y política "de arriba y abajo". En la cúspide de la sociedad estaba el faraón, considerado un gobernante divino con poder absoluto sobre el país. Bajo el faraón se encontraban los nobles, sacerdotes y altos funcionarios, quienes gozaban de privilegios y riqueza significativos. En la parte media de la sociedad estaban los artesanos, comerciantes y campesinos. Los artesanos producían bienes para el consumo local y la exportación, mientras que los comerciantes facilitaban el intercambio de bienes dentro y fuera del país. Los campesinos, la mayoría de la población, trabajaban la tierra y pagaban impuestos en forma de productos agrícolas.
En la base de la sociedad estaban los esclavos y los siervos, que realizaban trabajos forzados en las tierras del faraón, en los templos o en proyectos de construcción estatales. Estos individuos tenían poco o ningún control sobre sus vidas y estaban completamente subordinados a sus amos. Esta estructura social "de arriba y abajo" reflejaba el concepto egipcio de maat, que implicaba el orden y la estabilidad cósmica en la sociedad, con el faraón como garante de ese orden divino.
Es muy interesante, pero lo más interesante viene ahora. Resulta que un campesino llamado Bakari logra convertirse en teniente general de los ejércitos del norte. Un día, Bakari estaba labrando sus tierras, siendo uno de los pocos campesinos que las poseían. Llegan unos soldados a su casa y le exigen que los acompañe, ya que el faraón ha llamado a filas a todos los hombres y niños del imperio. Bakari se niega, y los soldados deciden no marcharse sin él. Intentan reducirlo, pero Bakari, muy astuto, esquiva el ataque. Los soldados, llenos de fanfarronería, vuelven a intentarlo, esta vez desenfundando sus espadas. Bakari les sonríe, y en un rápido movimiento golpea a uno de ellos en las costillas, haciéndolo caer. Luego, coge la espada del soldado caído y el otro soldado, nervioso, no sabe qué hacer. Después de mucho pensarlo, decide atacar, pero Bakari, observando cómo coloca sus pies al desenvainar, sabe por dónde atacar. Golpea al soldado con la parte sin filo de la espada, causándole dolor. Bakari lo mira y le dice:
— Si tu jefe quiere reclutar, que venga él.
El soldado recoge a su amigo y se marcha al cuartel. Al cabo de tres días, van a reclutarlo de nuevo, pero sin éxito. Cada soldado que iba, recibía una paliza. Hasta que ningún soldado quería ir, y fue el mismísimo general de la guardia del faraón quien fue a reclutarlo. Llega en su carruaje, con dos caballos de pura raza, seguido por otros seis carruajes más, con un total de unos catorce soldados. El general se baja del carruaje y pregunta:
— ¿Eres Bakari?
— Sí, ¿quién lo pregunta?
— Soy Nebamun, General de la Guardia del Faraón.
— Pues aquí no está el faraón.
— Qué gracioso eres, ya me habían dicho que eras un poco, en fin...
— Déjate de rodeos y dime lo que quieres.
— Te vengo a reclutar.
— Ya se lo dije a los demás peleles que me has traído. Que no me iba a ir a ningún lado.
— Si es oro o sal lo que buscas, te haré rico en cuestión de días.
— La cuestión es que como no os vayáis, os voy a echar a patadas.
Nebamun se va acercando poco a poco.
— Veo que no te has dado cuenta de una cosa, somos más que tú. ¡Te vienes, ya!
Nebamun cree que tiene a Bakari bajo control para reducirlo, pero la historia cambia cuando Bakari esquiva la llave reductora y Nebamun cae al suelo. Los soldados están asombrados de cómo pudo esquivar esa llave con tanta facilidad. Los demás soldados van en tropel hacia Bakari, pero este los reduce a todos. Después de esta hazaña, el mismísimo faraón fue a verlo y llegaron a un acuerdo. Ahora Bakari es instructor del ejército y está mejor valorado por el faraón, llegando a ser teniente de los ejércitos del norte.
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Relatos Diversos #CheyllsAwards
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